A la sombra de Catalu?a
Todas las fases de aprobaci¨®n del Estatuto han estado marcadas por la reforma catalana
Desde el primer momento hasta el ¨²ltimo, la sombra de Catalu?a se ha proyectado sobre la reforma del Estatuto de Autonom¨ªa para Andaluc¨ªa. As¨ª lo han querido los cuatro grupos pol¨ªticos del Parlamento andaluz tanto a la hora de marcar los ritmos de la negociaci¨®n, de inspirarse o alejarse del texto catal¨¢n, como de fijar sus estrategias pol¨ªticas o de argumentar sus posiciones.
La reforma del Estatuto andaluz, defendida por el socialista Manuel Chaves en junio de 2001, figuraba en las promesas electorales de todos los partidos, con excepci¨®n del popular, que ni la impuls¨® ni la consider¨® necesaria.
LAS ESTRATEGIAS La teor¨ªa de las traineras
El resultado de las elecciones auton¨®micas de marzo de 2004 dej¨® al PP (37 esca?os) en una posici¨®n irrelevante para sacar adelante la proposici¨®n de ley de reforma. A los 61 diputados socialistas les faltaban cinco votos m¨¢s para lograr los tres quintos necesarios (66 de 109) para llevarla a las Cortes. Esa suma se consegu¨ªa tanto con IU (seis) como con el Partido Andalucista (cinco). Algunos consideran que el PP cometi¨® un error de c¨¢lculo al creer que el presidente federal del PSOE y de la Junta, Manuel Chaves, no iba a atreverse a presentar en el Congreso una reforma sin el apoyo del principal partido de la oposici¨®n, que durante los trabajos en el Parlamento andaluz ha permanecido de brazos ca¨ªdos.
Chaves, un pol¨ªtico que suele aplicar la m¨¢xima mexicana de si "te afliges te aflojan", siempre ha querido el consenso, pero tanto ¨¦l como su partido ten¨ªan claro que si esperaba a que el PP despejara sus dudas no cumplir¨ªa su promesa electoral de sacar en esta legislatura el proyecto. De esa forma, el calendario adquiri¨® la misma importancia que el contenido, con el fin de que el refer¨¦ndum de ratificaci¨®n pueda celebrarse el 25 de febrero de 2007, tres meses antes de las elecciones municipales.
En este camino fue b¨¢sica la apuesta estrat¨¦gica de Izquierda Unida por separar la oposici¨®n al Gobierno andaluz de la aprobaci¨®n del Estatuto, sacudi¨¦ndose el estigma de la etapa de la pinza entre 1994 y 1996. Conforme el PP y el PA -que cay¨® en el tancredismo en muchas fases de la tramitaci¨®n-, se separaban del proyecto, socialistas e IU fueron trenzando una complicidad in¨¦dita hasta entonces y perge?ando un proyecto escorado a la izquierda. Desde ese momento, IU se convirti¨® en el pasaporte de entrada del Estatuto en las Cortes, en su seguro de vida.
Una muestra de la implicaci¨®n de los partidos en la reforma fueron los documentos registrados en junio de 2005 con sus propuestas. Es ah¨ª donde se ve qui¨¦n tiene o no una idea de Estatuto. Socialistas e IU fueron los m¨¢s precisos al plantear un paquete de propuestas en nuevos derechos sociales, competencias (con el Guadalquivir como reclamaci¨®n principal), medio ambiente y en la participaci¨®n de Andaluc¨ªa en todas aquellas decisiones que afecten a la comunidad. El PA resalt¨® los aspectos identitarios como la definici¨®n de Andaluc¨ªa como naci¨®n y la bilateralidad.
El PP registr¨® un proyecto huero, porque durante mucho tiempo crey¨® que la reforma era el nuevo juguete de los socialistas para desviar la atenci¨®n y que el consenso con el PSOE en el Estatuto era tanto como sacar bajo palio a Chaves en una pr¨®xima contienda electoral. La principal competencia que reclam¨® la derecha es que se actualizaran las c¨¢maras de la propiedad urbana.
