Hacia las presidenciales de 2008 por el camino del centro
Los electores env¨ªan un mensaje contra las pol¨ªticas radicales y extremistas de la Administraci¨®n de George W. Bush
La consistente victoria del Partido Dem¨®crata en las elecciones del martes abre sin duda el camino a un relevo en la presidencia de Estados Unidos en 2008. Pero los resultados obligan, al mismo tiempo, a ser muy prudentes al interpretar la verdadera naturaleza del mandato dado por los electores, as¨ª como el ritmo y la orientaci¨®n que ¨¦stos quieren dar al cambio demandado, sin perder de vista que esta votaci¨®n puede representar m¨¢s una derrota del Gobierno de George Bush, y de sus pol¨ªticas sectarias y extremistas, que un triunfo dem¨®crata.
Los dem¨®cratas no han ganado las elecciones, coinciden muchos analistas, por lo que han ofrecido a los ciudadanos, sino porque ¨¦stos le han querido parar los pies a Bush por la guerra de Irak, por la excesiva carga ideol¨®gica de su Administraci¨®n, por la radicalizaci¨®n general de su gesti¨®n hacia una derecha inhabitual en este pa¨ªs. En palabras de Hillary Clinton, desde hoy la principal candidata dem¨®crata de hecho para la Casa Blanca, el electorado le ha dicho a Bush y a sus asesores neocon: "Atenci¨®n, no tan r¨¢pido".
Empiezan a asomar la cabeza republicanos que quieren un cambio de rumbo
Los dem¨®cratas han dejado claro que no van a salir corriendo de Irak
Para Clinton, para otros muchos candidatos y para las maquinarias de los dos grandes partidos se abre hoy un periodo largo y lleno de incertidumbres que concluir¨¢, como manda la tradici¨®n pol¨ªtica norteamericana, el primer martes despu¨¦s del primer lunes de noviembre de 2008 con la elecci¨®n de un nuevo presidente. Quien quiera resultar ganador esa fecha tendr¨¢ que extraer las lecciones correctas de la votaci¨®n de ayer.
Para el Partido Republicano, basta con leer los sondeos realizados durante la jornada del martes. M¨¢s de un 80% del electorado se muestra satisfecho de la situaci¨®n econ¨®mica, pero un 58% desaprueba la gesti¨®n de Bush, un 37% confiesa haber votado en oposici¨®n al presidente, un 88% manifiesta que la guerra de Irak influy¨® en su voto, de los cuales un 57% desaprueba en distinto grado la actuaci¨®n de Estados Unidos en ese conflicto. Los datos son tambi¨¦n negativos para el Gobierno en lo que concierne al manejo de la inmigraci¨®n ilegal -un 72% de los hispanos votaron dem¨®crata, interrumpiendo una tendencia en el sentido contrario- y la corrupci¨®n. En suma, un 56% de los votantes cre¨ªa ayer que el pa¨ªs marcha en la direcci¨®n equivocada.
Discretamente, empiezan, por tanto, a asomar la cabeza los dirigentes republicanos que quieren un cambio de rumbo. "Va a haber mucha gente en el partido que va a querer una reevaluaci¨®n sobre qui¨¦nes somos, sobre cu¨¢les son nuestras prioridades", ha anticipado Dick Armey, antiguo l¨ªder republicano en el Senado y uno de los arquitectos de la revoluci¨®n conservadora de 1994.
Uno de los republicanos que emerge con fuerza en ese contexto cr¨ªtico es el senador de Arizona John McCain, tambi¨¦n un candidato presidencial en la sombra. McCain se manifest¨® ayer "decepcionado" con los resultados y con su partido -"fuimos a Washington para cambiar el Gobierno y Washington nos cambi¨® a nosotros"-, pero confiado en que su partido pueda ganar en 2008. "Recuerdo en 1976", dijo McCain, "cuando los republicanos lo perdieron todo, emergi¨® Ronald Reagan para mostrarnos el camino de la victoria".
Los republicanos saben que el deseo de cambio expresado por los electores no necesariamente significa un cambio de partido en la Casa Blanca sino un cambio de pol¨ªtica. Los dem¨®cratas est¨¢n, hoy por hoy, en mejores condiciones para responder a ese reto, pero tienen que ratificarlo en los dos a?os que restan hasta las elecciones.
El l¨ªder de los dem¨®cratas en el Senado, Harry Reid, opina que lo que su partido "ha aprendido observando a los republicanos, viendo que ellos no han tolerado que los moderados tengan voz en el partido, es que tenemos que trabajar en el centro".
Son m¨²ltiples los signos del escenario centrista por el que los electores han expresado sus preferencias: las aplastantes victorias de la propia Hillary Clinton, de Arnold Schwarzenegger, de Joe Liberman, el avance dem¨®crata entre los electores independientes... La misma concesi¨®n del Congreso a manos dem¨®cratas para equilibrar el poder republicano en la Casa Blanca es un mensaje centrista, un mensaje, por cierto, que podr¨ªa perfectamente repetirse en 2008.
La vocaci¨®n centrista de la nueva mayor¨ªa se pondr¨¢ a prueba desde que el nuevo Congreso inicie sus actividades en enero en la discusi¨®n de impuestos y gastos sociales -los dem¨®cratas son eternamente demonizados como el partido de los derrochadores del dinero p¨²blico-, pero el factor decisivo sobre las posibilidades futuras va a ser la forma en que el Partido Dem¨®crata afronte la guerra de Irak y c¨®mo la interprete el electorado.
Con el poder del presidente claramente disminuido por el hecho de no tener que volver a las urnas -lo que en el argot pol¨ªtico norteamericano se llama un pato cojo- y un Congreso en manos de la oposici¨®n, la responsabilidad dem¨®crata en la pol¨ªtica sobre Irak va a ser mucho mayor, y el partido va a requerir de mucha m¨¢s prudencia.
Si la voluntad dem¨®crata de poner fin a ese conflicto es percibido por los electores como un riesgo para la seguridad futura de Estados Unidos, el futuro candidato dem¨®crata se ver¨¢ en serias dificultades. Por eso, desde la misma noche electoral, se ha escuchado de todos los portavoces dem¨®cratas, con diferentes palabras, la misma idea: no vamos a salir corriendo de Irak, vamos a trabajar con el Gobierno y los republicanos para consensuar una nueva pol¨ªtica -"busquemos juntos una soluci¨®n a la guerra de Irak", ha dicho la pr¨®xima presidenta de la C¨¢mara de Representantes, Nancy Pelosi-, vamos a escuchar las recomendaciones del Grupo de Trabajo Baker-Hamilton. Y es dif¨ªcil que ese consenso incluya una pronta retirada de tropas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.