"El Boss nos lleva por donde quiere"
?Sab¨¦is cu¨¢ndo no cabe ni un alma? Pues as¨ª estaba Las Ventas anoche. En el escenario, m¨¢s de quince m¨²sicos enloquecidos tocaban la tuba, la trompeta, el banjo, la guitarra, el viol¨ªn y yo qu¨¦ s¨¦ cu¨¢ntos instrumentos m¨¢s. Uno de ellos era Bruce Springsteen. Yo estaba arriba, en la segunda grada, y puedo decir, sin temor a equivocarme, que al Boss no se le ve el cart¨®n, y no se le ve en ning¨²n sentido.
El concierto se enmarcaba dentro de la gira de presentaci¨®n de su nuevo disco, We shall overcome: the Seeger session, que el m¨²sico de Nueva Jersey dedica a Pete Seeger, cantautor norteamericano, octogenario, super bonico y comunista.
?Sab¨¦is cu¨¢ndo la gente est¨¢ entregad¨ªsima? Pues as¨ª estaba el p¨²blico anoche y desde la primera canci¨®n. Cuando sonaba Old Dan Tucker cre¨ª que llov¨ªa, pero en realidad lo que pasaba es que alguien desde arriba me hab¨ªa tirado su whisky encima. Casi lo agradec¨ª, porque es mejor asistir a un concierto de folk americano oliendo a whisky.
Bien, como dec¨ªa, toda la muchachada estaba en un trance y tarareaban los estribillos a grito pelao; salvo por alg¨²n o¨¦, o¨¦ espor¨¢dico, parec¨ªa que est¨¢bamos en el medio Oeste americano. Yo tambi¨¦n me dej¨¦ llevar y en algunas canciones me imaginaba en una mecedora debajo de un porche, en otras iba en un tren de mercanc¨ªas, de repente estaba en las monta?as Apalache y, cuando me descuidaba, en una iglesia pentecostal cantando gospel. Hago m¨ªa la frase que dijo el que estaba a mi lado: "El Boss nos lleva por donde quiere".
?Sab¨¦is cu¨¢ndo me compr¨¦ mi primer disco de Pete Seeger? Hace ahora tres a?os. Entonces, yo no lo conoc¨ªa. Me lo compr¨¦ por la portada, y despu¨¦s me fui a una manifestaci¨®n contra la guerra de Irak. Oficialmente terminaba en la plaza de Espa?a, pero mis intr¨¦pidos compinches y yo seguimos por Gran V¨ªa cargad¨ªsimos de raz¨®n, direcci¨®n a la puerta del Sol. Media hora despu¨¦s, la polic¨ªa quer¨ªa dispersarnos con sus pelotas de goma, y yo en lo ¨²nico que pensaba era en que no me rompieran las gafas ni el disco. Termin¨¦ la jornada intacto. Ahora s¨¦ que fue el disco de este viejo m¨²sico el que me protegi¨®; supongo que tambi¨¦n ayud¨® que a la primera de cambio saliera corriendo y me metiera en un bar.
Por cierto, en mi boda me regalaron un banjo de cinco cuerdas y estoy buscando profesor.
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