Bush, en busca de su tercer mandato
El presidente se ha volcado en la campa?a convencido de que su prestigio est¨¢ en juego
Las elecciones de hoy en Estados Unidos son, como se tem¨ªa desde un principio el Partido Republicano y como so?aba el Partido Dem¨®crata, un refer¨¦ndum sobre George W. Bush. En algunos Estados m¨¢s que en otros, en algunos sectores del electorado m¨¢s que en otros, pero finalmente, aunque su nombre no est¨¦ hoy en las papeletas, Bush ser¨¢ el principal ganador o perdedor de esta jornada.
Despu¨¦s de un comienzo de campa?a algo titubeante, en el que el presidente intent¨® mantenerse discretamente al margen para no perjudicar a sus compa?eros de partido, Bush ha acabado convenci¨¦ndose de que su prestigio est¨¢ en juego en las urnas y ha terminado echando toda la carne en el asador, con discursos constantes y desplazamientos a los lugares con los esca?os m¨¢s disputados.
El 31% de los electores dice que votar¨¢ contra Bush. Un 17% lo har¨¢ para respaldarle
Mientras el Senado siga siendo republicano, Bush podr¨ªa aplicar la misma pol¨ªtica
Gracias a ese esfuerzo, el presidente ha conseguido mejorar ligeramente las expectativas republicanas en los sondeos, recordando a sus rivales que todav¨ªa existe un cierto territorio Bush y una s¨®lida base electoral conservadora que, a¨²n discrepando de la pol¨ªtica de la Administraci¨®n, se resiste a traicionar al partido del elefante.
Pero con su intervenci¨®n, el presidente tambi¨¦n ha movilizado a¨²n m¨¢s en su contra a los votantes y al establishment dem¨®crata. Un 31% de los electores ha confesado, seg¨²n una encuesta del diario The Washington Post y la cadena ABC, que su principal pensamiento hoy ser¨¢ el de votar en contra de Bush, mientras que s¨®lo el 17% lo har¨¢ para respaldarle.
El diario The New York Times, que, como casi todos los peri¨®dicos norteamericanos, tiene la tradici¨®n de sugerir a los electores en sus editoriales los nombres de los candidatos recomendados, no incluir¨¢ ma?ana, por primera vez en su historia, a ning¨²n candidato del Partido Republicano. El diario ha explicado este domingo que "estas elecciones son sobre Bush y sobre la insistencia de la mayor¨ªa en el Congreso en protegerle de las consecuencias de sus errores y fechor¨ªas" y que, por esa raz¨®n, hay que poner el Congreso en manos de la oposici¨®n.
Si tan excepcionales resultan estas elecciones para The New York Times y para muchos analistas y votantes es, efectivamente, por Bush. Ha sido su ¨²ltima campa?a electoral y la ¨²ltima oportunidad -despu¨¦s de perder el voto electoral en 2000 y de ganar por un 3% en 2004- para medirse en las urnas. Reconocido eso, ?c¨®mo se puede interpretar el resultado de ese refer¨¦ndum?, ?tiene todav¨ªa Bush alguna posibilidad de ganarlo?, ?qu¨¦ quedar¨¢ de Bush si lo pierde?
As¨ª como ser¨ªa muy dif¨ªcil negarle el triunfo al presidente en el que caso de que el Partido Republicano mantuviese el control de las dos c¨¢maras legislativas, s¨®lo la reconquista de ambas por parte del Partido Dem¨®crata podr¨ªa ser considerada como una rotunda derrota de Bush. Esa misi¨®n es relativamente m¨¢s f¨¢cil en la C¨¢mara de Representantes, donde se elige el total de los 435 esca?os y la diferencia actual a favor del Partido Republicano (30) est¨¢ al alcance de la oposici¨®n, incluso en la interpretaci¨®n m¨¢s prudente de las encuestas. Es mucho m¨¢s dif¨ªcil en el Senado, donde s¨®lo sale a elecci¨®n una tercera parte de los 100 asientos y los dem¨®cratas necesitan salir victoriosos en los seis casos en los que la pelea ha sido apretada hasta el final.
Una victoria dem¨®crata en la C¨¢mara y el mantenimiento del control del Senado por parte de los republicanos, ?ser¨ªa, pues, un empate? La C¨¢mara tiene un papel muy importante en la promoci¨®n de las leyes y en la agitaci¨®n de la vida pol¨ªtica en general, pero el Senado tiene la ¨²ltima y decisiva palabra. Con un Senado republicano, Bush no tendr¨ªa t¨¦cnicamente muchas dificultades para aplicar las mismas pol¨ªticas del pasado.
A partir de aqu¨ª, la suerte de Bush y de su recuerdo en la historia -que es el fin ¨²ltimo de un segundo mandato presidencial- es un libro que todav¨ªa no est¨¢ acabado de escribir. Bill Clinton comenz¨® su mejor etapa despu¨¦s de que el Partido Republicano ganase ambas c¨¢maras del Congreso en las elecciones legislativas de 1994. Un Congreso de mayor¨ªa dem¨®crata podr¨ªa situar ahora a Bush (a ¨¦l, independientemente de su partido) en una posici¨®n de mayor cercan¨ªa y mayor simpat¨ªa con los ciudadanos, que podr¨ªan repartir las culpas entre la Casa Blanca y el Capitolio. No parece acorde con la personalidad de Bush, pero un presidente asediado por el Congreso puede f¨¢cilmente jugar la carta victimista ante la opini¨®n p¨²blica.
Tampoco un triunfo de Bush garantiza -aunque lo permita- dos a?os de la misma pol¨ªtica. Ni la alianza neo-con/religiosa/republicana que aup¨® a Bush al poder sigue siendo hoy tan firme ni el Partido Republicano estar¨¢ ya tan pendiente de salvar a Bush como de salvar la Casa Blanca en 2008.
Se abre, por tanto, y en todo caso, un nuevo tiempo pol¨ªtico en Washington.
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