"Abrir los mercados no es el nirvana"
Pascal Lamy (Levallois-Perret, Francia, 1947) lleva las riendas desde mayo de 2005 de la agitada Organizaci¨®n Mundial de Comercio (OMC), la mesa de operaciones donde ventilan con toda crudeza sus diferencias desde los pa¨ªses m¨¢s ricos a los m¨¢s pobres. La organizaci¨®n se ha convertido, desde el estallido de la conferencia de Seattle en 1999, en el blanco de las iras del movimiento antiglobalizaci¨®n, que ve en el sistema de intercambios internacionales la causa de las profundas desigualdades entre pa¨ªses y la imposibilidad de erradicar la pobreza de los m¨¢s atrasados.
En el proceloso mar de relaciones comerciales, Lamy trata de alcanzar un acuerdo en el marco de las negociaciones del ciclo de Doha, llamado pretenciosamente del desarrollo. Una nueva perspectiva consagrada en su declaraci¨®n que sostiene que la liberalizaci¨®n del comercio, objetivo fundacional de la OMC, deber¨¢ servir tambi¨¦n para impulsar el crecimiento y, sobre todo, el desarrollo de los pa¨ªses.
"La OMC es un blanco f¨¢cil [para el movimiento antiglobalizaci¨®n] porque es m¨¢s f¨¢cil de identificar. Es el chivo expiatorio m¨¢s investigado"
"La pobreza y el hambre se pueden y se deben resolver. Cuando en la ONU se adoptaron los objetivos del milenio, ya se vio que no era una quimera"
"Hago todo lo posible para facilitar la entrada de Rusia en la OMC. Por el lado ruso hace falta una aceptaci¨®n de reglas. Este precio se negocia"
Pregunta. Algunos l¨ªderes nada sospechosos, como el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Ben S. Bernanke, o m¨¢s decididamente el premio Nobel de Econom¨ªa Joseph Stiglitz, reconocen que la globalizaci¨®n tambi¨¦n ocasiona da?os colaterales.
Respuesta. Es cierto, Stiglitz de una manera m¨¢s acad¨¦mica y Bernanke en el simposio econ¨®mico de Jackson Hole, en el fondo lo que dicen, y en lo que yo estoy de acuerdo, es que no hay garant¨ªa de que la globalizaci¨®n aporte autom¨¢ticamente beneficios correctamente a todos. Los grandes autores de las teor¨ªas econ¨®micas dicen que el comercio internacional es como la tecnolog¨ªa; se modifican las ventajas comparativas y entonces se crean ganadores y perdedores. Y eso precisa pol¨ªticas p¨²blicas.
P. La OMC propone la liberalizaci¨®n del comercio como la gran palanca para el desarrollo. Defiende la doctrina cl¨¢sica liberal de que el comercio favorece la especializaci¨®n y las siguientes secuencias del crecimiento y el desarrollo. ?As¨ª de simple?
R. Una base te¨®rica, una base ideol¨®gica, sobre la que nosotros trabajamos es efectivamente que la apertura de los intercambios favorece el crecimiento, que puede ayudar a reducir la pobreza, pero se necesita adem¨¢s que se re¨²nan ciertas condiciones. El crecimiento y el desarrollo dependen tambi¨¦n de las condiciones pol¨ªticas, econ¨®micas, humanas, de la calidad del sistema econ¨®mico. Y esta calidad se eval¨²a en las infraestructuras, el transporte, las telecomunicaciones, la energ¨ªa, los recursos humanos, la formaci¨®n, el acceso a la utilizaci¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas, etc¨¦tera. Los pa¨ªses que se desarrollan crean las condiciones ambientales para que el mercado funcione.
P. Pero hasta ahora el aumento del crecimiento no ha supuesto una reducci¨®n de las desigualdades, ?no?
R. Abrir los mercados no significa el nirvana garantizado. Es condici¨®n necesaria, pero no suficiente para el desarrollo. Habr¨ªa que sustituir el conocido Consenso de Washington, de hace 15 a?os, por lo que yo ambiciosamente llamo Consenso de Ginebra. Se basa en nuestra idea de la Ayuda al Comercio. Queremos ir m¨¢s all¨¢ del per¨ªmetro cl¨¢sico de la OMC, que impulsa la liberalizaci¨®n del comercio. Aunque no somos una agencia de desarrollo, intentaremos movilizar a los donantes bilaterales y multilaterales, y al Banco Regional de Desarrollo, para redistribuir los recursos destinados a la ayuda al desarrollo hacia las ¨¢reas que son m¨¢s creadoras de comercio. Por ejemplo, si un cultivador de flores en Ruanda produce plantas en muy buenas condiciones gracias al clima y a los costes salariales, pero el tiempo de transporte hasta los restaurantes de Nairobi es tan largo que llegan mustias, no le sirven de nada sus mejores condiciones. De nada le sirve tampoco que exista un arancel cero para penetrar en el mercado norteamericano o europeo si adem¨¢s hay una norma de residuos de pesticidas que no la puede cumplir porque no tiene el equipamiento necesario.
