Oro ol¨ªmpico con capa y sombrero
Fern¨¢ndez Ochoa logr¨® en Sapporo 72 el primer triunfo individual espa?ol en unos Juegos
Los Juegos Ol¨ªmpicos de Sapporo (Jap¨®n), en 1972, fueron los primeros de invierno que no se disputaron en Europa o Estados Unidos. Por eso fueron especiales. Y tambi¨¦n por el gran esc¨¢ndalo que se organiz¨® al prohibir el Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional la participaci¨®n de la gran estrella austriaca, el esquiador Karl Schranz. El entonces a¨²n trasnochado olimpismo de Avery Brundage le castig¨® por su profesionalismo. La hipocres¨ªa amateur dejaba competir, en cambio, a los profesionales militares sovi¨¦ticos. Pero eran otros tiempos. Incluso para Espa?a, cuyo raqu¨ªtico deporte, amateur por obligaci¨®n y devoci¨®n, depend¨ªa de solitarios fogonazos para brillar.
El 13 de febrero, el d¨ªa de la clausura, doce antes de cumplir los 22 a?os, Paquito Fern¨¢ndez Ochoa daba la gran sorpresa al ganar la medalla de oro en el eslalon especial. ?Sorpresa? Fue quiz¨¢s la mayor de aquella competici¨®n, aunque eso, en el esqu¨ª alpino, siempre es relativo. En cualquier caso, se confirm¨® que en el deporte, adem¨¢s de tener una calidad b¨¢sica, la genialidad y la improvisaci¨®n personal pueden triunfar en el momento oportuno y el sitio adecuado.
"Me la jugu¨¦ y sali¨® bien. Pero es lo que hab¨ªa que hacer", comentaba sobre su gran victoria
Paco gan¨® la primera medalla de oro ol¨ªmpica individual para Espa?a, tras la del equipo de saltos de obst¨¢culos de h¨ªpica que formaron Jos¨¦ Navarro Moren¨¦s, el marqu¨¦s de los Trujillos y Julio Garc¨ªa Fern¨¢ndez en los Juegos de verano de Amsterdam, en 1928. Incluso se puede recordar otro t¨ªtulo en la fugaz aparici¨®n de la pelota vasca en la segunda edici¨®n de Par¨ªs, en 1900: el de cesta punta de la pareja Villota-Amezola. Pero un oro en la nieve result¨® ex¨®tico en la ¨¦poca en que el s¨ª conocido atleta Mariano Haro, apenas unos meses despu¨¦s, se ten¨ªa que conformar con el cuarto puesto en los 10.000 metros de los Juegos de M¨²nich. Los gan¨®, curiosamente, el siempre discutido finland¨¦s Lasse Viren, no descubierto y nunca sancionado por sus confesadas transfusiones de sangre. Espa?a se qued¨® con un ¨²nico metal, bronce, el del peque?o boxeador Enrique Rodr¨ªguez Cal.
Por todo ello, en esa coyuntura, la haza?a de Paquito se engrandeci¨®. Era adem¨¢s su primer gran triunfo, aunque gan¨® despu¨¦s una prueba de la Copa del Mundo, en Zakopane (Polonia), y la medalla de bronce en los Campeonatos del Mundo de Saint-Moritz (Suiza), ambas en 1974. Pero Sapporo fue su gran guinda, la que le har¨ªa historia eterna. Los siguientes oros ol¨ªmpicos espa?oles ser¨ªan s¨®lo en vela, en Mosc¨² 80, Los ?ngeles 84 y Se¨²l 88, y ¨²nicamente en la cita surcoreana, en la bah¨ªa de Pusan, Jos¨¦ Luis Doreste lograr¨ªa un nuevo oro individual, el primero de verano, en la clase solitaria finn.
Despu¨¦s, muchos a?os m¨¢s tarde, en Salt Lake City 2002, las tres medallas de oro de Johann Muehlegg en el esqu¨ª de fondo pasaron del asombro a la verg¨¹enza de su descalificaci¨®n en muy pocas horas.
Paco sigui¨® as¨ª solo con su oro blanco y le pareci¨® justo no tanto porque intuyera la trampa del dopaje, sino porque siempre critic¨® el desastre del esqu¨ª espa?ol -pr¨¢cticamente, sin sacar a nadie en muchos a?os, salvo ¨¦l, su hermana Blanca, bronce en Albertville 92, y ahora Mar¨ªa Jos¨¦ Rienda- y le molestaba la nacionalizaci¨®n de un alem¨¢n para conseguir medallas no aut¨®ctonas.
Paquito quer¨ªa algo como lo que hizo ¨¦l. Campechano, como su car¨¢cter abierto, siempre con la sonrisa y la broma dispuestas, lleg¨® a Sapporo con el desparpajo de quien no tiene nada que perder y s¨ª mucho por ganar. As¨ª, sin complejos, tras bajar en el segundo lugar, con el dorsal 2, gan¨® la primera manga y dej¨® al favorito, al italiano Gustavo Thoeni, a 1,33 segundos. En la segunda no se arredr¨® y, tras ganar hasta la ¨²ltima cent¨¦sima cruzando tumbado la l¨ªnea, mantuvo m¨¢s de un segundo de ventaja incluso sobre el otro Thoeni, Rolando, bronce. "Me la jugu¨¦ y sali¨® bien", comentaba. "Pero es lo que hab¨ªa que hacer", a?ad¨ªa. En el podio, escoltado por los hermanos, pos¨® con la capa y el sombrero con los que la m¨ªnima delegaci¨®n espa?ola dio la nota patri¨®tica en la estaci¨®n japonesa.
Siempre sigui¨® ligado a la nieve, incluso como directivo de la Federaci¨®n Internacional. Pero su car¨¢cter fue tan explosivo que no se le aprovech¨® lo suficiente en el alica¨ªdo esqu¨ª nacional. Tal vez es que la genialidad es dif¨ªcilmente reciclable.
Comentarista de televisi¨®n, vivi¨® la desilusi¨®n de la ca¨ªda de su hermana en la segunda manga del eslalon gigante de los Juegos de Calgary 88 y una an¨¦cdota excepcional le defini¨®. Multado d¨ªas antes por exceso de velocidad cuando iba a recoger a Blanca tras su preparaci¨®n en Colorado y, como una apuesta, con la broma de pagar la multa, baj¨® a hombros hasta la sala de prensa, al t¨¦rmino de la primera manga, al enviado de EL PA?S. Hab¨ªa problemas de transmisi¨®n y los telesillas estaban colapsados. Hizo lo mismo que cuando era un ni?o y su t¨ªo Manolo le dec¨ªa en Navacerrada: "Paco, t¨ªrate". Entonces ten¨ªa miedo y era amenazado cari?osamente para hacerlo. Ya no hac¨ªa falta. Estaba euf¨®rico por Blanca y se le hab¨ªa quitado todo el miedo. A ¨¦l. L¨®gicamente, durante el descenso, a 90 kil¨®metros por hora, adem¨¢s de unos rezos obligados entre el terror de haber aceptado, con los ¨¢rboles a cent¨ªmetros, y al llegar abajo ante la mirada de asombro de todo el mundo, el pensamiento ten¨ªa que ser obvio: "Por algo un hombre as¨ª ha sido campe¨®n ol¨ªmpico. Y cualquier cosa".
Genial hasta la ¨²ltima bajada.
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