Xavi y el otro partido
Pocos jugadores son un term¨®metro m¨¢s fiable para su equipo que Xavi para el Bar?a. ?l dicta la partitura, casi siempre la adecuada, y ¨¦l es quien da paso a los solistas. Si Xavi imanta el bal¨®n, el Bar?a gobierna; si el equipo le pierde de vista, entonces los azulgrana se desnaturalizan, pierden el hilo con su pasado m¨¢s exitoso y su presente m¨¢s rutilante. Desde que Johan Cruyff importara los rondos, el Bar?a se ha caracterizado por su apego a la pelota, por su entrega a arquitectos del magisterio de Guardiola o Xavi. Este fue el punto de partida del Bar?a de Cruyff y se mantiene con la secuela de Rijkaard. Y el transito por Stamford Bridge no fue una excepci¨®n. Cuando Xavi tuvo pulso, en el primer tramo, el Bar?a supo frenar al Chelsea; cuando el equipo perdi¨® la pausa y se olvid¨® del cuatro, el cord¨®n umbilical que le une al juego que le distingue, el partido se disloc¨® en beneficio del Chelsea. Sin timonel, el Bar?a se sinti¨® a la deriva, sometido a un cuerpo a cuerpo con un equipo mucho mejor esculpido f¨ªsicamente, que cuenta con culturistas forrados de m¨²sculos y fibras, caso de Makelele, Essien, Lampard y Ballack, sus cuatro centrocampistas.
Con el choque al gusto del Chelsea, el Bar?a tuvo que aplicar el plan b. Desenchufado Xavi -y, por tanto, perdido el control del juego-, al equipo catal¨¢n le quedaba recurrir a sus reputados tenores, con Ronaldinho al frente de todos. Pero en Londres ninguno dio la nota, con el Gaucho a su aire y fuera de onda y Messi amenazado desde la grada y desde la pradera, por aquello de su asalto con Del Horno de hace un curso. Por su cuenta, con el marcador en contra, uno y otro resultaron irrelevantes; antes del gol de Drogba, guiados por la br¨²jula de Xavi, el grupo se mantuvo s¨®lido, por mucho que Ronaldinho dimitiera desde el inicio. Se?al inequ¨ªvoca de que por encima de los resultados, al Bar?a le encumbra su ideario colectivo, su compromiso con una forma de entender el juego de principio a fin, su afiliaci¨®n a una idea com¨²n que debiera prevalecer por encima de tal o cual megaestrella. De ¨¦stas no han faltado en la entidad barcelonista a lo largo de su centenaria historia, pero el club ha llenado sus vitrinas y ha logrado ser universalmente reverenciado gracias a que su singular idea del juego colectivo. Y nadie lo simboliza y ejecuta mejor que Xavi. ?l es el gu¨ªa, y cuando todos juegan su partido, el del mejor Bar?a, las opciones de victoria se multiplican. Cuando el equipo cambia de tecla, las estrellas no siempre acuden a la cita y puede que salga cruz. Como en Stamford Bridge, donde Xavi comenz¨® por jugar el partido de todos y al final todos decidieron jugar su propio partido.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
