Iva Toguri D'Aquino, 'Rosa de Tokio'
Hizo propaganda por radio de Jap¨®n en ingl¨¦s en la II Guerra Mundial
D'Aquino fue, hasta su muerte, la ¨²nica ciudadana estadounidense condenada por traici¨®n a la patria (EE UU) y perdonada, y la s¨¦ptima condenada por esa causa. Recibi¨® un premio del Comit¨¦ de Veteranos de la II Guerra Mundial cuando cumpli¨® 90 a?os el pasado julio. As¨ª lo se?al¨® Ronald Yates, decano de la facultad de Ciencias de la Informaci¨®n en la universidad de Illinois (EE UU), antiguo periodista del diario Chicago Tribune y una de las personas que m¨¢s contribuy¨® a revelar la verdad sobre D'Aquino y a lograr su absoluci¨®n tras localizar a sus acusadores, quienes aseguraron que le hab¨ªan acusado presionados por los fiscales para mentir. "Arriesg¨® su vida en Tokio, llevando medicinas y alimentos a los prisioneros de guerra. Nunca vacil¨® en su apoyo a EE UU y eso es lo triste de todo este asunto", seg¨²n Yates.
Tras estudiar Ciencias en la universidad de California, D'Aquino viaj¨® a Jap¨®n para visitar a una t¨ªa enferma. Hija de inmigrantes japoneses en EE UU, apenas hablaba un par de palabras en esa lengua, pero cuando le iba a vencer el visado no pudo regresar a su tierra porque las autoridades niponas de inmigraci¨®n aseveraron que carec¨ªan de suficientes pruebas de que fuera estadounidense. Sus padres, como miles de japoneses y estadounidenses de ascendencia nipona, fueron enviados a un campo de concentraci¨®n en EEUU, camino del cual, su madre, que padec¨ªa diabetes, muri¨®.
En esa ¨¦poca, Toguri intentaba sobrevivir en Jap¨®n con empleos eventuales, pues no ten¨ªa derecho a cartilla de racionamiento por haber rehusado a renunciar a su ciudadan¨ªa estadounidense debido a lo cual fue considerada, por los japoneses, como una extranjera enemiga. Un d¨ªa ley¨® un anunci¨® para trabajar en Radio Tokio como mecan¨®grafa en ingl¨¦s y se present¨®.
Aunque las autoridades estadounidenses le hab¨ªan declarado inocente tras retenerla un a?o en Jap¨®n, en 1948 el periodista Walter Winchell y otras personas la denunciaron como traidora.En 1949, fue condenada a diez a?os de c¨¢rcel.Cumpli¨® seis por buena conducta.
En 1974, Yates, corresponsal de prensa del Chicago Tribune, comenz¨® a investigar. Las pesquisas condujeron a que en su ¨²ltimo d¨ªa en la Casa Blanca, el presidente Gerald Ford la perdonara formalmente en 1977 al considerarla un chivo expiatorio.
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