Los africanos temen la invasi¨®n comercial
Los sindicatos surafricanos creen que se han perdido 60.000 empleos por la competencia china
Zambia, Zimbabue, Mozambique, Marruecos, Nigeria, Angola, Guinea Ecuatorial... La lista de pa¨ªses africanos en los que China invierte masivamente es cada vez m¨¢s larga. De los 29.000 millones de euros de inversi¨®n exterior este a?o, 3.500 millones se destinaron a ?frica, un continente que Pek¨ªn ve como fuente de recursos imprescindibles para el crecimiento vertiginoso de su econom¨ªa. Los gigantescos negocios chinos se realizan respetando el precepto de no injerencia en los asuntos internos de cada pa¨ªs, dejando en un segundo plano problemas pol¨ªticos del continente, como los derechos humanos o la corrupci¨®n.
Si bien muchas de las inversiones chinas se traducen en mejora de las infraestructuras, algo de lo que ?frica en general se encuentra necesitada, los pa¨ªses occidentales y muchas de las empresas competidoras se alarman por el modus operandi de los chinos en el continente negro.
Una de las mayores preocupaciones es que el gigante chino aplaste la industria textil
Pek¨ªn no tienen escr¨²pulos en hacer negocios con Gobiernos corruptos o parias a los ojos de la comunidad internacional; la consideraci¨®n por el medioambiente o las condiciones laborales no son cuestiones prioritarias y su uso de mano de obra barata les posibilita concursar en obras p¨²blicas con ofertas imbatibles.
China trata, desde los noventa, pero de una forma acelerada desde hace una d¨¦cada, de asegurarse en ?frica el acceso a los recursos naturales que necesita para continuar con su crecimiento econ¨®mico. De ser un pa¨ªs exportador de petr¨®leo, ha pasado a ser importador. Sud¨¢n, Nigeria, Angola Kenia y Guinea Ecuatorial son algunos de sus proveedores de hidrocarburos. De Mozambique y Gab¨®n importa madera, y se nutre de cobre en Zambia y Congo. En total, 800 firmas chinas operan en el continente.
Seg¨²n el estudio Perfil de las Operaciones de las Multinacionales Chinas en ?frica, elaborado por Chris Alden y Martyn Davies, del Instituto Surafricano para las Relaciones Internacionales, (SAIIA), una de las diferencias esenciales entre los inversores chinos y los occidentales es el respeto al pie de la letra de los chinos del precepto de no injerencia en asuntos internos de los pa¨ªses en los que invierten. Lo que les permite hacer negocios sin ning¨²n problema con pa¨ªses como Guinea Ecuatorial, Zimbabue, Etiop¨ªa o Sud¨¢n, en el punto de mira de la comunidad internacional por su falta de democracia interna y la corrupci¨®n.
Asimismo, las grandes multinacionales chinas utilizan en muchas ocasiones su propia mano de obra, mucho m¨¢s barata, lo que adem¨¢s de no generar puestos de trabajo en el pa¨ªs receptor de la inversi¨®n o transferencia de conocimientos, les permite concursar para grandes proyectos p¨²blicos a unos precios irrisorios, que ninguna otra empresa internacional puede igualar. Y aunque el beneficio econ¨®mico de las grandes obras p¨²blicas a esos precios es escaso, el beneficio pol¨ªtico es inmenso a la hora de garantizarse futuros proyectos m¨¢s sustanciales.
En 2005, el Gobierno de Zambia y la empresa Bgrimm, que fabrica explosivos para las minas de cobre de Chambinhi, con capital chino, fueron objeto de cr¨ªticas por la falta de seguridad en las instalaciones, donde murieron 52 personas. El obispo cat¨®lico de la regi¨®n, el irland¨¦s Noel O'Regan, tras culpar a sindicatos y Gobierno por igual, asegur¨® que "los trabajadores pueden ser descritos como oprimidos. Eran hombres y mujeres temerosos de alzar sus voces contra las inhumanas e injustas condiciones en las que trabajaban porque ten¨ªan miedo de perder sus trabajos". El Gobierno chino envi¨® una delegaci¨®n de 24 representantes al funeral y prometi¨® medio mill¨®n de d¨®lares a las familias de los fallecidos.
Los autores del estudio tambi¨¦n resaltan otro de los fen¨®menos indirectos de la inversi¨®n china, como es la llegada de emigrantes asi¨¢ticos (lo que ya se nota en Kenia) sin especializaci¨®n laboral, que abren peque?os comercios en abierta competencia con los tenderos locales, lo que puede ser foco de conflicto y xenofobia.
Pero una de las mayores preocupaciones es el poder del gigante chino de aplastar la industria textil de pa¨ªses como Kenia, Lesoto o Sur¨¢frica, al inundar los mercados con productos muy baratos, de calidad m¨¢s o menos discutible. Los representantes sindicales surafricanos consideran que 800 firmas ya han cerrado y 60.000 personas se encuentran en el paro por la competencia directa china.
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