Los intocables
Un amigo catedr¨¢tico dice que la sociedad espa?ola ten¨ªa antes unos intocables que eran los militares. Dijeran lo que dijeran, siempre ten¨ªan raz¨®n y sus cuarteles estaban repletos de verdades absolutas. Algo hemos ganado, porque ahora los intocables son los inquilinos de las universidades. Siempre tienen raz¨®n. Su verdad es absoluta y no hay gobierno, instituci¨®n o sociedad que se atreva a cuestionarlos. Catedrales, cuarteles y universidades siempre han condicionado nuestra verdad y saber.
En la Comunidad Valenciana la historia es prolija en discusiones por la posesi¨®n de la verdad frente a la universidad. El presidente Joan Lerma se las vio con Ramon Lapiedra, rector de la Universitat de Val¨¨ncia. El presidente Eduardo Zaplana, con Andr¨¦s Pedre?o, rector de la Universidad de Alicante. Y el presidente Francesc Camps, con el rector de la Universitat Jaume I de Castell¨®n, Francisco Toledo. ?Qu¨¦ quieren los rectores que andan siempre abroncados con el poder constituido, sean cuales sean la excusa y el color pol¨ªtico?
Podr¨ªa ser que quienes quieren algo sean los pol¨ªticos, que les encanta meterse en las competencias de una instituci¨®n que alardea de autonom¨ªa en sus derechos. El consejero Justo Nieto, que viene de ser rector en la Polit¨¦cnica de Valencia, es ahora un entusiasta de este intervencionismo, como lo demuestra en el proyecto de Ley de Coordinaci¨®n del sistema universitario. Pero tiene que haber algo m¨¢s que la confrontaci¨®n pol¨ªtica. Porque los roces tambi¨¦n se extienden entre el cuerpo de gesti¨®n de las universidades y la propia sociedad. No es una simple cuesti¨®n de rebeld¨ªa institucional. Algo pasa para que la sociedad ni sus instrumentos democr¨¢ticos, pol¨ªticos y civiles, puedan, siquiera, cuestionar la labor de la universidad. Son intocables.
Nadie puede plantear las reglas de juego con que se rige internamente una universidad, la que sea, aunque todos sepamos c¨®mo se montan los tribunales para las oposiciones, se priman las carreras m¨¢s golosas o se pactan los presupuestos para la investigaci¨®n en funci¨®n de intereses creados. El derecho a hablar de esto o de cualquier otra cosa se considera un ataque directo a las estructuras de la autonom¨ªa universitaria. En un reciente consejo social de la UJI ni siquiera pudo tomarse en consideraci¨®n que los togados fueran bien vestidos para cumplir el rito ?Anatema! No se puede poner en tela de juicio lo que haga el templo del saber.
Seg¨²n el presidente de la Conferencia de Rectores, Juan V¨¢zquez, el estudiante es el sujeto de las universidades, no el objeto, y estas deben de atender la calidad docente, la excelencia en la investigaci¨®n y producir y transferir ideas productivas. ?Es este el objetivo de las universidades valencianas? No lo sabemos, porque no se puede dudar de algo perfecto por definici¨®n propia.
Los presupuestos de un Ayuntamiento son analizados en los plenos y las auditor¨ªas controlan las empresas privadas. De las universidades s¨®lo podemos deducir, por los informes de control del S¨ªndic, que hay departamentos que exprimen el euro y otros que se pegan a rueda de presupuesto y desarrollan una gran sociedad an¨®nima con accionistas exclusivos. Pero no se pueden dar nombres ni cuestionar qu¨¦ hacen con el dinero p¨²blico. Son intocables.
En la universidad hay libertad de c¨¢tedra, de expresi¨®n, pero no de conocimiento. Los postulados de quienes dirigen un departamento o una especialidad son intocables. La universidad debe anticiparse a las necesidades de la sociedad, pero no reconoce a la sociedad el derecho a plantear sus necesidades formativas. Por eso el propio V¨¢zquez dice que los m¨¦todos de ense?anza de las universidades espa?olas se han quedado obsoletos. ?Pero qui¨¦n le plantea eso a un sabio que gan¨® su c¨¢tedra hace cien a?os?
Ahora hasta la ministra Mercedes Cabrera, con su proyecto de convergencia europea pactado por todos en Bolonia, se encuentra con que le cuestionan hasta la forma como est¨¢ reconstruyendo todo este proceso. El rector Toledo lo lleg¨® a calificar en su discurso de apertura del curso como "unas ideas revolucionarias", simplemente porque cuestiona el tiempo que los mentores van a disponer de la vida de un estudiante. Pero no se preocupen, como esa reforma no lleva mucho dinero en las alforjas, volver¨¢ a quedarse en un caj¨®n y parir¨¢n un rat¨®n que mantenga el juego de intereses de los grupos de presi¨®n universitarios.
La universidad espa?ola y en nuestro caso la valenciana se ha encerrado en una torre de marfil frente a una sociedad que s¨®lo tiene el derecho a pagar el diezmo, ignorar en qu¨¦ se gasta y quedarse sin preguntar qu¨¦ hacen sus hijos ah¨ª dentro, am¨¦n de aliviar las cifras del paro entre los j¨®venes.
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