Del robaperas a la corrupci¨®n
Anta?o, la Guardia Civil caminera persegu¨ªa a desgraciados robaperas y salteadores de gallineros. Hoga?o, los robaperas y salteadores de gallineros, delinquen en Rolls Royce, viven en inaccesibles y elegantes mansiones, se protegen con pretorianos y leguleyos, sientan en su mesa a concejales, alcaldes y aun a cargos de mayor enjundia y bocamanga laureada, y los untan, llegado el caso, con bolsas de basura, maletines o cuentas en ex¨®ticos para¨ªsos, migajas, en fin, de los nuevos epulones, no para los hambrientos, sino para los vendidos y los bandidos. Y es que a tales individuos no les interesan los frutales, ni las aves de corral, ni el paisaje, ni el medio ambiente, ni todas esas garambainas: les interesan los terrenos, las viejas casas rurales, las ca?adas, el suelo de los bosques de ¨¢rboles centenarios y especies protegidas, todo cuando pueda ser PAI, con la varita m¨¢gica de la recalificaci¨®n y la argucia, o finca de recreo y ostentaci¨®n, donde antes se levantaba una modesta barraca de aperos. A ver si la brutal y arbitraria destrucci¨®n de este pa¨ªs la detienen la conciencia de los pueblos, los grupos de ciudadanos responsables, los partidos pol¨ªticos progresistas y de izquierda, y la anunciada Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, a trav¨¦s de sus Equipos Especializados en Delitos Urban¨ªsticos. El trabajo es urgente. Y el espect¨¢culo, democr¨¢ticamente denigrante. El espect¨¢culo, verbi gratia, que se mont¨® en las Cortes Valencianas, donde el PP y el PSPV se lanzaron "acusaciones sobre los intereses urban¨ªsticos de los alcaldes de sus respectivos partidos". Se?or¨ªas, en llegando a este punto, ju¨¦guenselo a las porras, que tanto da, si no ponen fin, unos y otros, y todos, a tama?o estrago. Nada f¨¢cil, si continua creciendo esa mafia del ladrillo, como la ha calificado, con toda precisi¨®n, Gaspar Llamazares. Mafia que act¨²a "con una total sensaci¨®n de impunidad, con hechos consumados a los que la Administraci¨®n siempre llega tarde". Por eso, cuando Joan Ignasi Pla, en Alicante, manifest¨® que ni desautorizaba ni avalaba la gesti¨®n urban¨ªstica del alcalde de Catral, pero que estudiaba la posibilidad de sancionar al regidor, una vez conocidas las circunstancias y en posesi¨®n de todos los datos referentes a la presunta infracci¨®n, estaba sentando una norma de higiene y disciplina urban¨ªsticas, que probablemente tendr¨ªa que aplicar a otros regidores de su formaci¨®n. Y si el PP hiciera lo propio, lo que resulta harto dudoso, y m¨¢s laborioso, qu¨¦ paso tan plausible el de nuestra autonom¨ªa, para erradicar tantos intereses espurios, tanta especulaci¨®n obscena y tanto saqueo de nuestro com¨²n patrimonio. Y es que la corrupci¨®n que invade ciudades y pueblos, montes y campos, playas y costas, ha llegado ya a un grado de saturaci¨®n insoportable, y su hedor delata las covachuelas y los yates donde se siguen urdiendo tan execrables pr¨¢cticas. Si esto contin¨²a as¨ª, un d¨ªa el Pa¨ªs valenciano se acostar¨¢ en su casa y se levantar¨¢ en un campo de golf.
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