"Si me quer¨¦i, ?irse!"
Las cabezas de los toros de lidia, sacrificados en una tarde de sol de anta?o y colgadas como trofeos b¨¢rbaros en las paredes, a nadie dejan indiferente. De estas v¨ªctimas, tambi¨¦n de las m¨¢s polvorientas y apolilladas, tambi¨¦n de las que han perdido un ojo de cristal, tambi¨¦n de las que se les cuartea el morro reseco como charol de zapato viejo, emana un aura de tragedia y radiaciones tel¨²ricas. A un periodista catal¨¢n destacado en Madrid, la cabeza de un toro sobre la barra de un bar le sopla los secretos de la pol¨ªtica; lo que se cuchichea en rec¨®nditos despachos, el toro se lo cuenta; y no me extra?a, porque tambi¨¦n a m¨ª me habla la cabeza de un toro, de la ganader¨ªa de Pedro Domecq, lidiado en Valencia en las ferias de San Jos¨¦ del a?o 1974, y colgado en un sal¨®n de paso, un sal¨®n de tr¨¢nsito hacia la terraza, conocida y frecuentada s¨®lo por algunos j¨®venes que saben d¨®nde encontrar lo ¨®ptimo, del Hogar Extreme?o. No hay sitio mejor para desertar. El toro me habla con facundia febril, y dice verdades como pu?os, demostrables y eternas, aunque confusas, como la d¨¦lfica Sibila con labios enloquecidos en el fragmento de Her¨¢clito. M¨¢s vale que las calle. En efecto, en este espacioso entresuelo del Portal de l'?ngel, de Barcelona, bajo techos artesonados, frente a la mirada ciega de las gafas negras de Porrina de Badajoz en su calendario y junto a las baldas llenas de licor de bellota Sabey, nos hallamos no s¨®lo en un magn¨ªfico escondite sino, literalmente, en sagrado: signos judaicos y estrellas de David que se ven en los ornamentos y cristaler¨ªas indican que el piso fue antes una sinagoga, y como templo, umbral de otro mundo; lo repiten las vitrinas que preservan la imagen y los espl¨¦ndidos mantos de la Virgen de Guadalupe, patrona de Extremadura. Estrella de David, toro minoico, virgen cristiana: ese sincretismo de imaginer¨ªa judaica, cat¨®lica y polite¨ªsta merecer¨ªa, para ser glosado debidamente, la pluma del genio plural Mario Roso de Luna, escritor, astr¨®nomo, descubridor de una estrella en la constelaci¨®n del ?uriga a la que la Academia de las Ciencias de Par¨ªs bautiz¨® "Cometa Roso de Luna", y conocido en su tiempo como El mago de Logros¨¢n, por ser natural de esa localidad cacere?a y por su sabidur¨ªa en ciencias ocultas, en gnosis, astrolog¨ªa y teosof¨ªa.
El Hogar Extreme?o despliega una actividad c¨ªvica notable, celebra encuentros culturales y deportivos, mantiene una somera biblioteca de autores de aquella regi¨®n, en la que no pod¨ªan faltar algunos libros de la Biblioteca de las maravillas de Mario Roso, y los s¨¢bados por la noche la terraza bajo las estrellas invisibles del cielo barcelon¨¦s est¨¢ abarrotada, y el bar interior tambi¨¦n rebosa de humanidad festiva e iniciada, desde el largo mostrador hasta las vitrinas de la pared de enfrente, que albergan una serie infinita de trofeos, pendones, trajes t¨ªpicos, copas de plata. Vitrinas tan largas y nutridas s¨®lo las hab¨ªa visto yo en el domicilio madrile?o de Lola Flores, y cuando le manifest¨¦ a la gran artista mi asombro por las distinciones que atesoraba, me respondi¨® en un tono de indiferencia impostada: "Pues s¨ª, alguna medalla me han dao... la verd¨¢ es que las tengo ya toas; bueno, toas-toas no; me farta una". Esa "Una" la pronunci¨® con may¨²sculas, y marc¨® una pausa teatral. Por supuesto, quise saber cu¨¢l era la medalla que le negaban seres cicateros, o envidiosos o ciegos.
-La medalla ar m¨¦rito en el trabajo. Bah, ser¨¢ que no la habr¨¦ meres¨ªo, despu¨¦s de llevar el nombre de Espa?a por los escenarios del mundo entero durante treinta a?os...
Por aquellas fechas la Inspecci¨®n de Hacienda la hab¨ªa castigado con una multa cuantiosa, y para saldar la deuda estaba escribiendo sus memorias.
-...Ya tengo er t¨ªtulo: ?Lo que pas¨¦ en el banquillo, shiquillo! ?Qu¨¦ le parese?
-Magistral, Lola, como todo lo suyo.
No hab¨ªa ni hay una punta de iron¨ªa en mi rendida admiraci¨®n. Para agradecerla, y para que yo recordase nuestra charla, me regal¨® un retrato oficial en el que un flou dens¨ªsimo rejuvenec¨ªa su rostro castigado por la experiencia. Detr¨¢s de aquella nube las arrugas hab¨ªan desaparecido y Lola parec¨ªa una jovencita, un ¨¢ngel desva¨ªdo, aunque los ojos revelaban su indomable temperamento. Pocos meses despu¨¦s le concedieron por fin la deseada medalla, y todav¨ªa un poco despu¨¦s, cuando una multitud manifestaba hacia ella, con motivo de una boda, un fervor tan apasionado que amenazaba cat¨¢strofe, Lola se dirigi¨® a la gente en los siguientes t¨¦rminos:
-Si me quer¨¦i, ?irse!
Y ahora, recordando su sonrisa en esa foto a trav¨¦s de la nube de flou, y a la luz del cometa Roso de Luna, que recorre la b¨®veda celeste y pasa, invisible, sobre el Hogar Extreme?o, mientras el toro "profiere cosas tristes / sin aroma ni acento", pienso, con solipsismo inverso, que s¨ª, que la obedecimos y nos fuimos.
museosecreto@hotmail.com
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