Hasta finales de 2005, los grupos mantuvieron un clima de buena relaci¨®n. Pese a que el PP no se implic¨® en los trabajos y expres¨® sus "dudas" o "reservas" sobre determinadas propuestas, su principal dirigente en Andaluc¨ªa, Javier Arenas, daba por hecho el acuerdo. "Algunos d¨ªas me levanto y digo que el nivel de acuerdo es del 90% y otros, que me llaman carro?ero, digo que el 80%", afirm¨® en abril de ese a?o. En esta fase, los ponentes est¨¢n muy atentos a las evoluciones del debate en Catalu?a y posponen varias veces la discusi¨®n sobre las competencias o la financiaci¨®n esperando a ver qu¨¦ pasa en Barcelona. Aplican la teor¨ªa de las traineras acu?ada por el secretario federal de Pol¨ªtica Auton¨®mica del PSOE, Alfonso Perales, seg¨²n la cual Andaluc¨ªa deb¨ªa seguir con atenci¨®n otras reformas como la catalana, ya que ¨¦sta iba a marcar el l¨ªmite.
PLANT?N DE PA Y PP "Sospechas de agravio"
A principios de este a?o, el PA estuvo con un pie dentro y otro fuera, mientras que el PP reclam¨® parar del todo el reloj hasta saber el resultado de las negociaciones catalana. Cuando el Estatuto catal¨¢n ya tiene dibujadas sus coordenadas, el PSOE asume la tipolog¨ªa de competencias que defienden tanto IU como PA, copiada del proyecto catal¨¢n. Estos tres partidos reclaman materias exclusivas del Estado mediante el art¨ªculo 150.2 de la Constituci¨®n y, aunque con una redacci¨®n menos pormenorizada, detallan cada competencia para evitar que el Estado "desapodere" a la comunidad.
Poco despu¨¦s, el PA reneg¨® de este acuerdo y, sin pretenderlo, brind¨® al PP la oportunidad de dar un plante a los trabajos de la ponencia. Los andalucistas deciden abandonarla por las "sospechas" de que en la negociaci¨®n catalana se est¨¢n produciendo unos avances que suponen "una grav¨ªsima discriminaci¨®n" para Andaluc¨ªa. Los populares le siguieron al rebufo y pidieron a los socialistas "garant¨ªas" de que no se iban a producir "ninguna discriminaci¨®n" de la comunidad.
Cuando el 22 de enero de este a?o, el presidente de Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, y el l¨ªder de CiU, Artur Mas, cierran un acuerdo sobre el Estatuto catal¨¢n, la izquierda se conjuran para incluir en el borrador una cl¨¢usula que garantice a Andaluc¨ªa que la inversi¨®n estatal respetar¨¢ su poblaci¨®n, un criterio m¨¢s beneficioso que el del PIB acordado para Catalu?a.
ESTUDIAR CATAL?N "Zapatero lo consiente y Chaves lo apoya"
En todas las fases del Estatuto en el Parlamento andaluz, desde que era s¨®lo un borrador, el texto sali¨® adelante con los votos de socialistas e IU; y la abstenci¨®n y el rechazo de PP y PA.
La estrategia nacional del PP de resucitar el debate territorial y la acusaci¨®n contra Zapatero de que Espa?a se rompe fue especialmente virulenta en Andaluc¨ªa, una comunidad sobre la que no existe duda alguna de su pertenencia a Espa?a. El PP andaluz puso en marcha en febrero una campa?a que indigna a los partidos catalanes y que no deja indiferente a nadie. Contrata cu?as radiof¨®nicas publicitarias con el siguiente di¨¢logo:
-?Sabes que si nos vamos de Andaluc¨ªa a Catalu?a nuestro hijo tendr¨¢ que estudiar catal¨¢n?
-?C¨®moooo?
-Lo que oyes, que en Catalu?a es obligatorio estudiar catal¨¢n y no se puede en espa?ol, que es la lengua de todos.
-?Y por qu¨¦?
-Porque Zapatero lo consiente y Chaves lo apoya.
