Traca de torpezas
J. J. P?REZ BENLLOCH
?Pero qu¨¦ provecho pod¨ªa obtener el PP valenciano urdiendo o intentando urdir una comisi¨®n de notables para -seg¨²n han dicho desde el partido- garantizar la independencia e imparcialidad del ministerio fiscal, en realidad del fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de la CV, Ricardo Cabedo? Ya se ha visto: han obtenido un esc¨¢ndalo pol¨ªtico debido al presunto y desma?ado prop¨®sito de fiscalizar al fiscal, presion¨¢ndole. Que se hayan querido matizar las aristas de la maniobra, apelando al plausible prop¨®sito de contribuir al mejor funcionamiento de la justicia, no aten¨²a, y menos apaga, la traca de torpezas que se ha disparado, chamuscado el cr¨¦dito democr¨¢tico del Gobierno auton¨®mico, pues no estamos aludiendo al eventual disparate de un militante incontrolado o marginal. En esta historia, de presidente abajo, se ha mojado lo m¨¢s granado del cogollo dirigente popular.
Y no hablamos a humo de pajas. El vicesecretario regional del PP, Ricardo Costa, ven¨ªa ya dando reiteradas tarascadas contra la -a su criterio- desigual actitud de la fiscal¨ªa para valorar y calificar las conductas, seg¨²n se tratase de miembros de uno u otro partido mayoritario. Entend¨ªa que con los socialistas se era laxo, en tanto que el rigor persegu¨ªa a los populares, no obstante la cantidad e incluso espectacularidad de los indicios y sospechas que abonan las imputaciones contra ¨¦stos. Y tal ha sido la primera torpeza del partido gobernante: no acatar con discreci¨®n los empapelamientos por desmanes que no tuvo el coraje de atajar. Muy al contrario, ha tratado de echarle el muerto a terceros, y nadie m¨¢s id¨®neo que el dedo acusador de la ley.
La segunda torpeza ha consistido en la elecci¨®n de los comisionados que habr¨ªan de supervisar la imparcialidad del ministerio fiscal. Cuesta creer -y eso podr¨ªa abonar la inocencia de esta perversidad- que alguien confiase en la obsecuencia de los elegidos para asumir tan triste cometido m¨¢s o menos edulcorado por el enga?o o la ambig¨¹edad al serles formulada la propuesta. Con excepci¨®n de uno de ellos, militante destacado del PP y supuestamente disciplinado, los dem¨¢s no pod¨ªan avenirse a integrar este engendro de grupo de presi¨®n sobre la fiscal¨ªa. El fiscal Enrique Beltr¨¢n y el juez Fernando Tintor¨¦, ya jubilados, saben adem¨¢s cu¨¢n delicadas -por enviscosas- son las relaciones con el poder pol¨ªtico cuando est¨¢ en juego su condici¨®n de juzgadores. Experiencias no les han faltado. En este caso estaba tambi¨¦n en juego su biograf¨ªa.
Con todo, el masclet de esta traca ha sido, sin duda, la intervenci¨®n del Secretario auton¨®mico de Justicia, Fernando de Rosa, que ni siquiera puede excusarse en su calidad de presidente de la Comisi¨®n de Justicia del PP provincial de Valencia. Tanto un entorchado como otro le imped¨ªan sumarse a este acosamiento que su partido despliega contra el fiscal jefe mentado. Pero si su lealtad partidaria se lo impon¨ªa hab¨ªa de haberse apresurado a desprenderse de su cargo institucional. Ahora lo procedente es que dimita, tanto por haberse involucrado para componer la desdichada y frustrada comisi¨®n como por no haber desarmado los persistentes ataques a la fiscal¨ªa. ?Qu¨¦ ser¨¢, pues, cuando comiencen a calentar banquillo los encausados con vitola del PP por presuntos y variados delitos de corrupci¨®n? ?En qu¨¦ brete se pondr¨¢ a los jueces?
Y tan solo nos queda -aunque por estallar- un peque?o petardo que puede transformarse en una torpeza m¨¢s, exponente de la belicosidad que el PP despliega contra toda instancia que no controla o no se aviene, y tanto m¨¢s a medida que acrece el viento electoral. Nos referimos a la anunciada apelaci¨®n al Defensor europeo del Pueblo por los reparos que pone y rectificaciones que la autoridad comunitaria exige a la reciente Ley de Urbanismo Valenciano (LUV). Otro episodio en el que la prudencia y la discreci¨®n, junto con la diligencia en la ejecuci¨®n de las enmiendas legales, hubiera sido, a nuestro entender, el expediente id¨®neo para echarle tierra a una ley que naci¨® tarde, mal y con demasiado estruendo -el de los miles de damnificados- como para pedir ahora socorros y liarse en pleitos con fundamento m¨¢s que dudoso. Presentimos que el anuncio no pasar¨¢ de farol, y tampoco ser¨¢ la primera vez.
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