Catalu?a, ante el espejo
Tras 23 a?os de Gobierno nacionalista y tres de tripartito de izquierda catalanista, los ciudadanos de Catalu?a dieron ayer a los partidos y a sus l¨ªderes un dif¨ªcil encargo. Formar un Gobierno que sea estable, coherente y capaz de recomponer la sinton¨ªa con la opini¨®n p¨²blica espa?ola (y no s¨®lo con sus instituciones). Los elementos aportados por el electorado son sustancialmente los siguientes: clara primogenitura de CiU, aunque sin mayor¨ªa absoluta; posibilidad de repetici¨®n del tripartito encabezado por el PSC;
mantenimiento de la doble llave de ERC; reforzamiento de la pluralidad catalana en el doble eje izquierda/derecha e identitario, con la incorporaci¨®n al Parlament de una sexta formaci¨®n, Ciutadans de Catalunya; y finalmente, apertura de un amplio abanico de posibilidades de pactos de gobierno, que dibuja una compleja etapa de negociaciones pol¨ªticas.
Las de ayer eran unas elecciones anticipadas, convocadas tras la aprobaci¨®n del nuevo Estatut y ante la p¨¦rdida de cr¨¦dito y de base parlamentaria del Gobierno presidido por Maragall, que en su ¨²ltimo tramo prescindi¨® de su socio m¨¢s conflictivo, ERC, despu¨¦s de su voto contra la reforma estatutaria que hab¨ªa impulsado. Se trataba por tanto de someter a examen la experiencia de un Gobierno de izquierda con fuerte acento nacionalista, y de determinar qu¨¦ partido o combinaci¨®n de partidos ser¨ªa capaz de negociar con el Gobierno central la aplicaci¨®n del nuevo Estatuto y de desplegar las posibilidades de un sistema de financiaci¨®n m¨¢s favorable.
De las dos ¨²nicas formaciones con posibilidades realistas de encabezar el Gobierno, el electorado ha dado la mayor¨ªa a CiU, con 48 diputados, dos m¨¢s que hace tres a?os, y 11 diputados de diferencia con respecto a la siguiente fuerza, el PSC, lo que le confiere una base de autoridad para iniciar el intento de formar una mayor¨ªa parlamentaria, a sabiendas de que no puede gobernar en solitario. Los socialistas de Montilla pierden cinco esca?os, lo que constituye un castigo evidente del electorado, pero los resultados abren la puerta a una repetici¨®n de su alianza con ERC e IC-V, con los que sumar¨ªa 70 esca?os, cuatro menos que en las anteriores elecciones, pero todav¨ªa dos por encima de la frontera que marca la mayor¨ªa absoluta.
La paradoja ser¨ªa que unas elecciones adelantadas ante el fracaso del tripartito condujeran a la repetici¨®n de una f¨®rmula que ha traducido su desgaste en una p¨¦rdida de esca?os y votos. Si se diera por tanto la repetici¨®n, deber¨ªa construirse sobre nuevas bases: con un papel diferente, entre otras cosas, de su radicalismo, sobre todo en referencia a las relaciones con el resto de Espa?a, y probablemente con unas reglas de comportamiento de los socios de coalici¨®n tambi¨¦n distintas, que no debilitaran permanentemente al Gobierno.
Esquerra tambi¨¦n sufre el desgaste del tripartito y pierde votos y esca?os, dos exactamente, pero el ascenso de CiU compensa los que pierde Carod y hace as¨ª posible una mayor¨ªa nacionalista CiU-ERC, que no puede descartarse. Pero en una geometr¨ªa de fuerzas tan compleja tampoco puede descartarse que la ¨²nica f¨®rmula que finalmente conduzca a la estabilidad sea la gran coalici¨®n entre CiU y PSC. Con la aritm¨¦tica de los esca?os en la mano, ahora se abre una etapa de negociaci¨®n entre los partidos que arrojar¨¢ las aut¨¦nticas rentas pol¨ªticas de las elecciones. El vencedor final ser¨¢ quien sepa conducirla con m¨¢s habilidad. Quedan pr¨¢cticamente fuera de todas estas f¨®rmulas tanto el PP como la nueva y peque?a formaci¨®n Ciutadans- Partit de la Ciutadan¨ªa, aunque su presencia en el Parlament constituye un refuerzo de la pluralidad catalana, declinada incluso en la forma plural de dos formaciones distintas.
El presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, cosech¨® ayer su primer e indiscutible rev¨¦s electoral desde su llegada al Gobierno. De su apuesta por la reforma del Estatut, pactado con Mas, y por la candidatura de Montilla, se deduce una n¨ªtida lectura del pobre resultado obtenido por el PSC. Pero tambi¨¦n este rev¨¦s podr¨ªa quedar compensado si al final de las cuentas surge el gobierno sociovergente que muchos quisieron deducir de la foto de La Moncloa.
La escasa participaci¨®n, que no llega al 57%, seis puntos menos que la registrada hace tres a?os, y cuatro por debajo de la media de las anteriores elecciones auton¨®micas, es la segunda m¨¢s baja desde 1980 y constituye un dato preocupante. A reserva de an¨¢lisis comarcales m¨¢s afinados, todo indica que se mantiene la diferencia entre el comportamiento del electorado en las auton¨®micas y en las generales y que la abstenci¨®n castiga proporcionalmente m¨¢s al PSC. En las ¨²ltimas de este ¨¢mbito celebradas, en 2004, la participaci¨®n fue en Catalu?a del 75,9%, 19 puntos por encima de la de ayer. Desde la transici¨®n, esa menor participaci¨®n en las auton¨®micas favorece a los nacionalistas, m¨¢s movilizados en este tipo de comicios, y constituye una anomal¨ªa que debiera inquietar a todos, pero con mayor raz¨®n a quienes se sienten m¨¢s comprometidos con el autogobierno catal¨¢n.
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