Pagar por haber pagado
Fui a la oficina del administrador de fincas a recoger un certificado que hab¨ªa solicitado d¨ªas antes. El certificado deb¨ªa declarar que estaba al corriente de mis pagos en cierta comunidad de propietarios. Pero, una vez preparado el documento, el administrador intent¨® cobrarme treinta euros. Yo me negu¨¦. Supuse que haber pagado puntualmente las cuotas de la comunidad durante dos d¨¦cadas me daba derecho a que el administrador reconociera el correcto estado de mis cuentas y a que tal reconocimiento no desencadenara ning¨²n gasto a?adido. Este razonamiento se interpret¨® como un casus belli. El administrador exhibi¨® toda su jerga jur¨ªdica con la intenci¨®n de intimidarme. Me dijo que cobraba los certificados porque as¨ª lo autorizaba una norma de la Diputaci¨®n Foral. Me ense?¨® la norma. Yo expuse mi opini¨®n sobre la Diputaci¨®n Foral, pero el administrador evit¨® las elucubraciones pol¨ªticas: o le pagaba lo que ped¨ªa o no hab¨ªa certificado.
Me resign¨¦ al chantaje. Declar¨¦ que iba a pagar la suma, pero a cambio de un recibo, una factura y una hoja de reclamaciones. El administrador dijo que no hab¨ªa preparado una factura y que no dispon¨ªa de hojas de reclamaciones, pero repiti¨® que la Diputaci¨®n Foral le autorizaba a cobrarme. Yo repet¨ª lo que opinaba de nuestra Diputaci¨®n Foral (utilizando en esta ocasi¨®n vehementes adjetivos de ¨ªndole anarquista) y exig¨ª de nuevo un recibo por el pago, una factura por el servicio y una hoja de reclamaciones por mi perplejidad. La Diputaci¨®n es muy libre de acordar con colegios profesionales, corporaciones mercantiles o grupos de presi¨®n las componendas que considere oportunas pero, en tanto no obre dentro de sus competencias tributarias o sancionadoras, no puede comprometer mi patrimonio, de modo que yo no iba a pagar a una persona s¨®lo para que declarara que no le deb¨ªa dinero. Y de pronto, como si la amenazadora presencia de la Diputaci¨®n Foral se hubiera evaporado, el administrador me dio el certificado, me devolvi¨® mi dinero y yo (hay que reconocer que sin la m¨¢s m¨ªnima coherencia con la l¨ªnea argumental antecedente) le di entonces las gracias.
La intimidaci¨®n jur¨ªdico-administrativa es una de los ejercicios m¨¢s extendidos y m¨¢s indignos de la vida p¨²blica, un efecto del que se valen no s¨®lo las administraciones sino tambi¨¦n los grupos de presi¨®n con capacidad de negociaci¨®n ante aquellas. Son miles los bienes inmobiliarios que se transmiten diariamente y decenas de miles, en consecuencia, los euros expropiados a las gentes a cuenta de esa absurda imposici¨®n, por parte del poder p¨²blico, que obliga al pago por un documento donde un empresario privado dice que una persona privada no debe dinero a una comunidad de propietarios. Gracias, Diputaci¨®n, por tutelar al m¨¢s d¨¦bil de los tres.
En condiciones normales, este tipo de maniobras nunca tendr¨ªa la m¨¢s m¨ªnima posibilidad de prosperar -a cualquier individuo que nos exigiera dinero por manifestar que no le debemos nada le llamar¨ªamos caradura sin anestesia ninguna-, pero cobra una inusitada eficacia cuando son fruto del contubernio entre las autoridades p¨²blicas y los grupos de poder corporativo o empresarial. Lo peor es que la impunidad con la que act¨²an radica en uno de los peores lastres de la democracia moderna: que los ciudadanos no tienen tiempo para gestionar sus propios asuntos, por lo que se ocupan de ellos en las estrechas rendijas que les deja un horario laboral atosigante. Los grupos organizados cuentan con todo el tiempo del mundo para planificar nuevos robos y asaltos, mientras que sus v¨ªctimas, para contrarrestarlos, tienen poco tiempo, poca energ¨ªa y ninguna fe en las instituciones.
Nada m¨¢s lejos del ¨¢nimo del que escribe que incitar a la rebeli¨®n civil pero, si usted precisa un documento de esa naturaleza, h¨¢gase justicia a s¨ª mismo y res¨ªstase a esa gabela medieval. Y ello al margen de que la Diputaci¨®n correspondiente invista a los administradores de fincas de toda clase de legitimidades para cobrar peajes indignos. Porque los administradores de fincas votan en las elecciones forales, cierto, pero convendr¨ªa tener presente que tambi¨¦n votamos los dem¨¢s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.