Las elecciones catalanas y Espa?a
TERMINA un largo periodo electoral en Catalu?a con la sensaci¨®n de que s¨®lo dos partidos han hecho realmente campa?a: Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU) e Iniciativa per Catalunya Verds (ICV). Se puede discutir el cambio en las maneras de CiU: del estilo directo y nada sofisticado de un Pujol que se presentaba como encarnaci¨®n de la patria, a los gestos de tecn¨®crata agresivo impuestos por el asesor de c¨¢mara de Artur Mas. Pero ha habido un plan y una estrategia pensados y seguidos puntualmente. Lo mismo se puede decir del trabajo de Joan Saura: una tenaz pedagog¨ªa de la acci¨®n del tripartito que contrasta con la relaci¨®n vergonzante que sus dos socios han mantenido con su pasado reciente.
Los otros tres, por razones distintas, han quedado en segundo plano. El Partido Popular (PP) siempre tiene dificultades para copar escena en Catalu?a. Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) ha buscado disimular sus diferencias internas con una campa?a de perfil bajo. Y el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), en la estela de la confusi¨®n generada por el tripartito y el cambio de liderazgo, se ha adaptado a un candidato que no cumple los criterios convencionales de la sociedad de la comunicaci¨®n y ha apostado por la marca.
La campa?a no deja ning¨²n destello inolvidable; s¨ª en cambio alguna se?al negativa sobre la evoluci¨®n de nuestra democracia. Las restricciones a la informaci¨®n en los medios p¨²blicos, el aplazamiento de la cumbre europea de la vivienda o la suspensi¨®n de una manifestaci¨®n de estudiantes por parte de la Junta Electoral, instada por la Conselleria de Interior, son m¨¢s propias de una democracia corporativa que de una verdadera democracia liberal. ?Democracia o partitocracia? ?D¨®nde est¨¢ escrito que s¨®lo los partidos pol¨ªticos pueden expresarse en periodo electoral? ?No deber¨ªa ser la campa?a la apoteosis de la libertad de expresi¨®n? Mientras en Europa hay gentes que se preocupan por hacer m¨¢s participativa la democracia representativa, aqu¨ª la pol¨ªtica cada d¨ªa se restringe un poco m¨¢s al ¨¢mbito estricto de los partidos. No estar¨ªa de m¨¢s tener en cuenta una idea de S¨¦gol¨¨ne Royal: "La gente s¨®lo se interesar¨¢ por la pol¨ªtica si la pol¨ªtica se interesa por ella".
?Estas elecciones catalanas son un simple reajuste en el reparto del poder en Catalu?a o van a tener consecuencias importantes incluso para el conjunto de Espa?a? El retorno de CiU al poder ser¨ªa inicialmente visto como un cierto regreso a la normalidad. Se certificar¨ªa la norma que dice que Catalu?a es territorio del nacionalismo conservador y el tripartito habr¨ªa sido una breve excepci¨®n. Normalidad en Catalu?a, normalidad en Espa?a: todo volver¨ªa a los tradicionales cauces de las alianzas de gobernabilidad entre CiU y el partido gobernante en Madrid. Pero esto fue el pujolismo. Y Pujol ya no est¨¢ y la generaci¨®n que manda en CiU es otra. Los que creen en cierta fatalidad de los cargos y las funciones defienden que el cambio se notar¨ªa poco y Mas se ver¨ªa obligado a pujolear indefectiblemente. Pero en CiU hay por primera vez una generaci¨®n que contempla la independencia no como un ideal, sino como un objetivo posible. Casi como un compromiso generacional. ?C¨®mo se articular¨¢ la tendencia a pactar con Madrid, de la que Artur Mas ha dado prueba con estas pulsiones centr¨ªfugas? El gusto por el poder hace milagros.
Que Montilla alcanzara la presidencia de la Generalitat a lomos del tripartito ser¨ªa un acontecimiento muy relevante: en cierto modo, se podr¨ªa decir que por fin la naci¨®n catalana alcanzar¨ªa su plenitud. Dejar¨ªa de ser patrimonio de una parte. Montilla, como cualquier presidente catal¨¢n, ser¨ªa forzosamente inc¨®modo para Madrid, porque siempre hay intereses que chocan. Es cierto que las relaciones Catalu?a-Espa?a ser¨ªan, m¨¢s que nunca, en funci¨®n de quien gobernara en Madrid.
Es indudable que la fantas¨ªa de un Gobierno CiU-PSC colma las ilusiones de Zapatero. Apartar¨ªa de su vista el c¨¢liz de Esquerra Republicana y blindar¨ªa definitivamente a Catalu?a con vistas a pr¨®ximas elecciones espa?olas. Pero ser¨ªa dif¨ªcil de entender por el electorado catal¨¢n. La pol¨ªtica catalana ha estado montada sobre la rivalidad entre estos dos partidos. Si ya es de por s¨ª poco competitiva, s¨®lo faltar¨ªa que las dos piezas de la alternancia subieran al mismo barco. Probablemente, los mayores problemas para el Gobierno espa?ol vinieran de un hipot¨¦tico CiU-Esquerra. La pugna por demostrar qui¨¦n es m¨¢s nacionalista podr¨ªa ser un factor de inestabilidad interna y de incomodidad externa permanente.
La noria seguir¨¢ girando. Pase lo que pase en Catalu?a, a corto plazo no cambiar¨¢ mucho la relaci¨®n con Espa?a. Pero para Catalu?a no es lo mismo el retorno a la normalidad nacionalista que los tab¨²es que se romper¨ªan si Montilla alcanzara la presidencia de la Generalitat.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.