Ceremonia urban¨ªstica de la confusi¨®n

Abruma la cantidad de espacio informativo que viene ocupando el urbanismo en los medios de comunicaci¨®n ind¨ªgenas y for¨¢neos, con la pintoresca excepci¨®n del canal televisivo auton¨®mico -Canal 9-, que no sabe c¨®mo hincarle el diente al asunto sin levantar ampollas. Mejor pasar como autistas que mentir como bellacos, deben pensar. Pero es l¨®gico que se hable y se abunde en un fen¨®meno que no solo ha determinado econ¨®micamente estos ¨²ltimos lustros en el Pa¨ªs Valenciano, sino que tambi¨¦n ha transformado -?o ser¨¢ traumatizado?- nuestro territorio y arrojado graves sospechas sobre la probidad y control efectivo de buena parte de los pol¨ªticos, bien sea de los chorizos m¨¢s o menos presuntos, bien de los llamados a establecer formas de fiscalizaci¨®n. O sea, que hay tela para informar y comentar y ya llevamos a?os haci¨¦ndolo sin que se perciban los remedios.

Estos d¨ªas se han reproducido las alarmas y cautelas ante un proyecto descomunal que ya suscit¨® reservas cuando se anunci¨®. Nos referimos al PAI de la Vega o m¨¢s conocido como Manhattan de Cullera, a construir en la desembocadura del J¨²car. Tal como ha sido divulgado, la propuesta contempla la construcci¨®n de 35 torres entre 25 y 40 alturas, hoteles, palacio de congresos y puerto deportivo. Quiz¨¢ se nos haya pasado inadvertido, pero carece de campo de golf, lo que no deja de ser novedoso entre tanta aparatosidad. El PP y UV, que rigen el mentado municipio, ya han bendecido el plan que ampara la Generalitat debido a la colaboraci¨®n t¨¦cnica del Instituto Valenciano de la Vivienda. ?Qu¨¦ impide, pues, que se coloque la primera piedra?

En realidad, poca cosa. Solucionar los accesos del complejo urban¨ªstico a la N-332, que correr¨¢n a cuenta de los promotores, y garantizar el suministro de agua potable, que los mun¨ªcipes aludidos aseguran tener resuelto, de lo que discrepa la Confederaci¨®n Hidrogr¨¢fica del mentado r¨ªo. Hay otros informes ministeriales negativos y la misma Delegaci¨®n del Gobierno de Valencia ha llevado el asunto ante los tribunales, lo que no impedir¨ªa la ejecuci¨®n del proyecto. Sin embargo, est¨¢ provisoriamente detenido por iniciativa del consejero de Territorio y Vivienda, Esteban Gonz¨¢lez Pons, que declara la necesidad de repensarlo y acaso busca la f¨®rmula m¨¢gica para encajarlo en su afamado discurso verde sand¨ªa.

No creemos que merezca la pena detenernos en conjeturas acerca del destino ¨²ltimo del proyecto. Se llevar¨¢ a cabo. Una macrourbanizaci¨®n como esta no se concibe sin el consentimiento y aval del mismo presidente de la Generalitat, Francisco Camps, a quien hay que endosarle justamente los m¨¦ritos de este ambicioso (des)prop¨®sito. Y adem¨¢s, no se atisba el menor indicio de enmienda, como podr¨ªa ser la declaraci¨®n de una moratoria urban¨ªstica en determinados espacios saturados, cual es el caso. ?C¨®mo hacerlo, trat¨¢ndose de una propuesta de la izquierda que podr¨ªa incomodar al estamento del ladrillar e incluso colisionar con la pol¨ªtica fara¨®nica al uso? Esta pausa reflexiva que se ha administrado el consejero ecologista no es m¨¢s que un ceremonial de la confusi¨®n para dorar la p¨ªldora y dar la respuesta insoslayable a los referidos d¨¦ficit h¨ªdrico y de infraestructuras.

Si bien nos parece inevitable la desmesura que comentamos, y que, todo sea dicho, el repetido consejero se encontr¨® servida cuando asumi¨® la poltrona, lo bien cierto es que, a pesar de todo, podr¨ªa dejar un legado positivo de su paso por el departamento. Bastar¨ªa con que fuese consecuente con sus enunciados y condensase todo el br¨ªo pol¨ªtico en planificar un urbanismo supramunicipal y hasta a escala regional. Saber, s¨ª sabe el cometido apremiante que tiene. Otra cosa es que le acompa?e la voluntad y tenga peso partidario para acometer tama?a empresa, contradictoria con la pol¨ªtica urban¨ªstica predadora del casi todo vale auspiciada por el PP desde que sent¨® sus reales en la Generalitat, va ya para doce a?os.

Por ahora, en este sentido, ¨²nicamente ha cambiado la ret¨®rica, que se quiere florida y verde, cuanto menos hasta las elecciones del mes de mayo. Una operaci¨®n de mero maquillaje que trata de ganar tiempo y abonar los rascacielos de Cullera.