"?Es Irak, est¨²pido!"
Media docena de libros sostienen que la guerra en Oriente Pr¨®ximo es el tema central sobre el que los estadounidenses se definir¨¢n ma?ana en las elecciones legislativas
"El estudio juicioso de la realidad discernible ya no es la forma en que funciona realmente el mundo", dice un asesor del presidente George W. Bush en la introducci¨®n de La historia mejor vendida de todos los tiempos (The greatest story ever sold), el ¨²ltimo libro de Frank Rich, escritor y columnista del diario The New York Times. ?Y c¨®mo funciona? El mismo asesor precisa: "Ahora somos un imperio, y cuando actuamos creamos nuestra propia realidad. Y mientras usted estudia esa realidad -juiciosamente, como seguramente lo har¨¢-, nosotros volveremos a actuar, creando otras nuevas realidades, que usted tambi¨¦n estudiar¨¢, y as¨ª es como son las cosas. Somos actores de la historia... y usted, todos vosotros, se ven reducidos simplemente a estudiar lo que nosotros hacemos".
Frank Rich: "La historia nos dice que la pol¨ªtica es c¨ªclica en EE UU, y el ciclo de Bush puede estar en sus momentos ag¨®nicos"
Wooddward habla de un presidente que se niega a admitir sus fracasos en Irak y rechaza adoptar medidas para mejorar su posici¨®n
El autor de este libro, pues, se propone no tanto investigar las razones geopol¨ªticas que llevaron a Bush a invadir Irak en marzo de 2003 sino a otra cosa: la creaci¨®n de una falsa realidad. Su objetivo "es el estudio juicioso de la realidad, de c¨®mo estas ficciones reales han sido creadas y como han quedado al desnudo cuando la realidad, sea en Irak o en nuestro pa¨ªs, se han convertido en demasiado evidentes como para ser ignoradas". Seg¨²n Rich, "mientras el tobog¨¢n a trav¨¦s del cual la Administraci¨®n de Bush se desliz¨® hacia Irak fue favorecido por una prensa f¨¢cilmente acojonada y una t¨ªmida y a menudo poco honrada oposici¨®n pol¨ªtica, la cultura de las noticias y la informaci¨®n que imperaban antes del 11-S y de esta presidencia han sido tambi¨¦n protagonistas relevantes". Una de las conclusiones de Rich no puede ser m¨¢s oportuna en v¨ªsperas de las elecciones legislativas del 7 de noviembre. "La historia nos dice que la pol¨ªtica es c¨ªclica en Estados Unidos, y el ciclo de Bush puede estar en sus momentos ag¨®nicos. Pero la cultura en la cual se desarroll¨® a¨²n est¨¢ presente, esperando ser explotada por otro maestro manipulador de cualquiera de los partidos pol¨ªticos si los norteamericanos no comienzan a acabar con ella".
En la tesis opuesta, otro de los libros que ha levantado ronchas, como es ya normal, es Estado de negaci¨®n (State of denial), del periodista Bob Woodward. En su tercer libro sobre Bush, el famoso reportero del Watergate y uno de los directores adjuntos de The Washington Post, rompe con sus dos obras anteriores (Bush en guerra y Plan de ataque), muy encomiables con el presidente norteamericano, y pinta a un mandatario que niega la realidad.
All¨ª donde Rich ve la manipulaci¨®n consciente, anclada en una cultura que preced¨ªa a la llegada de Bush a la Casa Blanca, Woodward habla de un presidente que se niega a admitir sus fracasos en Irak y rechaza adoptar aquellas medidas que podr¨ªan mejorar su posici¨®n, como, por ejemplo, la expulsi¨®n del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. Tard¨ªamente, mucho despu¨¦s que otros periodistas y otros libros, y sin mediar nuevas revelaciones, Woodward descubre al verdadero Bush y a su corte de aduladores. El retrato que emerge, gracias a las fuentes de primera mano que suele manejar el periodista, es pat¨¦tico.
"Si la guerra de Irak no fuese una guerra real que ha provocado m¨¢s de 2.700 soldados norteamericanos muertos y m¨¢s de 56.000 iraqu¨ªes civiles muertos, el cuadro de la Administraci¨®n de Bush que surge de este libro puede parecer una farsa. Es algo as¨ª como el programa de televisi¨®n The daily show (El show diario) o escenas de Saturday night live (S¨¢bado noche en vivo), con dramas freudianos de la familia Bush y rivalidad de estudiantes entre los miembros del Gabinete que llegan al extremo de no mirarse unos a los otros en reuniones de importancia mundial", se?ala Michiko Kakutani, la cr¨ªtica de The New York Times.