P. ?Considera que la OMC es una organizaci¨®n democr¨¢tica?
R. Si los miembros de la OMC son democr¨¢ticos, y lo son la gran mayor¨ªa, entonces la organizaci¨®n es democr¨¢tica. Es el reflejo de la voluntad de los Estados. ?sta es la teor¨ªa. En la pr¨¢ctica, yo reconozco que el Tratado de Westfalia tiene m¨¢s de 350 a?os, y que est¨¢ un poco obsoleto. La legitimidad de la OMC est¨¢ en el hecho de que las decisiones est¨¢n tomadas por consenso, y que desde este punto de vista, la calidad de la legitimidad es m¨¢xima. Aqu¨ª no hay un Consejo de Seguridad, no hay derecho de veto. Ahora bien, aunque en teor¨ªa todos los miembros son iguales, la realidad es que unos son m¨¢s iguales que otros. Pero, desde el punto de vista de los criterios institucionales, es una organizaci¨®n extremadamente democr¨¢tica por la igualdad de participaci¨®n en el mecanismo de toma de decisiones.
P. ?Por qu¨¦ la OMC es el blanco del movimiento antiglobalizaci¨®n?
R. Porque el aumento del comercio internacional es la parte m¨¢s visible de la globalizaci¨®n, la m¨¢s emergente, la punta del iceberg de la globalizaci¨®n. La OMC es un blanco f¨¢cil porque es m¨¢s f¨¢cil de identificar. Es el chivo expiatorio m¨¢s investigado. Todo chivo expiatorio tiene un aspecto tot¨¦mico. Tiene que estar erecto, tiene que tener color, tiene que tener forma. Por eso se la ha elegido, porque tiene todo esto. Tiene un color, una forma y es muy visible.
P. ?Pero todas las cr¨ªticas a la OMC son consecuencia ¨²nicamente de que es un blanco f¨¢cilmente identificable?
R. Es la cr¨ªtica al sistema capitalista. Yo mismo, en cierta manera, soy un cr¨ªtico del sistema capitalista. Karl Marx fue tambi¨¦n librecambista. Pensaba que la apertura de los mercados y el aumento de intercambios era una condici¨®n necesaria para el desarrollo econ¨®mico.
P. ?Cree que lograr el fin de la pobreza o del hambre en el mundo es una quimera?
R. No, no, en absoluto. La pobreza y el hambre se pueden y se deben resolver. Cuando se adoptaron los objetivos del milenio en la ONU, ya se decidi¨® que esto no era una quimera. Se acord¨® que era un objetivo que Europa y otros pa¨ªses pod¨ªan alcanzar. Si se mira a Asia, por ejemplo, creo que no hay ninguna duda de que es la apertura, la modernizaci¨®n, y la mejora de los intercambios, de las econom¨ªas, de la educaci¨®n, lo que hace que un continente con cientos de millones de personas que eran pobres hace tan s¨®lo 20 a?os ahora ya no lo son. Y otros que eran pobres hace 10 a?os ya no lo son. Y otros que se equivocaron y siguen siendo pobres con sistemas pobres.
P. Si finalmente fracasan las negociaciones de la Ronda de Doha, de car¨¢cter multilateral, y paralelamente aumentan los acuerdos bilaterales que promueven Estados Unidos y la Uni¨®n Europea, con los pa¨ªses emergentes de Asia y Brasil, ?qu¨¦ efectos tendr¨¢ para los pa¨ªses menos desarrollados?
R. Hay por parte de los norteamericanos y de los europeos una yuxtaposici¨®n y coexistencia entre un proceso de apertura bilateral y otro de apertura multilateral. Esto funciona as¨ª desde hace 50 a?os. En general ha habido muy buenas sinergias entre estos dos procesos. Este impulso puede ser positivo si los acuerdos bilaterales no sustituyen un sistema multilateral, sino que lo complementan. Los acuerdos bilaterales por s¨ª solos no son suficientes, dado que son de menor eficacia y mucho m¨¢s injustos en el plano pol¨ªtico. Si un pa¨ªs africano de 20 millones de habitantes negocia con Europa, China o Estados Unidos, la relaci¨®n de fuerzas es enormemente desequilibrada. Si se quiere mantener que una de las prioridades es reducir las desigualdades heredadas del pasado colonial del sistema comercial internacional, los acuerdos bilaterales las refuerzan. Yo no digo que los acuerdos bilaterales no tengan alguna virtud, pero refuerzan las desigualdades entre pa¨ªses ricos y pa¨ªses pobres. Mientras que en las negociaciones multilaterales como las de la OMC, todos los pa¨ªses tienen el mismo peso.
P. Usted dice que una de las causas del atasco de las negociaciones es la resistencia de Estados Unidos a reducir las elevadas subvenciones a sus agricultores.
