Alarma medioambiental
En un movimiento bien orquestado, oportuno y casi como su testamento pol¨ªtico para intentar borrar el borr¨®n de Irak, Blair ha tirado de la alarma medioambiental. El primer ministro brit¨¢nico ha patrocinado un estudio sobre el calentamiento global, obra de su asesor y antiguo economista jefe del Banco Mundial, Nicholas Stern cuya conclusi¨®n no puede ser m¨¢s clara: o empezamos a hacer entre todos algo ahora para reducir el calentamiento global o en menos de 10 a?os comenzaremos a sufrir las consecuencias, con un coste que puede llegar al 20% del PIB mundial, una recesi¨®n planetaria mucho peor que la que empez¨® en 1929.
La actividad humana, con sus emisiones de di¨®xido de carbono, es responsable de una gran parte del llamado efecto invernadero que lleva al calentamiento global. El informe es riguroso en t¨¦rminos cient¨ªficos, aunque en verdad poco novedoso, salvo en los c¨¢lculos de las consecuencias econ¨®micas globales. No por casualidad, su lanzamiento coincide con el del impactante documental Una verdad inc¨®moda
sobre el calentamiento del planeta, realizado por Al Gore, ex vicepresidente de EE UU, al que Blair ha fichado para vender su informe y sus pol¨ªticas a unos Estados Unidos reticentes a la hora de recortar sus emisiones. Sin el aval de Washington y de China, como recuerda Stern, de poco servir¨¢n los esfuerzos. Ninguno de estos pa¨ªses ha firmado el Protocolo de Kioto, que expira en 2012. Blair pretende que el G-8 adopte una nueva estrategia a m¨¢s tardar en 2008, que incluya impuestos sobre emisiones y otras medidas, adem¨¢s del impulso a tecnolog¨ªas bajas en emisiones de carbono.
El apocal¨ªptico informe resalta, con justicia, que son los pa¨ªses m¨¢s pobres los que m¨¢s est¨¢n pagando ya, y pagar¨¢n a¨²n m¨¢s, este calentamiento global que provocar¨¢ desplazamientos masivos, hambrunas, enfermedades y extinci¨®n en masa de especies animales. Hay que tomar medidas, por tanto, para una justa distribuci¨®n de las emisiones si de verdad se quiere frenar radicalmente este fen¨®meno. La propuesta de Stern de que los pa¨ªses m¨¢s ricos asuman entre un 60% y un 80% de las reducciones de emisiones de di¨®xido de carbono es correcta, aunque falta de realismo pol¨ªtico.
Bastar¨ªa entre un 1% y un 3,5% del PIB mundial para mitigar los efectos de estas emisiones. Y las ganancias totales podr¨ªan representar 1,8 billones de euros. El coste de no hacer nada o no hacer lo suficiente crece no ya con los lustros, sino con los a?os. La pregunta que cabe hacerle a Blair y otros Gobiernos es que, ante tal escenario, ?por qu¨¦ no haber actuado y legislado antes?
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