El 'halc¨®n' derribado
Donald Rumsfeld, secretario de Defensa, es la principal baja pol¨ªtica de la guerra
El 23 de junio de 2003, semanas despu¨¦s de acabar las principales operaciones militares en Irak, el general Jay Garner, primer y ef¨ªmero responsable de la Oficina de Planificaci¨®n de la Posguerra, se entrevist¨® en Washington con el secretario de Defensa. Seg¨²n cuenta el periodista Bob Woodward, Garner solt¨® a bocajarro a Donald Rumsfeld que EE UU hab¨ªa cometido "tres errores tr¨¢gicos" en Irak: los dos primeros, las ¨®rdenes dadas por el sucesor de Garner, Paul Bremer, para desmantelar el partido de Sadam Husein y el ej¨¦rcito iraqu¨ª; el tercero, disolver el grupo de l¨ªderes iraqu¨ªes que estaban dispuestos a ayudar a EE UU a administrar el pa¨ªs. "Estamos a¨²n a tiempo de rectificar; a¨²n podemos darle la vuelta a esto". Pero Rumsfeld dijo, seg¨²n Woodward: "No. No vamos a dar marcha atr¨¢s".
La tozudez es una de las caracter¨ªsticas del estilo de Rumsfeld. V¨ªctima pol¨ªtica demasiado tard¨ªa de una guerra que supo ganar pero no resolver, este antiguo campe¨®n de lucha grecorromana incorpor¨® un estilo agresivo a su dilatada carrera pol¨ªtica, que empez¨® en 1957. Congresista durante ocho a?os, se convirti¨®, en 1975, en el secretario de Defensa m¨¢s joven de la historia de EE UU, con Nixon; ahora es -a la espera de que el Senado confirme a su sucesor, Robert Gates- el de m¨¢s edad, 74 a?os.
Tambi¨¦n fue agresivo -y apreciado por varios- con los periodistas del Pent¨¢gono. Su ¨¦poca de oro fue la guerra de Afganist¨¢n: como una estrella medi¨¢tica, hac¨ªa teatro desde el podio, regalaba frases y sentencias -"la ausencia de pruebas no es prueba de ausencias"-, rega?aba a los que quer¨ªan acorralarle y hac¨ªa re¨ªr con sus sarcasmos. Gesticulador, brillante y condescendiente, pon¨ªa firmes a los periodistas. Y a los generales.
Rumsfeld sali¨® victorioso de su dur¨ªsima guerra interna con el secretario de Estado, Colin Powell, a pesar de ser responsable de haber invadido Irak con un Ej¨¦rcito mucho menor de lo que recomendaban sus generales y de abandonar la direcci¨®n de la posguerra. Pero, a medida que aumentaban las arenas movedizas en Mesopotamia, perd¨ªa influencia en la Casa Blanca, sobre todo tras la llegada de Condoleezza Rice a la secretar¨ªa de Estado. Rumsfeld es un hombre del vicepresidente Cheney, pero Condi es la que habla con Bush, y la que se quej¨® al presidente cuando el secretario de Defensa se permiti¨® el lujo de no devolverle las llamadas.
El jefe del Pent¨¢gono se cav¨® su tumba al desobedecer varias de sus famosas 'Reglas de Rumsfeld', sobre todo esta: "El precio de estar cerca del presidente es que hay que darle las malas noticias; le fallas si no le dices la verdad, porque otros no lo har¨¢n". Rumsfeld no le avis¨® a tiempo a Bush del esc¨¢ndalo de Abu Ghraib y tampoco le dijo la verdad sobre la marcha de la guerra (ni el presidente hizo muchos esfuerzos por enterarse). Despu¨¦s de Abu Ghraib quiso dejar el puesto, pero Bush no lo acept¨®, seg¨²n dijo Rumsfeld.
A partir de ese momento, se multiplicaron las cr¨ªticas de dem¨®cratas y republicanos, y cada vez m¨¢s abiertamente las de los mandos. Ya antes de de la guerra, cuando Rumsfeld quiso adaptar el complicad¨ªsimo Pent¨¢gono al siglo XXI, top¨® con la resistencia del Ej¨¦rcito, reacio a asumir las tesis de unas fuerzas armadas con mayor movilidad y ligereza. "Las sonrisas m¨¢s grandes en el Pent¨¢gono el pasado mi¨¦rcoles se encontraban en los pasillos del Ej¨¦rcito", seg¨²n David Ignatius, de The Washington Post, que dice que Rumsfeld "simboliza no s¨®lo el fracaso de la guerra, sino tambi¨¦n la arrogancia y la ausencia de responsabilidades". Parad¨®jicamente, a?ade, esos mandos fueron los que aplazaron su salida. Bush ten¨ªa preparado el relevo en primavera -lo hab¨ªa pedido el jefe de gabinete del presidente y la Primera Dama, seg¨²n Woodward- pero lo tuvo que aplazar cuando estall¨® "la revuelta de los generales", la petici¨®n p¨²blica de dimisi¨®n de Rumsfeld hecha por altos mandos en la reserva. "La Casa Blanca decidi¨® que no pod¨ªa parecer que ced¨ªa ante la presi¨®n, y la operaci¨®n se suspendi¨®".
En su despedida, Rumsfeld cit¨® a Churchill y volvi¨® a decir a los norteamericanos que nadie como ¨¦l hab¨ªa asumido el reto de la guerra del siglo XXI y que entend¨ªa que fuera algo "no bien sabido, no bien comprendido". Al fin y al cabo, condescendi¨® por ¨²ltima vez, "es un asunto complejo para que lo entienda la gente".
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