R. El problema esencial es la agricultura. Hay al menos otros 15 temas, pero el bloqueo se ha producido por la resistencia a reducir las subvenciones agr¨ªcolas de Estados Unidos y la apertura de mercados de la UE. Hay cuatro posiciones: la de Estados Unidos, que debe pagar con una reducci¨®n de sus subvenciones agr¨ªcolas para obtener m¨¢s acceso a otros mercados. Un segundo grupo formado por la Uni¨®n Europea, similar pero con diferencias, pues Europa ya ha reformado su Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n (PAC), mientras EE UU a¨²n no ha cambiado su Farm Bill. Los japoneses, suizos, noruegos y coreanos est¨¢n tambi¨¦n en el segundo grupo con los europeos. Hay un tercer grupo de pa¨ªses en desarrollo que quieren que EE UU reduzca las subvenciones agr¨ªcolas que perturban los intercambios y que a su vez tienen que pagar bastante abriendo sus mercados industriales a americanos y europeos. Son los pa¨ªses competitivos en materia agr¨ªcola, como Brasil, Argentina, Tailandia y Malaisia. Hay un cuarto grupo tambi¨¦n de pa¨ªses en desarrollo, que quieren lograr una reducci¨®n de las subvenciones agr¨ªcolas, pero sin pagar mucho en materia de acceso a mercados, porque tienen una poblaci¨®n agr¨ªcola real muy importante y que una peque?a dosis de importaciones agr¨ªcolas puede poner en peligro la supervivencia de su poblaci¨®n agraria. Es el caso de India, China e Indonesia y ciertos pa¨ªses africanos. Tenemos, pues, estas cuatro posiciones y la m¨ªa, que es neutral.
P. Si los pa¨ªses industriales logran aumentar sus exportaciones de manufacturas industriales a los pa¨ªses en desarrollo y ¨¦stos consiguen m¨¢s ventajas para vender sus productos agr¨ªcolas, ?condenamos a ¨¦stos a que en el futuro carezcan de una industria propia?
R. No. El trato no es ¨¦ste. La realidad no es que los pa¨ªses pobres exportan m¨¢s en agricultura, y los ricos venden m¨¢s productos manufacturados. Tenemos pa¨ªses pobres que son muy exportadores de productos manufacturados, como China. Tenemos tambi¨¦n pa¨ªses ricos que son exportadores muy fuertes de productos agr¨ªcolas; por ejemplo, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda. No es un problema Norte-Sur, ni de agricultura contra industria. Es simplemente que los pa¨ªses desarrollados dicen, creo que con raz¨®n, que el nivel de aranceles y de subvenciones que aplican en los productos manufacturados incluye mucha m¨¢s disciplina que en materia agr¨ªcola. Y los pa¨ªses en desarrollo, desde este punto de vista, tambi¨¦n tienen raz¨®n en se?alar la injusticia que juega en su contra, pues en los productos en que son m¨¢s competitivos tropiezan con los obst¨¢culos al comercio. El sistema es ahora mejor, pero a¨²n quedan elementos del periodo colonial, donde hab¨ªa una especie de divisi¨®n del trabajo: Pa¨ªses ricos colonizadores y pobres colonizados. Todav¨ªa permanecen muchas huellas del antiguo periodo colonial. Habr¨¢ que intervenir para reequilibrar esta situaci¨®n.
P. ?Cu¨¢l es el coste del fracaso de Doha?
R. En primer lugar, que vamos a perder crecimiento. Si se facilitan los intercambios internacionales, hay m¨¢s crecimiento globalmente. Habr¨¢ despu¨¦s problemas sobre las condiciones del reparto del crecimiento, pero nadie discute la idea de que con m¨¢s intercambios comerciales, se produce una divisi¨®n internacional del trabajo que produce m¨¢s eficacia y, en consecuencia, m¨¢s crecimiento. Entonces, todo este potencial de crecimiento se perder¨¢ si la negociaci¨®n fracasa, y los que m¨¢s pierden son los pa¨ªses en desarrollo.
P. ?Qu¨¦ opini¨®n le merece la apertura comercial registrada en Espa?a en los ¨²ltimos a?os?
R. Especialmente despu¨¦s del franquismo y de la entrada en la Uni¨®n Europea, ha hecho una opci¨®n de apertura. Espa?a est¨¢ en la encrucijada de los pa¨ªses mediterr¨¢neos y de los latinoamericanos. Es un caso de sinergias absolutamente manifiesto y ha funcionado muy bien. Aunque tambi¨¦n es una realidad que cuando lleg¨® la democracia, Espa?a tuvo que enfrentarse a un sistema fuertemente corporativo y proteccionista heredado de la dictadura franquista. Aunque ha habido ajustes en el sector industrial, ya sea en el carb¨®n, los astilleros o en el pl¨¢tano, lo cierto es que ha habido una gran sensibilidad por la apertura.
P. ?C¨®mo ve la negociaci¨®n con Rusia para entrar en la OMC?
R. Es muy compleja porque el coste de entrar es m¨¢s elevado cuanto m¨¢s tarde se entra, pero yo hago todo lo que puedo por facilitarla. Por el lado ruso hace falta una aceptaci¨®n del conjunto de reglas. Este precio se negocia.
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