Ni un solo paso atr¨¢s
Her¨®doto dec¨ªa que era m¨¢s f¨¢cil embaucar a muchos juntos que a una sola persona. Me parece una observaci¨®n de lo m¨¢s atinada, porque al juntar a muchos puedes potenciar la carga emocional. Sumido en una horda, el individuo abandona su propia responsabilidad (v¨¦anse los linchamientos) y act¨²a dirigido por las tripas y no por el cerebro. El paroxismo sentimental de un grupo enardecido suele dejarte medio tonto, de ah¨ª que uno sea m¨¢s f¨¢cil de confundir.
Enga?ar a una sola persona, en efecto, puede ser m¨¢s costoso, sobre todo si esa persona insiste en saber. Como hizo Anna Politk¨®vskaya. La democracia tambi¨¦n tiene sus m¨¢rtires, y Anna es la pen¨²ltima m¨¢rtir de la civilidad (y digo pen¨²ltima porque seguro que en el entretanto ha ca¨ªdo alg¨²n otro an¨®nimamente). A los individuos que no se conforman con vivir la vida de los obedientes y que se empe?an en saber m¨¢s all¨¢ de las verdades oficiales, no es f¨¢cil enga?arlos. Para neutralizarlos hay que usar otras v¨ªas: o bien se les intenta comprar, o bien se les aterroriza hasta callarlos; por ¨²ltimo, si estos procedimientos no han dado resultado, se les silencia con la prisi¨®n o el plomo. Son m¨¦todos extremadamente eficaces; la mayor¨ªa cierra la boca, antes de que se la cierren para siempre.
Pero algunos no se rinden jam¨¢s. Lo maravilloso es que, pese al terror y el maltrato, siga habiendo individuos que perseveren en su esfuerzo por saber y por decir. Gracias a estos h¨¦roes solitarios, modestos e indefensos, el mundo evoluciona y se convierte en un lugar un poco mejor. Son los presos encarcelados por el totalitarismo cubano. Y los saharauis machacados por la represi¨®n marroqu¨ª. Son las mujeres ¨¢rabes que luchan por su libertad. O las innumerables v¨ªctimas de ETA: porque en este pa¨ªs hemos conocido bien de cerca lo que es la heroicidad civil.
El asesinato de Anna no sale de la nada. Desde hace a?os, esta periodista delgaducha y p¨¢lida, que ha denunciado repetidamente las atrocidades cometidas en Chechenia, se ha enfrentado a los poderes m¨¢s oscuros. En 2001 fue arrestada por el Ej¨¦rcito ruso, en 2002 tuvo que exiliarse durante cierto tiempo por las amenazas, en 2004 intentaron envenenarla. Uno no se convierte en h¨¦roe porque decida serlo en un momento sublime y decisivo. Para los h¨¦roes y hero¨ªnas civiles como Anna, la vida entera est¨¢ hecha de una infinidad de momentos decisivos. No es que un buen d¨ªa den un paso adelante, como el h¨¦roe militar que se presenta voluntario para una acci¨®n suicida, sino que hacen algo much¨ªsimo m¨¢s dif¨ªcil y admirable, consistente en que durante semanas, durante meses y a?os, no dan un paso atr¨¢s en su dignidad y su libertad, pese a las presiones y los terrores. Y eso es algo que no todo el mundo es capaz de hacer.
Hace m¨¢s de una d¨¦cada entrevist¨¦ a la escritora bengal¨ª Taslima Nasreen. Taslima, por entonces treinta?era, hab¨ªa despertado la furia de los fundamentalistas por el mero hecho de denunciar las matanzas interraciales y la situaci¨®n de la mujer en su pa¨ªs. Los integristas isl¨¢micos dictaron una fatwa contra ella, y la escritora hab¨ªa tenido que salir huyendo para salvar la vida. Estaba en Suecia como asilada pol¨ªtica, y fue en Estocolmo donde la entrevist¨¦. Recuerdo todav¨ªa las complicaciones de aquel encuentro; por pura precauci¨®n, no se nos dio ninguna direcci¨®n a la que acudir, sino que la escritora vino de improviso a nuestro hotel, acompa?ada por una mujer polic¨ªa. Al acabar la charla y salir al pasillo, una puerta restall¨® muy cerca al cerrarse de golpe: y entonces vi c¨®mo Nasreen, que hab¨ªa mantenido el tipo durante toda la entrevista, se encogi¨® con un gesto de terror absoluto, como un animalillo desvalido. Taslima regres¨® a?os despu¨¦s a su pa¨ªs, y ha seguido escribiendo y luchando. Es otra hero¨ªna civil, y espero que su coraje no acabe cost¨¢ndole la vida.
Cuento esta historia para intentar acercarme a la realidad de esta gente admirable. Para atisbar la dimensi¨®n de su sacrificio y su proeza. Imaginen la asfixiante cotidianidad de Anna, piensen en sus d¨ªas y sus noches, en las largu¨ªsimas horas aguantando la angustia, en el miedo al regresar a casa al atardecer. A¨²n as¨ª, ella sigui¨® adelante. Estaba haciendo un reportaje sobre torturas: dio la vida por dar la voz a esas pobres v¨ªctimas martirizadas. Es la ¨¦pica de los humildes, la salvaci¨®n del mundo.
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