Jim Clark y Montju?c
En el circuito de Interlagos acab¨® el Mundial de F1. Pero lo que sigue no va del apasionante duelo Alonso-Shumacher. La cosa va de la evocaci¨®n de un tiempo de ayer. El de los amantes no sobrevenidos de la velocidad. Quiz¨¢ alguien todav¨ªa lo recuerde: el 7 de marzo de aquel a?o de 1968, en el circuito de Hockenheim y a los mandos de un Lotus de f¨®rmula 2, se mataba Jim Clark, el m¨¢s grande de los pilotos de carreras; un escoc¨¦s hijo de granjeros, nacido en el condado de Fife (Kilmany), bicampe¨®n del mundo en la cumbre de su carrera.
En 1975 se disputaba la ¨²ltima carrera de F1 en el circuito de Montju?c: el accidente provocado por la p¨¦rdida del aler¨®n del coche del alem¨¢n Rolf Stommelen caus¨® la muerte a cinco personas al final de la recta del Estadi, y pese a los desvelos del RACC, supuso su injusta clausura como circuito de F1. La Barcelona de los a?os de la II Rep¨²blica que hab¨ªa visto ganar en Montju?c los Alfa Romeo de Zanelli, Varzi y Nuvolari, y el Mercedes de Fagioli; la l¨²gubre y eucar¨ªstica del t¨²nel franquista en los a?os cincuenta, que gracias a la Pe?a Rhin hab¨ªa visto correr a Fangio y Ascari en el circuito de Pedralbes, perd¨ªa la F1. Habr¨ªa que esperar a 1991, en el bien organizado y poco excitante circuito de Montmel¨®, para ver a Senna, Hakkinen y tantos otros, hasta hoy
Probablemente, los seguidores de las carreras, aquellos a los que les trae al pairo la bandera del piloto y la escuder¨ªa, recordar¨¢n que, en Montju?c, Clark gan¨® en 1967 el entonces GP de Barcelona, el Juan Jover, de F2. Y que el 31 de marzo de 1968, al inicio de la carrera, al Ferrari-Dino del belga J. Icks le fallaron los frenos y embisti¨® al Lotus de Clark en las primeras curvas de la bajada a la Font del Gat; ah¨ª se acab¨® la carrera del escoc¨¦s volador. En aquel momento, muchos maldecimos al fogoso Icks... Pero lo peor vino una semana despu¨¦s, cuando Jimmy Clark perd¨ªa la vida tambi¨¦n en una carrera de F2, a causa -al parecer- de la repentina bajada de presi¨®n de un neum¨¢tico. Su prestigio entre el resto de los pilotos de entonces era inmenso: en su funeral en Escocia, Chris Amon, el neozeland¨¦s de Ferrari, dijo: "Si esto le puede pasar a Clark, ?qu¨¦ esperanza podemos tener los dem¨¢s?".
La F1 que vivi¨® James Clark, la de los a?os sesenta era distinta a la actual, pero fue su antesala. Los coches empezaron la d¨¦cada con el propulsor situado detr¨¢s del piloto. Era el inicio de una revoluci¨®n tecnol¨®gica que tambi¨¦n afect¨® a la aerodin¨¢mica y a los neum¨¢ticos. Un a?o despu¨¦s de su muerte, ya se vieron en Montju?c los primeros alerones de est¨¦tica prescindible y eficacia cuestionable, como as¨ª se comprob¨® con los accidentes, tambi¨¦n cerca del Estadi, de los Lotus de Graham Hill, aquel ingl¨¦s con bigote de lord, y de Jochen Rindt, el gran piloto austriaco, campe¨®n del mundo en 1970, aun habi¨¦ndose matado en los entrenamientos de Monza antes de que acabase la temporada. Los sesenta fueron la d¨¦cada de un motor prodigioso, el c¨¦lebre Ford Cosworth, que ha sido el propulsor de muchas y grandes escuder¨ªas. Una ¨¦poca en la que la que los coches eran identificables por su color, porque los patrocinadores no eran lo que hoy. El m¨ªtico rojo de la casa del cavallino rampante, el azul del Matra franc¨¦s, el verde con el morro rojo fosforescente del BRM, el azul con rayas blancas del Cooper-Masseratti, el blanco con el punto rojo del Honda... y sobre todo, el verde oscuro con raya amarilla del fabuloso Lotus 49 con el nombre de Clark en los costados. Un tiempo en el que los pilotos recorr¨ªan a pie el circuito antes de la carrera...
