Pasi¨®n rusa en Girona

La primera visita de una orquesta de fama intenacional al Auditori de Girona se sald¨® anteanoche con un arrollador ¨¦xito. El director ruso Valeri Gergiev fue el art¨ªfice de una vibrante velada musical al frente de la Orquesta del Teatro Mariinski de San Petersburgo en la que destac¨® especialmente el ¨¦xito personal del joven pianista ruso Alex¨¦i Volodin como solista de una obra de colosal virtuosismo, el Concierto para piano n¨²m. 3 de Sergu¨¦i Rachmaninov.

La orquesta del prestigioso Teatro Mariinski de San Petersburgo y su director titular, Valeri Gergiev, llegaron a Girona en el marco de una gira por Espa?a que incluye actuaciones, con diferentes programas, en Valencia. Murcia, Madrid, Zaragoza y Barcelona, donde el pr¨®ximo domingo inaugurar¨¢n en el Liceo la 23? temporada del ciclo Iberc¨¤mera interpretando con voces solistas de su propia compa?¨ªa el primer acto de La valquiria y el segundo acto de Parsifal en versi¨®n concertante.

El p¨²blico respondi¨® a la cita sinf¨®nica llenando hasta la bandera el nuevo Auditori, cuyo aforo es de 1.200 localidades. Gergiev y la orquesta del legendario coliseo ruso, que se ha convertido en la m¨¢xima referencia internacional en la interpretaci¨®n del repertorio ruso, abrieron el concierto con una versi¨®n del preludio del primer acto de Lohengrin de gran brillantez y fuerza l¨ªrica. Wagner es uno de los pilares del repertorio de Gergiev y en sus lecturas priman la intensidad dram¨¢tica, el colorido y la potencia. Bajo su fogosa batuta, Wagner son¨® gloriosamente y calde¨® r¨¢pidamente el ambiente.

El as en la manga de la actual gira espa?ola de Gergiev y sus huestes del Mariisnki (rebautizado como Teatro Kirov de Leningrado por Stalin en la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica) se llama Alex¨¦i Volodin (San Petersburgo, 1977) y est¨¢ llamado a ser una de las grandes estrellas del piano. Ya se lo rifan los grandes auditorios y en su debut en el de Girona cautiv¨® por completo al p¨²blico con una vibrante y apasionada interpretaci¨®n de una obra de estremecedora exigencia virtuos¨ªstica, el Concierto n¨²m. 3 en re menor, op. 30, de Rachmaninov.

Volodin se lanz¨® al desafio con una explosiva combinaci¨®n de talento, t¨¦cnica y sensibilidad, acompa?ado con enorme inspiraci¨®n por un Gergiev que no dej¨® cabos sueltos en un acompa?amiento de alto voltaje: colores suntuosos, metales de extraordinaria potencia, cuerda rotunda y un fraseo de conmovedora belleza al servicio de un pianismo en verdad rutilante. El p¨²blico aclam¨® con entusiasmo al joven pianista, que convenci¨® a base de carisma, energ¨ªa y belleza sonora, aunque a la hora de perfilar muchos detalles jug¨® en su contra la seca sonoridad de un piano de mediocres cualidades.

El concierto se cerr¨® con una versi¨®n de la Sinfon¨ªa n¨²m. 4 en mi menor, op. 98, de Johannes Brahms, a la que Gergiev imprimi¨® un lirismo arrollador y una febril pasi¨®n rom¨¢ntica. Fue un Brahms de desbordante fuerza expresiva pero siempre bajo el f¨¦rreo control de un director que explor¨® la bell¨ªs¨ªma partitura con un sentido del detalle en el fraseo y del balance orquestal en todas las secciones absolutamente ejemplar. Para responder a los bravos y aplausos del p¨²blico, Gergiev volvi¨® a apostar por el poder¨ªo de Wagner regalando como ¨²nica propina del programa el preludio del acto tercero de Lohengrin.