El desencanto
El Parlamento vasco aprob¨® el pasado viernes una proposici¨®n apoyando el derecho de autodeterminaci¨®n y la necesidad de abrir cuanto antes un "di¨¢logo sin exclusiones". No es la primera vez que lo hace, aunque hay razones para suponer que esta ocasi¨®n es distinta de las anteriores. A diferencia de los textos aprobados desde 1990 en adelante, la resoluci¨®n no se limita a reflejar en abstracto una posici¨®n de la C¨¢mara de Vitoria. Por el momento en que se ha aprobado, el texto equivale a un pronunciamiento sobre la actual estrategia para acabar con el terrorismo, en la que est¨¢ embarcado el Gobierno central. Lo que el Parlamento vasco ha venido a decir, as¨ª, es que las ¨²ltimas acciones terroristas no deber¨ªan ser un obst¨¢culo para abrir los contactos pol¨ªticos entre partidos, seg¨²n el esquema de las dos mesas, como tampoco la situaci¨®n de ilegalidad en la que se encuentra Batasuna. Por otra parte, la resoluci¨®n parece perfilar un nuevo argumento que complica, a¨²n m¨¢s, la posici¨®n del Ejecutivo y su estrategia: si el reconocimiento de la autodeterminaci¨®n est¨¢ en condiciones de obtener la mayor¨ªa en el Parlamento, ?con qu¨¦ legitimidad se pretende excluirlo de una eventual mesa de partidos?
Es probable que el inmenso deseo de que el terrorismo desaparezca de una vez por todas llevara a concebir esperanzas sin fundamento, como imaginar que esta ocasi¨®n era la m¨¢s propicia de cuantas se hab¨ªan presentado desde el inicio de la transici¨®n. En realidad, todos los argumentos que se barajaron para sostener que hab¨ªa llegado el momento de hablar con los terroristas serv¨ªan, sobre todo, para lo contrario. Si llevaban largo tiempo sin matar, si el yihadismo hab¨ªa desacreditado definitivamente el recurso al terror, si las nuevas circunstancias internacionales no favorec¨ªan las aspiraciones de los asesinos ni, en particular, sus m¨¦todos, ?por qu¨¦ suponer que era el momento del di¨¢logo y no, precisamente, el de dejarlos enredados en el laberinto de su soliloquio criminal? Salvo que el Gobierno dispusiera de otros datos, y ¨¦sta era la confianza de muchos ciudadanos que no alcanzaban a participar del optimismo ambiente, aunque callasen por un deber de lealtad en la lucha antiterrorista, la l¨®gica aconsejaba simple y llanamente no tomar ninguna iniciativa.
Pero la iniciativa se tom¨®, y adem¨¢s sobre la base de un imposible mimetismo con Irlanda. Puesto que all¨ª se logr¨® avanzar mediante el establecimiento de dos mesas de negociaci¨®n, tambi¨¦n aqu¨ª habr¨ªa dos mesas. La diferencia fundamental entre una y otra situaci¨®n, la diferencia insalvable que invitaba al escepticismo, es que el contador de la mesa pol¨ªtica en Irlanda estaba rigurosamente a cero, con una autonom¨ªa por construir desde sus primeros pasos, mientras que en el caso del Pa¨ªs Vasco no daba m¨¢s de s¨ª. De ah¨ª que s¨®lo cupiese considerar dos alternativas para el supuesto de que, primero, la mesa se llegase a constituir y, segundo, se pudiese alcanzar en ella alg¨²n acuerdo. O bien el entorno pol¨ªtico de los terroristas, ya legalizado, se conformaba con una reforma estatutaria, tan amplia como se quiera, pero al fin y al cabo una reforma estatutaria, o bien el Ejecutivo aceptaba disfrazar el derecho de autodeterminaci¨®n en el interior de un nuevo Estatuto. Lo primero equivaldr¨ªa a suponer que, como alguien dijo, los leones se alimentan de jam¨®n York; lo segundo, a pacificar el Pa¨ªs Vasco al precio de enfrentar al resto del pa¨ªs.
Los crecientes actos de violencia por parte de los terroristas y de su entorno juvenil han obligado a hacer una pausa, y los partidos democr¨¢ticos no deber¨ªan desaprovecharla e intentar el acuerdo, ahora que un cierto desencanto abre las puertas del realismo. Ni el Gobierno puede emprender una carrera hacia delante, fiado de intuiciones y de la buena estrella, ni la oposici¨®n puede seguir coloc¨¢ndole en los talones la l¨ªnea de no retorno, siempre pendiente de c¨¢lculos electorales.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Debates parlamentarios auton¨®micos
- VIII Legislatura Pa¨ªs Vasco
- Nacionalismo
- Plenos parlamentarios auton¨®micos
- Parlamentos auton¨®micos
- Gobierno Vasco
- Comunidades aut¨®nomas
- Gobierno auton¨®mico
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Parlamento
- Pa¨ªs Vasco
- Ideolog¨ªas
- Espa?a
- Administraci¨®n p¨²blica
- Pol¨ªtica