Urbanismo y pol¨ªtica
La reiterada aparici¨®n de graves episodios de corrupci¨®n urban¨ªstica deber¨ªa despertar cualquier sentimiento excepto el de sorpresa, toda vez que hace m¨¢s de una d¨¦cada se ha ido instalando en Espa?a una situaci¨®n en la que coexisten un acuciante problema de acceso a la vivienda y una desenfrenada construcci¨®n de nuevas residencias. A medida que se multiplicaban los alojamientos vac¨ªos, crec¨ªa el n¨²mero de ciudadanos con dificultades para disponer de techo propio y, adem¨¢s, se disparaban los precios, como si las leyes de la oferta y la demanda hubieran sido derogadas. Lejos de identificar ese an¨®malo comportamiento con rigor y ponerle remedio, se ha visto, en cambio, como una manifestaci¨®n del vigor de nuestra econom¨ªa.
En el origen de este urbanismo que ha venido sirviendo de refugio a la corrupci¨®n se encuentra la declaraci¨®n de la totalidad del suelo como potencialmente urbanizable, una medida adoptada por Rodrigo Rato bajo el influjo de unos prejuicios ideol¨®gicos, extendidos en la derecha y en la izquierda, que confunden desregulaci¨®n con liberalizaci¨®n. La pretensi¨®n de incidir por esta v¨ªa en los precios de la vivienda se ha revelado ilusoria. Las vast¨ªsimas extensiones de terreno a disposici¨®n de los ayuntamientos han convertido a ¨¦stos en presa preferente de la especulaci¨®n, puesto que, ateni¨¦ndose a la normativa vigente, nada impide que las plusval¨ªas generadas por la recalificaci¨®n de las fincas r¨²sticas acabe indirectamente en manos privadas. Si trazar una simple l¨ªnea sobre un mapa catastral, ateni¨¦ndose a las estrictas competencias municipales, es capaz de crear s¨²bitas e ingentes fortunas, ?c¨®mo imaginar que los ayuntamientos pod¨ªan hacer frente a la presi¨®n de los especuladores?
La degradaci¨®n del sector urban¨ªstico no hubiera sido posible, con todo, de no haber concurrido otros factores. La insuficiencia presupuestaria de los municipios ha abierto el camino a la pr¨¢ctica de financiarse a trav¨¦s de las recalificaciones, en muchos casos con la intenci¨®n de acometer proyectos o mejorar servicios necesarios. Pero se trata de una pr¨¢ctica de alto riesgo, puesto que se ha encontrado tambi¨¦n en ella un mecanismo para paliar otras deficiencias, como la que afecta a la financiaci¨®n de los partidos. En torno a los ayuntamientos se ha ido tejiendo, as¨ª, una espesa red de intereses fuera de control, en la que han encontrado cabida desde necesidades mal resueltas del sistema institucional hasta ambiciones personales de cargos p¨²blicos, promotores y constructores sin escr¨²pulos. La espiral ha alcanzado tales proporciones que el sector de la construcci¨®n, asentado en buena medida sobre estas bases, se ha convertido en el motor de la econom¨ªa.
Falta menos de un a?o para las elecciones municipales y, hasta el momento, los partidos s¨®lo han dado muestras de estar preocupados por c¨®mo la corrupci¨®n urban¨ªstica puede afectar a sus expectativas. De ah¨ª que el debate se reduzca a contabilizar los casos que afectan a unos y a otros, adem¨¢s de rivalizar en el trato que dispensan a sus respectivos militantes incursos en esc¨¢ndalos y denuncias. Por descontado, la justicia tiene que actuar y, para eso, requiere medios de los que hoy por hoy carece, seg¨²n ha puesto de manifiesto la fiscal¨ªa. Pero m¨¢s all¨¢ de la respuesta judicial, es necesaria una respuesta pol¨ªtica. La grav¨ªsima situaci¨®n del urbanismo afecta a elementos tan dispares y esenciales como la destrucci¨®n del medio ambiente o la estabilidad del sistema financiero, atrapado por un endeudamiento familiar destinado a sufragar no s¨®lo el valor de la vivienda, sino la espesa red de oscuros intereses tejida en torno a ella. Si las elecciones municipales acabaran plante¨¢ndose como una competici¨®n sobre la moralidad de los partidos y sus militantes, se habr¨ªa obviado lo fundamental: saber qu¨¦ se propone para corregir una situaci¨®n urban¨ªstica cuya sombra es cada vez m¨¢s alarmante.
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