Ni las reuniones convocadas por Chaves con los l¨ªderes del PP (Javier Arenas), IU (Diego Valderas) y PA (Juli¨¢n ?lvarez) -todos ellos sin esca?o en la C¨¢mara- sirvieron para sacar un Estatuto de consenso en Andaluc¨ªa. Tampoco valieron las ofertas del PSOE para negociar, reforzando los apelativos a la Constituci¨®n pero sin rebajar el texto pactado con IU, un centenar de votos particulares de los populares. El PP andaluz decidi¨® plegarse a la estrategia de su direcci¨®n nacional y deso¨ªr las reflexiones de muchas personas que cre¨ªan un suicidio pol¨ªtico que la derecha permaneciera otra vez al margen de la autonom¨ªa andaluza como el 28 de febrero de 1980.
REALIDAD NACIONAL "Cachondeo", "chririgota"
Y en estas lleg¨® Manuel Clavero Ar¨¦valo al Parlamento. El ex ministro de la UCD, mentor pol¨ªtico de Arenas, propone incorporar al Pre¨¢mbulo la alusi¨®n a la realidad nacional de Andaluc¨ªa, con una redacci¨®n id¨¦ntica a la que figura en el Estatuto catal¨¢n.
El PSOE la asumi¨® en sus enmiendas, despu¨¦s de un intenso debate interno, para atraerse al PA al consenso, aunque no le sirvi¨® para nada. La agresiva reacci¨®n que provoc¨® fuera de Andaluc¨ªa esta expresi¨®n hizo que el PSOE la convirtiera en una bandera, mientras arreciaban las cr¨ªticas al Estatuto, del que Mariano Rajoy dijo que era un "cachondeo", Mar¨ªa San Gil "una chirigota" y Jaime Mayor Oreja pronosticara una explosi¨®n islamista. Adem¨¢s, socialistas e IU dieron una nueva vuelta de tuerca al proyecto al incorporar numerosas enmiendas copiadas del Estatuto catal¨¢n para "no quedar ni un mil¨ªmetro por debajo".
El 2 de mayo PP y PA, desde posiciones pol¨ªticas opuestas, votaron no a los 246 art¨ªculos del nuevo Estatuto. De nada sirvi¨® que el PSOE ofreciera a los populares incorporar menciones a la unidad de la naci¨®n espa?ola o apelar al ordenamiento constitucional para que el PP se sumara al acuerdo. Los populares acusaron al presidente Chaves de "antiespa?ol" y de "dar coartada a los nacionalismos insolidarios". Similares argumentos utiliz¨® el presidente nacional del PP, Mariano Rajoy, en el pleno de la toma en consideraci¨®n del proyecto en el Congreso el 23 de mayo: "Consideran a Andaluc¨ªa una hermana menor de Catalu?a y que para dejar de serlo necesita repetir los mismos errores que su hermana".
EL CONGRESO Recuperar el consenso
La llegada de la propuesta al Congreso en el mes de septiembre marc¨® un punto y aparte en la negociaci¨®n. Durante el verano, Chaves y Arenas se intercambiaron documentos a trav¨¦s del ex secretario general del PP Juan Ojeda, en los que se?alan sus l¨ªneas rojas. Ambos se entrevistaron sin publicidad alguna. La clave para el acuerdo est¨¢ en las enmiendas socialistas a 87 art¨ªculos del texto aprobado en Andaluc¨ªa, cuyo estribillo es: "Constituci¨®n, Constituci¨®n, Constituci¨®n" y "Espa?a, Espa?a, Espa?a". Y tambi¨¦n, en la presi¨®n de los alcaldes del PP agobiados ante las perspectiva de pedir el voto negativo en el refer¨¦ndum a tres meses de las municipales. Desde ese momento, el PP suprimi¨® de su vocabulario cualquier cr¨ªtica estridente, valora las enmiendas socialistas y Mariano Rajoy enmudece sobre el Estatuto en Andaluc¨ªa. Los socialistas lanzan hasta elogios a sus adversarios por su predisposici¨®n, mientras aplauden por lo bajini las ¨¢cidas cr¨ªticas que IU dirige al PP por su cambio de posici¨®n.
En realidad, los tres partidos no han parado de moverse ni un momento para intentar acercar posiciones, aunque la aspiraci¨®n del PP era expulsar a IU y la de la federaci¨®n, echar al PP. El PA ni est¨¢ ni se le espera. Y los socialistas no quieren soltar ninguna de las puntas del el¨¢stico, porque le dar¨ªa de lleno en la cara.
