La asignatura pendiente
Cada d¨ªa se evidencia con m¨¢s fuerza la debilidad estructural de Europa en su aprovisionamiento de energ¨ªa. Las fuentes convencionales aut¨®ctonas son escasas, como los yacimientos de gas y petr¨®leo del mar del Norte, o muy contaminantes, como el carb¨®n. Para su suministro, Europa depende de las importaciones, especialmente de gas natural y crudo, de zonas como Rusia, Oriente Pr¨®ximo o el Norte de ?frica, con el riesgo de interrupciones u oscilaciones imprevisibles en los precios. Una situaci¨®n dif¨ªcilmente sostenible de inseguridad y dependencia exterior que puede conducir a crisis energ¨¦ticas.
La energ¨ªa nuclear, salvo en el caso de Francia y B¨¦lgica, no es una fuente mayoritaria, pero s¨ª significativa en la producci¨®n de electricidad en Europa (supone un tercio de toda la producida y algo menos de un cuarto en el caso de Espa?a), pero su sustituci¨®n a corto plazo no es f¨¢cil en un escenario de demanda creciente. Sin embargo, el problema no ha merecido un debate comunitario. En realidad, se ha convertido en un tab¨² del que era mejor no hablar dada la oposici¨®n que suscita en la mayor¨ªa de las opiniones p¨²blicas. Ahora, la presidencia finlandesa de la UE ha decidido iniciar una primera discusi¨®n sobre el tema en la cumbre de esta semana. No en vano, Finlandia es el ¨²nico pa¨ªs de la Uni¨®n que est¨¢ construyendo una nueva planta nuclear.
Resulta urgente definir una estrategia energ¨¦tica europea, que tenga en cuenta factores como la necesidad de medidas de ahorro y eficiencia para recortar el consumo de energ¨ªa sin da?ar el bienestar social. O el desarrollo y la implantaci¨®n de las energ¨ªas renovables, que deben suponer una parte cada vez mayor en el men¨² energ¨¦tico, pero que no est¨¢n recibiendo el apoyo que merecer¨ªan. Pero ya no cabe hacer un planeamiento s¨®lido y serio obviando la energ¨ªa nuclear en la discusi¨®n.
Es evidente que a¨²n est¨¢ lejos el logro de una posici¨®n com¨²n europea. Hay divergencias profundas entre los pa¨ªses y las opiniones p¨²blicas, y algunos de ellos han adoptado decisiones que no pueden ser generalizables. Pero al menos hay que marcar las l¨ªneas del debate, junto con instrumentos que permitan a la Uni¨®n relacionarse con terceros en materia energ¨¦tica y m¨¢s espec¨ªficamente nuclear. No olvidemos que, junto a unos pocos pa¨ªses europeos que mantienen en vigor sus programas nucleares, en el resto del mundo, en particular en Asia, se est¨¢n tomando decisiones que tendr¨¢n consecuencias sobre Europa en el medio ambiente, en los intercambios energ¨¦ticos y en la actividad de importantes sectores econ¨®micos.
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