Los 3.000 de Irak
A fin de octubre, con unos 100 soldados norteamericanos muertos -r¨¦cord del a?o- y casi 2.800 desde que comenz¨® la invasi¨®n en marzo de 2003, la aventura iraqu¨ª de George W. Bush ha causado ya tantas bajas propias como el 11-S. Y si sumamos los muertos brit¨¢nicos, los del resto del contingente internacional, entre ellos los espa?oles de cuando gobernaba Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, y docenas de entre los 20.000 mercenarios llegados de todos los rincones del planeta, cuya contabilidad necrol¨®gica no parece interesar a nadie, el redondeo pasa de 3.000 vidas entregadas a un objetivo que no ha sido ni siquiera reconocido. Despu¨¦s de tres a?os de repetir que Estados Unidos estaba ganando la guerra y que hab¨ªa que mantener el rumbo, la m¨²ltiple matanza interna de los iraqu¨ªes, la incapacidad del cuerpo expedicionario para estabilizar la situaci¨®n, la evidencia de que gran parte del nuevo ej¨¦rcito de Bagdad se ha alistado s¨®lo para allegar un salario, ayudar a los insurgentes, o entrenar a un futuro ej¨¦rcito de obediencia chi¨ª, y todo ello ante las elecciones a la C¨¢mara y el Senado norteamericanos del martes d¨ªa 7, la Casa Blanca ha tenido que adoptar otra terminolog¨ªa que parezca m¨¢s realista y combata el creciente desencanto de la opini¨®n.
El centro geom¨¦trico de esa nueva estrategia consiste en anunciar que en breve se presentar¨¢ al Gobierno iraqu¨ª un calendario para que en un plazo de entre 12 y 18 meses sustituya con sus propias fuerzas a los 140.000 soldados de Washington, haciendo posible con ello la retirada escalonada de los muchachos. Pero la declaraci¨®n est¨¢ formulada con la vaguedad precisa para que carezca de significado.
Reducir el n¨²mero de militares en combate es una cosa y retirarse de Irak, otra muy diferente. Una retirada completa equivaldr¨ªa a perder de un plumazo todo aquello por lo que Bush ha hecho la guerra, porque s¨®lo la presencia de un contingente de alg¨²n espesor podr¨¢ mantener a Irak bajo la tutela norteamericana. Ha habido dos grandes razones nunca mencionadas para la ocupaci¨®n: establecer un Gobierno cliente en la zona, epicentro de un Creciente F¨¦rtil poblado por enemigos imperdonables como Ir¨¢n; aliados de esos enemigos como Siria y Hezbol¨¢; y amigos muy poco de fiar como Arabia Saud¨ª; y dejar fuera de juego al r¨¦gimen de Sadam Husein, que era la supuesta mayor amenaza para Israel de todo el mundo ¨¢rabe. El petr¨®leo est¨¢ tambi¨¦n ah¨ª, pero ¨²nicamente como epifen¨®meno de una dominaci¨®n mucho m¨¢s vasta.
Bush necesita hacer que descienda cuanto antes el n¨²mero de soldados en combate porque el cortejo de ata¨²des, aparte de hondamente doloroso, hace muy mala pol¨ªtica interior. Pero no por ello puede querer una retirada que el mundo interpretar¨ªa como derrota estrat¨¦gica. Por ello, con calendarios de repliegue o no, Estados Unidos est¨¢ construyendo cuatro grandes bases para prolongar indefinidamente la presencia de sus gendarmes en la zona. ?stas son: Camp Victory en Bagdad, desde donde se proteger¨ªa a lo que llaman Gobierno iraqu¨ª; Balad, a menos de 100 kil¨®metros al norte de la capital, en la provincia de Anbar, coraz¨®n de la resistencia sun¨ª; el campo fortificado de Rawah, a unos 250 kil¨®metros al oeste de Bagdad, para cortar el flujo desde Siria de armas y pertrechos para los insurrectos; y la base a¨¦rea de Tallil, al sur, que Harold Meyerson de Agence Global, califica de "masiva", como puerta de entrada de los suministros del exterior y guardi¨¢n del pa¨ªs chi¨ª al este y mediod¨ªa.
Una derrota electoral republicana, salvo que fuera morrocotuda, no deber¨ªa modificar estos planes. Ni tampoco se aprecia qu¨¦ podr¨ªan hacer los dem¨®cratas -derrot¨®cratas, como los llaman los corifeos de Bush- si ganaran las presidenciales en 2008. Como dice Hans Blix, el enviado de la ONU que no encontr¨® armas de destrucci¨®n masiva en Irak, todas las soluciones a corto plazo son malas. Permanecer en Irak no hace sino favorecer el reclutamiento de nuevos terroristas, en una guerra que ya no parece posible ganar; y despejar el campo podr¨ªa hacer que el pa¨ªs cayera en guerra civil abierta. Por eso, la cuenta va a seguir por largo tiempo m¨¢s all¨¢ de los primeros 3.000.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.