"La guerrilla espa?ola contra Napole¨®n fue una revoluci¨®n"
Escribir la Historia desde abajo, desde los testimonios de aquellos que sufren las guerras y no desde las declaraciones de los que planifican las batallas en un palacio, figura como el objetivo b¨¢sico del trabajo del historiador Ronald Fraser. Nacido en Hamburgo en 1930 y formado en Inglaterra y en Estados Unidos, Fraser se dio a conocer a los lectores espa?oles con Recu¨¦rdalo t¨², recu¨¦rdalo a otros, una historia oral de la Guerra Civil. Con el mismo m¨¦todo y la misma intenci¨®n acaba de publicar La maldita guerra de Espa?a (Cr¨ªtica), subtitulada Historia social de la guerra de la Independencia. Con un aire apacible y profesoral, explic¨® en la sede de su editorial en Madrid las claves de aquel conflicto.
PREGUNTA. ?Fue una paradoja que muchos espa?oles ilustrados apoyaran a Napole¨®n y la invasi¨®n francesa?
RESPUESTA. S¨ª, es cierto que represent¨® una paradoja. Ahora bien, prevaleci¨® la actitud de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n que ten¨ªa un sentido colectivo de ser espa?oles, basado en la fe cat¨®lica com¨²n y en la Monarqu¨ªa. Esa mayor¨ªa social se indign¨® por el hecho de que un aliado, como Francia, ocupara militarmente Espa?a.
P. ?La lucha contra los franceses aglutin¨® a todos los sectores sociales? ?Fue un¨¢nime?
R. La resistencia fue bastante generalizada, aunque cada grupo social ten¨ªa intereses distintos. El pueblo llano defend¨ªa a su familia, sus tierras comunales, sus aldeas... Entretanto, los ricos luchaban por mantener sus riquezas y sus privilegios y la Iglesia se negaba, en general, a sufragar la lucha con el dinero que ten¨ªa. En definitiva, esa uni¨®n sagrada contra la invasi¨®n francesa es un mito que se aliment¨® despu¨¦s para crear la idea de una naci¨®n espa?ola.
P. Aunque exist¨ªan algunos precedentes de guerrillas, esta forma de combatir alcanz¨® su mayor expansi¨®n con la guerra de la Independencia.
R. Es cierto que no es un invento propiamente espa?ol, pero nunca se hab¨ªa utilizado esa t¨¢ctica en territorios tan amplios y con tantos guerrilleros implicados. El surgimiento de la guerrilla en 1808 responde a la invasi¨®n de las tropas napole¨®nicas, claro est¨¢, y tambi¨¦n al fracaso del Ej¨¦rcito regular espa?ol, que estaba mandado por arist¨®cratas. En algunas regiones, como Galicia y Catalu?a, la guerrilla se limita a defender su territorio de la ocupaci¨®n extranjera. Pero en el resto de Espa?a las guerrillas son grupos muy m¨®viles, que se concentran en desgastar al enemigo y en capturar armas y v¨ªveres. Las partidas m¨¢s numerosas, con m¨¢s de un millar de guerrilleros, se formaron en toda la franja norte de Espa?a porque en su mayor parte estos patriotas eran trabajadores agr¨ªcolas o labradores, entendido este t¨¦rmino como agricultores con dominio ¨²til. Este modo de combatir result¨® muy eficaz y permiti¨® una resistencia tenaz. En realidad, la lucha guerrillera y el apoyo de Inglaterra a Espa?a hicieron posible derrotar a las tropas francesas.
P. ?C¨®mo fueron las relaciones entre el Ej¨¦rcito regular y la guerrilla?
R. Con algunas excepciones, el Ej¨¦rcito se mantuvo fiel a los m¨¦todos antiguos y observ¨® a la guerrilla como una intromisi¨®n de los civiles en la vida militar. Hay que tener en cuenta que la aparici¨®n de la guerrilla signific¨® una ruptura con el Antiguo R¨¦gimen absolutista. Es m¨¢s, todos los gobiernos que se suceden entre 1808 y 1814, las juntas supremas, intentan controlar a las guerrillas y ponerlas bajo el mando del Ej¨¦rcito. La guerrilla contra Napole¨®n supuso una revoluci¨®n desde abajo, desde el pueblo, que los gobiernos no estaban dispuestos a tolerar.
P. ?Cu¨¢l era la ideolog¨ªa dominante en la guerrilla?
R. Resulta dif¨ªcil definir la ideolog¨ªa guerrillera durante los a?os de guerra, m¨¢s all¨¢ de la voluntad com¨²n de expulsar a las tropas napole¨®nicas. No obstante, durante el trienio liberal, entre 1820 y 1823, el n¨²mero de guerrilleros que respaldaron a los realistas doblaba a los partidarios de la Constituci¨®n de C¨¢diz. De alg¨²n modo, podemos afirmar que la guerrilla fue la cristalizaci¨®n de una lucha popular que deseaba la continuidad de la Monarqu¨ªa borb¨®nica, pero con reformas.
P. La resistencia estaba tan empe?ada en expulsar a los franceses como Napole¨®n en ganar la guerra a toda costa, una guerra que le perdi¨®, seg¨²n confes¨® en su destierro.
R. En los otros pa¨ªses ocupados por Napole¨®n, salvo revueltas aisladas, las ¨¦lites y el pueblo llano aceptaron las reformas. Pero Napole¨®n no tuvo en cuenta la identidad colectiva de los espa?oles y al emperador le pudo el orgullo de dominar Espa?a como si se tratase de un pa¨ªs sat¨¦lite de Francia. Napole¨®n se encontr¨® en un callej¨®n sin salida porque si abandonaba Espa?a, dejaba el pa¨ªs abierto para los ingleses, sus principales enemigos. Adem¨¢s, cometi¨® errores graves como intentar segregar la Espa?a situada al norte del r¨ªo Ebro y gobernarla desde Par¨ªs, una posibilidad que indign¨® a los patriotas espa?oles.
P. ?C¨®mo ha recopilado toda la ingente documentaci¨®n para escribir el libro?
R. He trabajado durante seis a?os en esta obra y habr¨¦ repasado unos 50.000 documentos en una labor similar a la de un arque¨®logo que va uniendo piezas porque escasean las descripciones generales del pueblo llano en una ¨¦poca donde el 85% de la poblaci¨®n era analfabeta. Mis ayudantes y yo hemos investigado en archivos nacionales, regionales y locales tanto en Espa?a como en Francia y en el Reino Unido.
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