Aqu¨ª un amigo...
Cuando te has envuelto en un l¨ªo del que no sabes c¨®mo vas a salir, cuando metes la pata y no consigues sacarla sino que cada vez la metes m¨¢s; cuando ya la tienes -la pata- tan adentro que la cara de los de alrededor cambia de un desconcertante primer gesto con sonrisa in fraganti hacia una mueca de preocupaci¨®n que puede degenerar en ira... Entonces es el momento de llamar a un amigo, a un buen amigo, a uno de esos que sabes que no te puede fallar en los trances amargos, dispuesto a asumir como propios tus errores m¨¢s disparatados, capaz de quitarte de encima las cargas m¨¢s pesadas sin que t¨² mismo te des cuenta.
Eso es, ni m¨¢s ni menos, lo que ha ocurrido con el asunto de la candidatura socialista a la alcald¨ªa de Madrid. Zapatero se col¨® hasta Pernambuco, sin que sus geniales estrategas del PSOE, encerrados en Ferraz sin oler la calle, le sacaran del error. Y cuando ya estaba all¨ª, perdido, abandonado por quienes ni se imaginaba que le pod¨ªan dejar tirado en el m¨¢s comprometido de sus laberintos, acudi¨® a un amigo...
S¨®lo por aceptar, Miguel Sebasti¨¢n -para que ustedes se sit¨²en, el candidato- ya merece un respeto. La duda est¨¢ resuelta, pero las quinielas han quedado en bote, sin ning¨²n acertante entre los 15 partidos posibles. "?Miguel qu¨¦?". Ha sido la pregunta que m¨¢s se ha escuchado en los bares estos d¨ªas de desconcierto perpetuo y de incontinente chirigota en los cuarteles de Gallard¨®n. Anda que no se le vio el plumero a ¨¦ste cuando lanz¨® la jugada nada m¨¢s conocer el nombre. No pudo reprimir lanzarle el ¨®rdago a Zapatero para que quede claro cu¨¢l es la carrera que le obsesiona al alcalde. ?La adivinan? Pues lo mismo que usted, est¨¢n pensando los del PP, que permanentemente le esperan con los cuchillos en alto para bajarle los humos de sus ambiciones en esa direcci¨®n y para que no se salte la cola -donde est¨¢ primera su amiga Esperanza- de aspirantes a machacar al pobre Rajoy.
Tendr¨¢n que reconocer los socialistas que ha sido toda una sorpresa la designaci¨®n. En el casi siempre enterado mundillo de los negocios, la pol¨ªtica y el periodismo, Sebasti¨¢n siempre sonaba como futurible ministro de Econom¨ªa y fue el asesor m¨¢s potente del presidente entre los monclovitas. Pero en las plazas de Carabanchel, en los parques de Usera, en las cafeter¨ªas de merienda tradicional del barrio de Salamanca, en los chinos donde los j¨®venes compran el botell¨®n y, por supuesto, en las gr¨²as de Sanchinarro, no le conoc¨ªa ni el apuntador, as¨ª que van a tenerse que inventar un eslogan con un poco m¨¢s de gancho que el de la Nocilla de Montilla para comerse algo en Madrid. Eso si no quieren sufrir otro fiasco como el de Catalu?a, donde se ve¨ªa venir el desastre por el mero hecho de haber apostado por un candidato as¨¦ptico y m¨¢s soso y ¨¢spero que una tostada fr¨ªa, por muy de C¨®rdoba que sea.
Impresiona que ni siquiera hayan tenido en cuenta el perfil. En el caso de Sebasti¨¢n no es ni alto ni bajo, es sencillamente inexistente. Tan s¨®lo hace unos a?itos se consideraba a s¨ª mismo un "t¨¦cnico" sin ambiciones pol¨ªticas. Pues tendr¨¢ que empezar por desdecirse, algo muy sabio y muy encomiable entre los mortales. Porque para competir por la alcald¨ªa de Madrid se necesitan pol¨ªticos de primera divisi¨®n en el m¨¢s noble sentido del t¨¦rmino, una clase que no se deber¨ªa despreciar as¨ª como as¨ª.
El caso es que otra vez se le pone cuesta arriba a la izquierda ganar en Madrid. Todo el asunto del candidato ha sido un disparate de antolog¨ªa. Cuando Trinidad Jim¨¦nez sali¨® de la carrera, todo el mundo daba por hecho que contaban con un gran nombre y no la t¨®mbola surrealista que ha venido despu¨¦s. Mal c¨¢lculo. Pero que no disimulen. Parece que lo hacen a prop¨®sito y que en el fondo flipan con Gallard¨®n.
Lo que no se entiende es que tambi¨¦n traguen con el sadomasoquismo neocon de la Comunidad. Lo del Tamayazo fue duro, pero de aquellos polvos vienen estos lodos. Haber incluido en las listas a esos dos siniestros personajes era raz¨®n suficiente para que quienes fueron responsables del patinazo, Pepi?o Blanco y Simancas, estuvieran ahora dedic¨¢ndose a otra cosa. Pero no, este pa¨ªs es ¨²nico en premiar escaramuzas. Nos dir¨¢n que, luego, las elecciones generales demostraron que el secretario de organizaci¨®n del partido estaba bien donde estaba. No convencen. Lo que se les escapa es que de haber sido otro u otra quien ocupara su puesto, habr¨ªan ganado por mucho m¨¢s.
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