Anticorrupci¨®n
Estos d¨ªas han ocurrido ciertos hechos que podr¨ªan cambiar el resto de la legislatura. Lo m¨¢s grave es el robo de las pistolas por ETA para anunciar su decisi¨®n de rearmarse, en abierto contraste al mantenimiento del alto el fuego y reto arrogante al Parlamento Europeo, emplazado a convalidar el llamado proceso de paz en una indignante sesi¨®n que averg¨¹enza a Espa?a entera. Es posible que esta demostraci¨®n de fuerza escenificada por los terroristas venga acompa?ada de alg¨²n comunicado pr¨®ximo, donde se apuntar¨¢n el tanto de Estrasburgo y volver¨¢n a emplazar al Gobierno a que cumpla sus condiciones de paz. Pero ya puede imaginarse cu¨¢l ser¨¢ la impasible respuesta de Zapatero: enrocarse en su inamovible oferta negociadora de paz por legalidad, a la espera de que sus antagonistas pierdan la paciencia y quiz¨¢ la partida con ella. El caso es mantener vivo el proceso hasta el final de la legislatura, descartando su ruptura para que Zapatero se presente a la reelecci¨®n con una oferta de paz en la que a¨²n confiar.
El siguiente acontecimiento que tambi¨¦n podr¨ªa resultar decisivo es la convocatoria electoral catalana. Si CiU obtiene una mayor¨ªa suficiente, se restablecer¨ªa la forma habitual de gobernar en Espa?a, que es con una t¨¢cita coalici¨®n de facto entre el moderantismo de la minor¨ªa catalana y el partido mayoritario en el poder. Lo cual garantizar¨ªa una gran estabilidad pol¨ªtica y proporcionar¨ªa a Zapatero una especie de seguro de vida contra la derecha ultramontana. Pero son tantos los errores que ha cometido en su campa?a electoral que la victoria de Artur Mas no puede darse por descontada, y todav¨ªa es posible que el azar electoral le otorgue a Carod Rovira una doble llave arbitral, permiti¨¦ndole condicionar la gobernabilidad tanto de Catalu?a como de Espa?a. Por lo que respecta a la gran coalici¨®n sociovergente, parece una entelequia de pol¨ªtica-ficci¨®n. En cualquier caso, todo depende de la soberan¨ªa del elector: que las urnas repartan suerte.
Y a¨²n hay otro hecho reciente que tambi¨¦n podr¨ªa resultar decisivo. Me refiero a la nominaci¨®n de Miguel Sebasti¨¢n como pr¨®ximo candidato socialista a la alcald¨ªa de la capital. Parte de salida en la posici¨®n del derrotado, por lo que tiene todo que ganar y nada que perder. Pero adem¨¢s se da un aliciente adicional, y es que la ya iniciada campa?a electoral para los pr¨®ximos comicios municipales va a estar presidida por la lucha contra la corrupci¨®n inmobiliaria. Y aqu¨ª Sebasti¨¢n tiene todo que ganar, porque est¨¢ virgen y es un competente economista, mientras que Gallard¨®n tiene mucho que perder, metido como est¨¢ hasta el corvej¨®n. En efecto, tras la met¨¢stasis del Mal de Marbella, la especulaci¨®n urban¨ªstica se ha alzado al primer rango de nuestra agenda pol¨ªtica, como principal problema generador de m¨²ltiples efectos perversos. Y dado que este curso toca elecciones locales, la clase pol¨ªtica ha desatado por electoralismo una cruzada anticorrupci¨®n, a la caza de aquellas cabezas que merezcan ser cortadas por sus excesos urban¨ªsticos, descollando el Gallard¨®n que remodel¨® Madrid.
Pero una cruzada anticorrupci¨®n tambi¨¦n podr¨ªa generar imprevistos efectos perversos, pues cuanto m¨¢s se asqueen los ciudadanos de la pol¨ªtica, m¨¢s desertar¨¢n de las urnas, entregando el poder por omisi¨®n a las mismas fuerzas que ya controlan ahora la pol¨ªtica urban¨ªstica. Con la anticorrupci¨®n sucede lo mismo que con el antiterrorismo: que anula y pervierte el civismo de los ciudadanos. ?Qu¨¦ hacer para eludir este dilema? Hay que promover pol¨ªticas positivas, constructivas, y no meramente negativas, destructivas, del tipo antiterrorismo o anticorrupci¨®n. Y para ello hay que enfocar la cuesti¨®n inmobiliaria no tanto como una cruzada contra la corrupci¨®n, sino sobre todo como una lucha ciudadana por la defensa del derecho a una vivienda digna: una campa?a en positivo, capaz de movilizar el civismo ciudadano, hoy deprimido por tantas denuncias de corrupci¨®n que asuelan a nuestras ciudades. Pues el civismo se demuestra defendiendo a nuestra ciudad, no desertando de ella con asqueada indignaci¨®n.
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