Precisamente, sobre esa guerra realmente existente trata Fiasco. The american military adventure in Iraq (La aventura militar norteamericana en Irak). Seg¨²n su autor, el corresponsal de The Washington Post en el Pent¨¢gono (Ministerio de Defensa), muchos altos cargos y militares advirtieron a Bush antes de la invasi¨®n sobre las dificultades. Ricks narra que a finales de 2002, 70 expertos en seguridad nacional y acad¨¦micos especializados en Oriente Pr¨®ximo se reunieron en la Universidad de Defensa Nacional para debatir la guerra inminente y concluyeron que invadir Irak ser¨¢ "m¨¢s desalentadora y compleja tarea que EE UU y la comunidad internacional habr¨¢ de asumir desde el final de la II Guerra Mundial". Otro estudio citado de la Escuela de Guerra se?ala que la guerra de Irak es una "guerra preventiva innecesaria que ha creado un nuevo frente en Oriente Pr¨®ximo para el terrorismo isl¨¢mico y desvi¨® atenci¨®n y recursos de la seguridad en EE UU contra futuros ataques de Al Qaeda. El informe a?ade que Irak no es parte de la guerra contra el terrorismo sino un desv¨ªo de ella".
Es lo que al parecer cre¨ªa Colin Powell, secretario de Estado en aquellos d¨ªas, en la Administraci¨®n Bush, y que nunca consigui¨® exponer. Seg¨²n el libro Soldier, la versi¨®n de los hechos seg¨²n Powell, narrada por la periodista de The Washington Post Karen De Young, durante el invierno de 2002-2003, el Consejo de Seguridad Nacional "mantuvo reuniones frecuentes para analizar el estado de la planificaci¨®n militar y los esfuerzos diplom¨¢ticos, pero los responsables nunca discutieron los pros y los contras de la guerra como tal".
El cap¨ªtulo 19, dedicado a la intoxicaci¨®n del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que le toc¨® en suerte materializar a Powell, es muy copiosa en informaci¨®n. Los pocos que como la entonces ministra espa?ola de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, que apoyaron con ardor guerrero la presentaci¨®n del 5 de febrero de 2003, gozar¨¢n al conocer c¨®mo se coci¨® en los despachos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) la intervenci¨®n de Powell, y quiz¨¢ puedan por fin pedir disculpas por lo que dijeron e hicieron.
Seg¨²n asegura Powell nunca hubo una oportunidad en la que se le hicieron llegar a Bush las recomendaciones para que adoptara su decisi¨®n. La bestia negra tiene nombre: Dick Cheney, vicepresidente de EE UU. Fue ¨¦ste quien, seg¨²n Powell, mont¨® su propio Consejo de Seguridad Nacional en la sombra y quien se pasaba m¨¢s horas en el despacho de Bush. "El presidente sol¨ªa prestar atenci¨®n a la ¨²ltima persona que susurraba a su oreja, pensaba Powell, y esa persona era habitualmente Cheney", escribe DeYoung.
Sobre el papel del vicepresidente se extiende ampliamente Hubris, el libro de los periodistas Michael Isikoff y David Corn. Seg¨²n explican fue Cheney quien asumi¨® el trabajo de convencer al Congreso para que autorizara la guerra de Irak. Cheney se reuni¨® con el l¨ªder republicano Dick Armey, antes de hablar con los l¨ªderes dem¨®cratas. "Conf¨ªa en m¨ª en este asunto, Dick", le dijo Cheney. "Cuando termine esta reuni¨®n, estar¨¢s conmigo", recuerda Armey en el libro. Los autores se?alan: "Armey se qued¨® perplejo porque Cheney no dijo: "Vas a estar con nosotros" o "Vas a estar con el Presidente". Despu¨¦s de mostrarle fotos de supuestos sitios de Irak donde hab¨ªa armas de destrucci¨®n masiva, Armey opt¨® por concederle el beneficio de la duda".
Este beneficio no es el que, en otro orden de cosas, se deduce del libro War by other means (La guerra por otros medios) en las que el abogado John Yoo, que cre¨® la arquitectura legal de la nueva tortura para la Administraci¨®n de Bush defiende la violaci¨®n del derecho internacional y los tratados ratificados por EE UU. Seg¨²n Yoo la guerra contra el terror es un nuevo paradigma que requiere nuevos enfoques y el poder judicial debe subordinarse en tiempos de guerra al poder ejecutivo. Creada una situaci¨®n de emergencia por los ataques del 11-S, se?ala Yoo, "el Gobierno puede ser justificado al adoptar medidas que en otras condiciones menos problem¨¢ticas podr¨ªan ser vistas como ataques a la libertad individual". Asegura Yoo que al aprobar la guerra contra el terror el Congreso tras los ataques del 11-S se autoriz¨® de hecho "la detenci¨®n de enemigos combatientes" o "la vigilancia electr¨®nica para prevenir nuevos ataques".
Babelia
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