Cornualles, la costa del rey Arturo
Leyendas celtas en los acantilados del suroeste de Inglaterra
Cornualles, la pen¨ªnsula que sale del extremo suroeste de Inglaterra, es tierra de hombres recios, pescadores y mineros, habituados a soportar las inclemencias del clima y dotados de una llamativa habilidad para apostar por el bando equivocado en todas y cada una de las guerras y revueltas que sacudieron Inglaterra a lo largo de la historia: como celtas, resistieron la invasi¨®n de anglos y sajones en la alta Edad Media; en la guerra civil, llamada de las Dos Rosas, lucharon por la rosa blanca de Yorkshire, finalmente derrotada por la rosa roja de Lancashire; defendieron el catolicismo frente a Enrique VIII cuando ¨¦ste decidi¨® romper con Roma, y se opusieron a Cromwell en la revoluci¨®n de 1642. Con tanta derrota seguida lleg¨® hasta el punto de perder su lengua, un dialecto ga¨¦lico local cuya ¨²ltima hablante nativa falleci¨® en 1777 y al que un tan animoso como reducido movimiento nacionalista intenta mantener con respiraci¨®n asistida.
Los vientos y las tormentas que la visitan, y los baj¨ªos y arrecifes que recorren su costa, convirtieron Cornualles en una pesadilla para los marineros desde tiempo inmemorial. Sin embargo, la aparente dureza de la regi¨®n se desvanece en cuanto brilla el sol, cuando se puede disfrutar de sus imponentes acantilados, de playas y calas casi inaccesibles, de las ruinas de un pasado tan agitado y de los impolutos pueblos de pescadores que, ellos s¨ª, han sabido conservar.
Como buena regi¨®n celta, Cornualles es tierra de leyendas, as¨ª que un buen lugar para comenzar la visita es el castillo de Tintagel, en el noreste de la regi¨®n, cuna del rey Arturo, un caudillo celta que luch¨® contra los invasores sajones. Las ruinas de la fortaleza coronan un maravilloso acantilado que alberga tambi¨¦n la cueva de Merl¨ªn. El conjunto bien merece una postal, a franquear desde la oficina de correos probablemente m¨¢s bonita del mundo, una preciosa casa del siglo XIV. Para completar el ciclo art¨²rico se puede visitar el cercano y estremecedor p¨¢ramo de Bodmin, donde muri¨® el rey luchando contra su malvado sobrino Mordred, y la laguna de Dozmary, donde la Dama del Lago guarda la espada Excalibur. Y para terminar con las leyendas medievales cabe una visita a la piedra de Trist¨¢n, cerca de Fowey, el ¨²nico rastro hist¨®rico del romance de Trist¨¢n e Isolda -otro mito medieval que hunde sus ra¨ªces en Cornualles y que lleg¨® a Europa a trav¨¦s de los hist¨®ricos v¨ªnculos de esta regi¨®n con la Breta?a francesa.
La joya de la costa norte es sin duda Saint Ives, un precioso pueblo pesquero que preside una amplia bah¨ªa, con tres espl¨¦ndidas playas y encantadoras callejuelas que recorren el centro. Saint Ives alberga desde finales del siglo XIX una vibrante comunidad art¨ªstica. El microclima de la regi¨®n, su paisaje y su luz, casi mediterr¨¢neos, atrajeron a todos aquellos que no emigraron a la Costa Azul directamente (de hecho, Saint Ives es conocida como la capital de la Riviera de Cornualles). Artistas como Barbara Hepworth, Ben Nicholson o Tony O'Malley fijaron all¨ª su residencia, y Virginia Woolf sol¨ªa veranear en una casa del pueblo. Hoy se puede visitar un centro sat¨¦lite de la Tate Gallery con una colecci¨®n permanente y frecuentes exposiciones. Cada septiembre, el Festival de Saint Ives atrae a numerosos visitantes con un prestigioso programa de m¨²sica, danza y teatro.
Hacia Land's End
Veinte kil¨®metros m¨¢s al oeste se alcanza Land's End, el Finisterre ingl¨¦s, el punto m¨¢s occidental de Gran Breta?a, desde donde se puede ver pasar toda la fauna marina del Atl¨¢ntico, atisbar las islas de Scilly con sus faros y disfrutar de esa man¨ªa tan inglesa de etiquetar. As¨ª, toda la zona presume de ser la primera y la ¨²ltima del reino, y se puede uno tomar una cerveza en el primer y ¨²ltimo pub, usar el primer y ¨²ltimo buz¨®n y orinar en el primer y ¨²ltimo ba?o.