CONSTITUCI?N AL CUBO Cambios de "perogrullo"
En la ponencia, a puerta cerrada, y en la Comisi¨®n Constitucional, abierta a las c¨¢maras, PSOE, PP e IU van pactando uno a uno los art¨ªculos del texto, en un clima de consenso al que contribuye Alfonso Guerra. El presidente de ese ¨®rgano coquetea con los populares para que se sientan c¨®modos en los trabajos, mientras lanza algunos puyazos a los suyos. Cuentan que durante el debate en ponencia de las competencias, Guerra repet¨ªa "qu¨¦ barbaridad, qu¨¦ barbaridad" mientras le¨ªa los art¨ªculos de ese t¨ªtulo.
Lo que antes el PP ve¨ªa como un Estatuto "centralista" y "antimunicipalista" ahora es un ejemplo de descentralizaci¨®n, cuando los cambios son m¨ªnimos. La oposici¨®n a la ense?anza laica y al derecho a la muerte digna se redactan de distinta forma para decir lo mismo y las competencias y la relaci¨®n bilateral con el Estado dejan de ser aspiraciones soberanistas porque se cita a la Constituci¨®n, la prevalencia de la legislaci¨®n estatal o se introduce las palabras "cooperaci¨®n" y "coordinaci¨®n" en 60 ocasiones. Con estos cambios de "perogrullo", seg¨²n la portavoz de IU, Concha Caballero, que afectan a 120 art¨ªculos, el partido de Rajoy cree que jur¨ªdicamente no contradice su recurso de inconstitucionalidad contra el Estatuto de Catalu?a, mientras que el PSOE se siente bastante m¨¢s c¨®modo. A IU la profusi¨®n de latiguillos constitucionales le parece una sobredosis innecesaria, tanta como afirmar: "No soy delincuente".
DOS PALABRAS El h¨ªbrido
Lo ¨²ltimo que se pact¨® del Estatuto fueron dos palabras: realidad nacional.
Arenas -tras la abrupta irrupci¨®n del portavoz parlamentario, Eduardo Zaplana, contrario al acuerdo- vence las resistencias internas. El popular Federico Trillo y el socialista Diego L¨®pez Garrido, conectados por tel¨¦fono con Rajoy y Chaves, redactan la f¨®rmula final, un h¨ªbrido donde se alude a un desconocido Manifiesto andalucista de C¨®rdoba de 1919 -que nadie se ha debido leer al completo porque en ¨¦l se declara a Andaluc¨ªa "separatista" del Estado- y a la Constituci¨®n.
Cuando ayer el Congreso aprob¨® por unanimidad el Estatuto, la sombra de Catalu?a sigui¨® proyect¨¢ndose y esta vez con una penetrante resaca electoral.
PP, del no al s¨ª
En seis meses, el PP ha pasado de rechazar el Estatuto en el Parlamento andaluz a dar su apoyo en el Congreso. Las apelaciones a la Constituci¨®n ha hecho posible "un nuevo" texto, seg¨²n Antonio Sanz. A la izquierda, diputados de PSOE, PP e IU votan juntos en la Comisi¨®n Constitucional. El PA se queda solo con el no.
Declaraci¨®n institucional de consenso
El 24 de septiembre de 2004 la ponencia proclama que "los trabajos arrancan con voluntad de consenso".
El pacto s¨®lido de la izquierda.
El acuerdo entre PSOE e Izquierda Unida es lo que permite que el Estatuto entre en las Cortes. Los portavoces socialista, Manuel Gracia, y de IU, Concha Caballero, han sido dos de los protagonistas claves de toda la negociaci¨®n. Inauguran una nueva etapa de relaciones in¨¦dita desde la pinza.
Un anuncio de 2001
En el debate del estado de la comunidad de junio de 2001, Manuel Chaves lanza su apuesta pol¨ªtica m¨¢s arriesgada: la de reforma el Estatuto andaluz. La propuesta la rodea de enormes cautelas y la esboza como una "posibilidad" y enmarcada en el proyecto estrat¨¦gico de los socialistas de la segunda modernizaci¨®n.
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