El primer poeta norteamericano
Si preguntamos a un lector espa?ol si cree que el famoso y monumental ¨²nico libro po¨¦tico de Walt Whitman (1819-1892), Hojas de hierba, est¨¢ enteramente traducido al espa?ol, probablemente dir¨¢ que s¨ª y acertar¨¢, creo que sin darse cuenta, pues la edici¨®n que hoy presentamos es la ¨²nica completa que existe en nuestra lengua, y se edit¨® en Ecuador en 1953 (por la minoritaria Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito), es decir, tuvo una difusi¨®n m¨ªnima y hace mucho tiempo que est¨¢ agotada. Es m¨¦rito de la editorial Visor publicarla de nuevo (por vez primera entre nosotros) biling¨¹e adem¨¢s y con la bibliograf¨ªa renovada. Para la inmensa mayor¨ªa no ser¨¢ un nuevo encuentro sino un descubrimiento absoluto. Ya que durante muchos a?os -demasiados- la obra l¨ªrica de Whitman (una de las cumbres absolutas de la po¨¦tica moderna) se ha conocido en lengua espa?ola s¨®lo en antolog¨ªas y frecuentemente muy cortas.
HOJAS DE HIERBA
Walt Whitman
Traducci¨®n y pr¨®logo de Francisco Alexander
Visor. Madrid, 2006
1.136 p¨¢ginas. 40 euros
Hojas de hierba -adem¨¢s de
sucesivos y muy importantes prefacios que esas antolog¨ªas no recogen- consta de un total de 389 poemas, algunos muy breves, y muchos bastante amplios. La m¨¢s abarcadora de las antolog¨ªas espa?olas -la de Concha Zardoya, editada en Madrid en 1946- traduce s¨®lo 150, y parece amplia. En cuanto a la primera que apareci¨® en espa?ol, la del uruguayo Armando Vasseur (su m¨¦rito haberse editado en 1912) traduce s¨®lo 83. Sin embargo, Whitman nos suena familiar y cercano -aunque seg¨²n Alexander esas traducciones citadas eran adem¨¢s deficientes- porque algunas breves antolog¨ªas posteriores se deben a nombres tan preclaros como Le¨®n Felipe, que tradujo el Canto a m¨ª mismo (1950, muy reeditado) consider¨¢ndose a s¨ª propio poeta de estirpe whitmaniana, o como Jorge Luis Borges, tambi¨¦n declarado devoto del norteamericano, y cuya corta selecci¨®n se edit¨® (asimismo ha sido ampliamente reeditada) en 1969. Por no hablar -para la supuesta familiaridad con el poeta- de la c¨¦lebre oda de Lorca. Hay, por supuesto, m¨¢s antolog¨ªas argentinas o chilenas, pero s¨®lo es ¨ªntegra -y muy cuidada- esta rara edici¨®n hoy rescatada o casi descubierta. Del ya fallecido traductor, Francisco Alexander, sabemos que fue music¨®logo y poeta, y que vivi¨® mucho tiempo, aunque ecuatoriano, en Estados Unidos. ?l mismo a?ade en su pr¨®logo que fue buen amigo de otro raro ecuatoriano, fino poeta de estirpe surrealista, Alfredo Gangotena, que escribi¨® buena parte de su obra en franc¨¦s y que fue el primer lector de las versiones que Alexander, a su decir, comenz¨® a hacer por placer propio.
Whitman fue el primer poeta estrictamente norteamericano, y no un continuador (m¨¢s o menos brillante como Poe o Longfellow) de la literatura inglesa. Escribi¨® de un modo versicular y nuevo, celebrando la vida, el amor -homosexual o "de los camaradas" en la secci¨®n 'Calamus'-, la democracia y la renovada energ¨ªa del continente. Whitman pretendi¨® una ¨¦pica nueva no desligada del canto l¨ªrico, y su frescura, su vitalidad novedosa sigue siendo un milagro. Tuvo problemas con la censura (y hasta se asust¨® a veces) por las acusaciones que parte de la obra recibi¨® de inmoralidad, algo muy frecuente en el XIX, y es que -muy por encima de sus pacatos detractores- Whitman fue, en todo, un gran sensualista, y no vio nada malo en ello, sino en la sexualidad una estupenda fuerza positiva. Hojas de hierba se edit¨® por vez primera en 1855, y se fue aumentando en sucesivas ediciones, hasta la de 1891. Jos¨¦ Mart¨ª, en sus cr¨®nicas neoyorquinas, ya nos habl¨® de ¨¦l. Pese a ello (y tiene raz¨®n) Alexander sostiene que la grandeza de Whitman se percibe sobre todo en su obra completa y ¨²nica. La pegada aumenta, desde luego. Termin¨®, en Camdem, casi como el patriarca de unos Estados Unidos que probablemente hoy no reconocer¨ªa, y no hablo de lo f¨ªsico obviamente. Es raro decir (tanto suena su nombre) que Hojas de hierba, casi ahora por primera vez, va a enfrentarse con el gran p¨²blico de habla espa?ola. Una rareza, jubilosa.
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