Desde Land's End hacia el este, por la costa sur, enseguida llega Porthcunro, una playa de extraordinaria belleza encerrada entre acantilados. Uno de ellos, aprovechando un incre¨ªble anfiteatro natural, acoge el teatro Minack, escenario al aire libre con el mar como tel¨®n de fondo que durante los meses de verano tiene una funci¨®n diaria. Tambi¨¦n sobre la playa est¨¢ el curioso Museo del Tel¨¦grafo, que conmemora el punto desde el que se tendi¨® el cable que unir¨ªa todo el Imperio Brit¨¢nico. Junto a Penzance, el siguiente pueblo, se halla otra prueba de los v¨ªnculos con el norte de Francia, y es que la costa de Cornualles presume de su propio Mount Saint Michael, con su abad¨ªa benedictina transformada en castillo en el siglo XIV, que, como el franc¨¦s, est¨¢ en una peque?a isla accesible a pie con la marea baja.
Un pasado industrial
La costa sur, m¨¢s inh¨®spita quiz¨¢, es tambi¨¦n m¨¢s hermosa, rocosa y agreste. Las minas abandonadas de cobre y esta?o, ¨¦stas a menudo sobre el mar y coronadas por altas chimeneas de la fundici¨®n, dan fe del pasado industrial de la regi¨®n. Los arrecifes y las calas que horadan la accidentada costa permiten entender los or¨ªgenes de otros dos oficios tradicionales que dieron lugar a las leyendas m¨¢s recientes y menos caballerosas de Cornualles: el contrabandista, que burlaba a los agentes de aduanas, y el wrecker o raquero, que dicen en Santander, que atra¨ªa los barcos a la costa y luego se hac¨ªa con los restos del naufragio. Para evitar tales desgracias se construyeron faros desde la ¨¦poca romana. Varios son muy bellos, como el que se alza desde 1619 en Lizard's Point, una peque?a pen¨ªnsula que marca adem¨¢s el punto m¨¢s meridional de Inglaterra.
Quiz¨¢ Porthleven sea el mejor s¨ªmbolo de los pueblos pesqueros de la zona; peque?o y coqueto, en una bah¨ªa profunda y angosta con un puerto exterior y otro interior para garantizar la protecci¨®n de los barcos. Las viejas tabernas y los renovados restaurantes que rodean el puerto proporcionan una excusa fant¨¢stica para probar la cocina tradicional de la regi¨®n (una agradable sorpresa). La cercana playa de Praa Sands, extensa y desierta, es un para¨ªso para los surfistas.
Y para quien odie la costa, siempre cabe perderse por el verde interior, con cuidado, eso s¨ª, ya que las distancias son muy cortas y es f¨¢cil acabar ante el mar de nuevo. Pero si se logra, es posible encontrar m¨¢s castillos medievales, monumentos neol¨ªticos y hasta rastros del camino de Santiago que segu¨ªan los peregrinos irlandeses y galeses. Al final, para el viajero espa?ol la pregunta es inevitable. Con esta maravillosa costa en el patio de atr¨¢s, ?por qu¨¦ prefieren nuestro litoral? Entre tanto, y hasta que el calentamiento global garantice el buen tiempo en Cornualles y los encantos de esta regi¨®n y sus leyendas tambi¨¦n sucumban, urge descubrirla.
GU?A PR?CTICA
C¨®mo llegar- El aeropuerto internacional m¨¢s cercano es el de Bristol.- Easyjet (www.easyjet.com; 902 29 99 92) tiene vuelos directos a Bristol desde Madrid a partir de 77,43 euros, y desde Barcelona, a partir de 135,73.- De Bristol al r¨ªo Tamar, que marca la frontera con Cornualles, hay apenas una hora y media en coche.D¨®nde dormir- Land?s End Hotel (00 44 17 36 87 15 01). Land's End. Es el aut¨¦ntico "primer y ¨²ltimo" hotel de Inglaterra, ya que est¨¢ en el mismo cabo de Land's End. La habitaci¨®n doble, por unos 120 euros.- Boskerris Hotel (00 44 17 36 79 52 95; www.boskerrishotel.co.uk). Boskerris Road, Carbis Bay (St. Ives). Hotel familiar con vistas a la bah¨ªa. La doble, a partir de 127 euros.- Jamie's (00 44 17 36 79 47 18; www.jamiesstives.co.uk). Wheal Whidden, Carbis Bay (St. Ives). Preciosas vistas al mar. La doble, desde 120 euros.Informaci¨®n- www.cornwalltouristboard.co.uk.
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