La dibujante estrella y su guardi¨¢n
Tachibana Higuchi y Takeshi Sakuma ejemplifican la curiosa relaci¨®n que se establece entre los autores y los editores de manga
En la industria del manga no existe la figura del artista bohemio que se retrasa en las entregas y prefiere la barra de bar a la mesa de trabajo. Para que no florezca ese arquetipo tan occidental -y, en especial, tan latino-, las editoriales han creado a un implacable profesional especializado que se encarga, por un lado, de hacerle la vida m¨¢s c¨®moda al artista y, por otro, de controlarle con mano de hierro. Tachibana Higuchi, destacada autora de shojo manga (manga para chicas) y creadora de la serie Alice: Escuela de Magia (Ediciones Gl¨¦nat), ha visitado el XII Sal¨®n del Manga de La Farga de L'Hospitalet acompa?ada de su particular ¨¢ngel guardi¨¢n y/o cancerbero, su editor Takashi Sakuma. ?l no se aparta de su lado ni un solo minuto: mientras dure la producci¨®n de Alice: Escuela de Magia ser¨¢n inseparables.
"Mi trabajo empieza cuando la editorial da luz verde a una serie", comenta Sakuma, "es entonces cuando hablo con los autores acerca de c¨®mo ser¨¢ la historia de una manera global". "El siguiente paso consiste en preparar el boceto del manga", explica Tachibana Higuchi tomando el relevo, "que, despu¨¦s, ense?o al editor. ?l lo mira, opina y, una vez ha dado el visto bueno, me pongo a dibujar la versi¨®n final". "Es importante discutir acerca de c¨®mo se puede mejorar la historia hasta que nos ponemos de acuerdo", a?ade Sakuma, "tambi¨¦n me corresponde preparar toda la documentaci¨®n que la autora necesite. Estar a su disposici¨®n para cualquier cosa que le haga falta. Y s¨ª, por supuesto, muchas veces me corresponde insistir de manera amable para que entregue a tiempo".
Tachibana Higuchi dibuja 30 p¨¢ginas quincenales en la revista Hana To Yume. Esa producci¨®n mensual de 60 p¨¢ginas es la mayor fuente de presi¨®n para la autora, que necesita delegar todas las labores dom¨¦sticas en su familia y algunos detalles de su oficio, como la confecci¨®n de fondos, a un peque?o equipo de asistentes. "Es cierto que la industria presiona mucho, pide demasiado", reconoce la autora.
"Toda esta metodolog¨ªa de trabajo se deriva del peculiar proceso de creaci¨®n de cualquier serie manga", se?ala Joan Navarro, responsable de Ediciones Gl¨¦nat, "primero se elabora un estudio de marketing que determina si hay p¨²blico para un determinado tipo de historia. Seguidamente, la editorial re¨²ne a un equipo dirigido por un editor para crear la serie. Entre las funciones del editor est¨¢ la de calcular cu¨¢nto durar¨¢ la producci¨®n de la serie: si dura, por ejemplo, tres a?os, el dibujante puede olvidarse de tener vacaciones o de salir del pa¨ªs durante ese periodo. El editor se convierte en el ayudante, pero tambi¨¦n en el vigilante del autor. Es quien se encarga de despertarle, de hacerle el almuerzo, la comida, darle un masaje si est¨¢ cansado, llevarle el traje a la tintorer¨ªa, acompa?arle en sus viajes promocionales y velar para que no se vaya de juerga o no beba demasiado alcohol, por ejemplo. Todo ello se hace a partir de una actitud oriental de completa sumisi¨®n: el autor es la estrella. Pero existe esa contradicci¨®n profunda: el editor es un vigilante colocado ah¨ª por el patr¨®n y tiene el deber de controlar al artista para que lleve una vida disciplinada.
La relaci¨®n entre Tachibana Higuchi y su editor Takashi Sakuma no es una de las m¨¢s enfermizas que han tenido ocasi¨®n de verse en los 12 a?os de historia del Sal¨®n del Manga. El editor particular de la autora Yuu Watase, creadora de la serie Fushigi Y¨¹gi, se encargaba de abrir las p¨¢ginas de los ejemplares que ella iba a firmar para ahorrarle incluso ese esfuerzo. La sesi¨®n de firmas se reg¨ªa por un ceremonial en el que cobraba suma importancia el espacio vac¨ªo existente entre autora, editor y lectores. Tachibana Higuchi recuerda el d¨ªa en que logr¨® hacer llorar a su editor mediante una simple conversaci¨®n telef¨®nica: "Hubo un d¨ªa en que me exigi¨® demasiado. Me choc¨® tanto que acabamos discutiendo. Me iba enfadando por momentos y ¨¦l acab¨® llorando. O sea que, en esa ocasi¨®n, gan¨¦ yo".
"Entre una serie y otra, los autores acceden a un periodo de libertad condicional", a?ade Joan Navarro, "pero, en circunstancias normales, su ¨²nica funci¨®n es la de dibujar y producir todo el d¨ªa. Esa manera de trabajar les convierte casi en autistas. El trabajo marca su personalidad: su profesi¨®n les ha convertido en antisociales. Muchos se niegan a ser fotografiados, como Maki Murakami, autora del manga Gravitation, que, el a?o en que vino al Sal¨®n, firm¨® sus ejemplares completamente tapada, vistiendo un pijama de oso panda. Cuando les preguntas, te dicen que lo que les ocurre es que se consideran feos y temen que la difusi¨®n de su imagen perjudique las ventas".
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