Despu¨¦s las cosas cambiaron, tambi¨¦n los colores. Justo un a?o antes de la desaparici¨®n de Clark, Colin Chapman, el ingeniero y patr¨®n de la escuder¨ªa Lotus, negoci¨® un contrato con la marca de cigarrillos Gold Leaf: el Lotus pas¨® a ser rojo y blanco con el morro dorado; poco despu¨¦s, ya con Fittipaldi y despu¨¦s Senna, pas¨® a ser negro, siguiendo la estela de otra marca de tabaco. Algo similar ocurri¨® con los monos de los pilotos. A aquel elegante blanco crudo con dos rayas rojas laterales ha sucedido hoy este festival crom¨¢tico a juego con el coche, impuesto por los patrocinadores. Y en lo que concierne al dise?o, a la belleza del chasis tubular de los coches de Clark, Hill, Surtees, Stewart, etc¨¦tera, sucedieron los horripilantes modelos de los setenta, para llegar, eso s¨ª, a los extraordinarios y bellos dise?os actuales.
En los sesenta, ver por televisi¨®n los grandes premios era impensable, salvo los celebrados en Espa?a. Hoy, los progresos para el aficionado han sido abismales, excepci¨®n hecha de los comentaristas deportivos que pululan por las pantallas. As¨ª, seguir una carrera en seg¨²n qu¨¦ cadena da la sensaci¨®n de estar escuchando la retransmisi¨®n de un partido de f¨²tbol del inmaculado equipo, en la labia ret¨®rica y cursi de aquel individuo, procurador por C¨®rdoba de las Cortes franquistas, de nombre Mat¨ªas Prats. Con una excepci¨®n a destacar: las ecu¨¢nimes aportaciones t¨¦cnicas de Vicen? Aguilera en TV-3 y los imprescindibles an¨¢lisis de Joan Viladelprat en las p¨¢ginas deportivas de este diario.
Clark, ganador de las 500 millas de Indian¨¢polis, era un piloto fabuloso y elegante, en un tiempo de circuitos bellos, nada aburridos y arriesgados (N¨¹rburgring, Zandvoort), en un tiempo en el que las medidas de seguridad de pilotos, coches y pistas eran pocas y deficientes. Era una ¨¦poca en el que los pilotos mor¨ªan en la pista: junto a ¨¦l, hay que recordar a Bruce Maclaren, el fundador de la escuder¨ªa, en Goodwood; Jo Schlesser, en Rouen; Lorenzo Bandini, carbonizado en M¨®naco; Jo Siffert, en Brands Hatch, y tantos otros. Afortunadamente, ahora ya no es as¨ª. Clark, ten¨ªa un circuito favorito: el c¨¦lebre Spa-Francorchamps, cerca de Lieja. Aunque lo recortaron, por aquello de la televisi¨®n, sigue siendo el mejor. El de Montju?c era un circuito urbano precioso, sobre todo en primavera. No estar¨ªa mal recuperar aquella iniciativa frustrada del Ayuntamiento de se?alizar el que fue su recorrido. Y de paso, poner en alg¨²n sitio que el 9 de abril de 1967... "aqu¨ª gan¨® el inolvidable Jim Clark...".
Marc Carrillo es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional en la Universidad Pompeu Fabra
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.