?Feminismo bajo el velo isl¨¢mico?
Mujeres musulmanas debaten en Barcelona c¨®mo adaptar sus creencias al siglo XXI
La sala se llen¨® de cabezas con pa?uelo mientras Abdennur Prado, espa?ol converso y organizador del II Congreso de Feminismo Isl¨¢mico, explicaba su visi¨®n del Cor¨¢n. "No se deben seleccionar fragmentos, sino mirar el texto en su conjunto". S¨®lo entonces se puede percibir el sentido del texto, sagrado para los musulmanes, respecto a la mujer. Y ¨¦ste no es otro, asegura, que la m¨¢s estricta igualdad entre los unos y las otras. "Incluso se observan las contradicciones que la versi¨®n patriarcal tiene del Cor¨¢n", denunci¨® desde el atril, "y que hoy en d¨ªa predomina en algunos pa¨ªses".
Mientras asienten todas las conferenciantes, interviene Kamila Toby, musulmana, estadounidense de nacimiento, cordobesa en la actualidad. "El islam, por s¨ª s¨®lo, es feminista", lanza contundente mientras se ajusta el pa?uelo, naranja y suave, sobre su cabeza. Ella, como la inmensa mayor¨ªa de las creyentes que residen en Espa?a, est¨¢ acostumbrada a las preguntas del desconfiado. Y corrobora su teor¨ªa con un gr¨¢fico ejemplo: "El hombre est¨¢ obligado a mantener a la mujer, y ella se ve as¨ª liberada para poder cuidar a los ni?os". Quiz¨¢ para validar su concepci¨®n confiesa ser madre de cinco hijos. Y a?ade que las pertenencias del hombre, seg¨²n el Cor¨¢n, son de ambos, pero aquello de la mujer es propiedad suya en exclusiva. Acaba ri¨¦ndose, casi con orgullo, pues cree que el Cor¨¢n beneficia a las mujeres.
"El islam no se contradice con ser feminista", subraya una ponente
No lo ven as¨ª las feministas laicas, que observan una doble represi¨®n de la mujer en el ¨¢mbito musulm¨¢n: religiosa y patriarcal. "Las feministas occidentales siempre han pecado de dar la impresi¨®n de que van a salvar a las pobrecitas musulmanas, a abrirles los ojos", se?ala Ndeye And¨²jar, catalana y musulmana. "El islam no se contradice con ser feminista, y as¨ª lo deben de entender las laicas", precisa. Si no, no hay comunicaci¨®n entre feministas isl¨¢micas y occidentales, algo que ocurre en la actualidad.
Entonces alza la voz Codou Bop, senegalesa y conferenciante en las jornadas. Se queja, en el turno de palabras, de la existencia del "viejo" debate. "Llevamos 20 a?os hablando de las diferencias entre unas y otras", dice para preguntarse inmediatamente: "?Y qu¨¦ hemos hecho hasta ahora?". Su intervenci¨®n fue, de largo, una de las m¨¢s aplaudidas en la sesi¨®n de ayer.
Pasan los a?os y muchos conceptos se relativizan. Incluido el papel del pa?uelo, s¨ªmbolo del islam femenino. Y es que, entre las decenas de pa?uelos de colores sobresalen, igualmente isl¨¢micas, algunas cabezas desnudas. Ndeye tampoco vio nunca la necesidad de cubrirse con un pa?uelo para expresar su fe, e incluso cree que el problema se agrava cuanto m¨¢s se habla de ello. "La ley francesa [que proh¨ªbe tapar la cabeza en las escuelas] ha sido contraproducente", dice con conocimiento en tanto que vive en Par¨ªs. "Ahora que se ha aprobado, se usa m¨¢s el velo, ya que ilegalizar su uso llev¨® a un enfrentamiento pol¨ªtico". Pero, ?por qu¨¦ decide una joven usar el pa?uelo? "Las respuestas son tantas como mujeres existen", argumenta Ndeye, porque ning¨²n vers¨ªculo del Cor¨¢n habla de ello. "Tan s¨®lo dice que la mujer debe ocultar su atractivo humildemente", pero no explicita c¨®mo.
De ah¨ª la importancia de la visi¨®n con la que se lee el texto sagrado. "Hoy", zanja Ndeye, "debemos utilizar los ojos del siglo XXI". Probablemente ha sido la actividad de "supuestos" sabios, a?ade el presidente de la Junta Isl¨¢mica de Espa?a, Mansur A. Escudero, lo que ha deformado el significado del Cor¨¢n. "S¨®lo los est¨²pidos creen en las injusticias", indica.
Pero el patriarcado es un tema espinoso, asegura Escudero, ya que en Afganist¨¢n las mujeres a¨²n hoy portan burka, que cubre el cuerpo entero de la cabeza a los pies con una rejilla para los ojos. "Y se invadi¨® el pa¨ªs pensando en liberarlas", recrimina. En la antig¨¹edad, la mujer isl¨¢mica llevaba velo para diferenciarse de las esclavas, recuerda Ndeye.
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