Acoso escolar

No hace demasiado tiempo dej¨¦ a un lado la dif¨ªcil edad de la adolescencia. Durante esta compleja etapa tuve el infortunio de presenciar escenas de acoso escolar por motivos tan irrelevantes como la vestimenta, la forma de hablar o la ya m¨¢s que conocida apariencia externa. Muchos como yo ¨¦ramos testigos de estas escenas, pero nos sent¨ªamos vulnerables e incapaces de hacer nada. Tras leer el caso de Andrea, mi mente ha revivido todas estas situaciones y me he entristecido al darme cuenta de que aunque los a?os pasen para m¨ª y yo ya lo haya olvidado, la historia se sigue repitiendo en las nuevas generaciones. Creo que deber¨ªa atajarse de ra¨ªz, y curiosamente, la clave para ello es m¨¢s cercana de lo que parece ya que est¨¢ nada m¨¢s y nada menos que en la instituci¨®n m¨¢s primaria de todas: la familia, y los valores que ¨¦sta nos inculque. No se puede permitir que ni?os que han sido educados en el respeto, lleguen a la adolescencia y reciban como ¨²nico pago insultos y maltratos de otros, cuyo problema de base est¨¢, seguro, en la educaci¨®n familiar. El resultado de todo esto es que, al final, ni?os inocentes se sienten amilanados ante la ardua tarea de sobrevivir en un complejo mundo en el que el h¨¦roe y el m¨¢s respetado es el que haya "partido m¨¢s piernas". En consecuencia, creo que el acoso escolar es un problema que a todos nos ata?e, y familias, colegios y dem¨¢s instituciones deber¨ªan emplear m¨¢s tiempo y dedicaci¨®n en solventarlo.