Se termina una era
El pasado martes se inici¨® el principio de un fin y el final de un principio
El martes 7 de noviembre de 2006 se?ala el principio de un fin y el final de un principio. Una C¨¢mara de Representantes controlada por los dem¨®cratas y un Senado en el que los resultados estaban a¨²n sin decidir en el momento de escribir estas l¨ªneas significan el principio del fin para la Administraci¨®n de Bush y su estilo unilateral y polarizador de pol¨ªtica exterior. Y, sobre todo, significa el final del principio de una larga lucha para la que todav¨ªa no tenemos un nombre satisfactorio y aceptado por todos.
A partir de ahora, con el resultado de estas elecciones legislativas, el caos al que se enfrenta Estados Unidos en Oriente Pr¨®ximo, la magnitud de retos mundiales como el cambio clim¨¢tico y el ascenso de otras grandes potencias, la pol¨ªtica exterior estadounidense tendr¨¢ que contar m¨¢s con los dos partidos dentro de sus fronteras y ser m¨¢s multilateral fuera de ellas.
A partir de ahora, la pol¨ªtica exterior de EE UU tendr¨¢ que contar m¨¢s con los dos partidos dentro de sus fronteras y ser m¨¢s multilateral fuera de ellas
Si los dem¨®cratas han salido tan bien parados, ha sido porque han presentado candidatos centristas y una posici¨®n dura en materia de seguridad nacional
EE UU puede estar dividido en dos naciones en temas como el aborto y el matrimonio gay, pero el rojo y el azul se funden en pol¨ªtica exterior
Cinco a?os despu¨¦s de 1945, tras un periodo de tanteos, el Gobierno de EE UU elabor¨® un hist¨®rico memor¨¢ndum sobre seguridad nacional, NSC-68, que sent¨® las bases de una estrategia, en general apoyada por los dos partidos, para lo que termin¨® llam¨¢ndose la guerra fr¨ªa. Cinco a?os despu¨¦s del 11 de septiembre de 2001, EE UU no dispone a¨²n de un consenso similar, pero sus posibles l¨ªneas generales pueden verse en el documento final de un proyecto program¨¢tico bipartidista sobre seguridad nacional llevado a cabo en la Escuela Woodrow Wilson de Pol¨ªtica y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton.
Con un idealismo que Woodrow Wilson habr¨ªa aprobado, el documento se titula Construyamos un mundo de libertad bajo la ley, y su ¨¦nfasis en la importancia de la ley, tanto dentro de cada Estado como en las relaciones entre unos y otros, representa un n¨ªtido contraste con la guerra contra el terror del Gobierno de Bush, Guant¨¢namo y Abu Ghraib. El orden liberal internacional que propugna este grupo bipartidista pretende apoyarse en lo que el segundo presidente de EE UU, John Adams, llam¨® el "Gobierno de las leyes, y no de los hombres". El documento, que trata de combinar el idealismo de Wilson con el realismo de Kissinger, asume muchas de las cr¨ªticas realizadas por los dem¨®cratas de todo el mundo y, dentro de EE UU, los miembros del Partido Dem¨®crata en los ¨²ltimos cinco a?os. Sin embargo, su postura es claramente m¨¢s dura que la de muchos dem¨®cratas (con may¨²scula y con min¨²scula) de izquierdas. Los resultados de estas elecciones parecen indicar que eso es lo que le piden a su Gobierno muchos votantes estadounidenses. Si el Partido Dem¨®crata ha obtenido unos resultados tan buenos ha sido porque ha presentado numerosos candidatos de corte centrista y una posici¨®n dura en materia de seguridad nacional. Su candidato al Senado en Connecticut, Ned Lamont, abierto opositor a la guerra, ha ca¨ªdo derrotado ante Joe Lieberman, que recibi¨® un famoso beso de Bush por apoyar la guerra de Irak.
El documento de Princeton se califica a s¨ª mismo como un intento colectivo de repetir lo que hizo George Kennan de manera individual en su famoso art¨ªculo Mr. X, que anticip¨® la estrategia estadounidense de la guerra fr¨ªa. Afirma que las tres prioridades estrat¨¦gicas de la pol¨ªtica de Estados Unidos deben ser la seguridad del pa¨ªs, la salud de la econom¨ªa mundial y "un entorno internacional favorable, cimentado en la cooperaci¨®n entre las naciones para la seguridad y la expansi¨®n de la democracia liberal". A la hora de la verdad, la libertad y la ley tienen que apoyarse en el uso de la fuerza, por lo que sugiere una "estrategia mundial de contrainsurgencia" para enfrentarse a las redes terroristas mundiales y unas medidas muy duras contra la proliferaci¨®n nuclear. Ahora bien, en vez de fiarse exclusivamente del uso de la fuerza militar -tal vez el mayor error de los ¨²ltimos cinco a?os-, sostiene que la pol¨ªtica de Estados Unidos tiene que ser multidimensional, "funcionar como una navaja suiza, capaz de utilizar distintas herramientas para distintas situaciones en cualquier momento".
La nueva estrategia
La nueva estrategia debe combinar el poder duro y el poder blando, basarse en la esperanza m¨¢s que en el miedo, prestar la misma atenci¨®n a lo que ocurre en cada pa¨ªs que a las relaciones entre unos pa¨ªses y otros y adaptarse a la era de la informaci¨®n y la comunicaci¨®n instant¨¢nea y permanente. Como forma de alcanzar sus tres objetivos fundamentales, propone lo que llama un Concierto de Democracias, para el que los autores llegan incluso a redactar una posible carta fundacional. Grandes potencias democr¨¢ticas como India, Jap¨®n, Brasil, Alemania y dos Estados africanos sin concretar deber¨ªan ser miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, aunque sin derecho a veto. "Como muestran tanto la raz¨®n como las ciencias sociales", a?ade, "un mundo de democracias liberales ser¨ªa m¨¢s seguro y mejor para los estadounidenses y para toda la gente". (Me gusta la distinci¨®n impl¨ªcita entre raz¨®n y ciencia social).
Ser¨ªa ingenuo pensar que este documento, en su totalidad, vaya a convertirse en la base de una nueva estrategia de consenso, del mismo modo que el Mr. X de Kennan no se tradujo directamente en NSC-68. Habr¨¢ muchos m¨¢s factores internos de EE UU a tener en cuenta en relaci¨®n con la pol¨ªtica exterior. Mientras George Bush y Dick Cheney sigan en la Casa Blanca, la ret¨®rica y la pol¨ªtica podr¨¢n cambiar s¨®lo hasta cierto punto. El bombardeo preventivo de las presuntas instalaciones nucleares de Ir¨¢n sigue siendo una posibilidad. Los dem¨®cratas, una vez en el poder, pueden dar un bandazo hacia el aislacionismo pol¨ªtico y, especialmente, el proteccionismo econ¨®mico. Pero el documento de Princeton s¨ª indica c¨®mo ser¨ªa posible alcanzar un consenso estrat¨¦gico entre los dos partidos, y estas ¨²ltimas legislativas sugieren que a muchos votantes les gustar¨ªa. EE UU puede estar todav¨ªa dividido en dos naciones en temas como el aborto y el matrimonio gay, pero el rojo y el azul se funden en pol¨ªtica exterior.
Adem¨¢s, ¨¦sta es una propuesta que muchos de los que m¨¢s han criticado al Gobierno de Bush en otras democracias tambi¨¦n podr¨ªan respaldar. Visiten el sitio http://www.wws.princeton.edu/ppns/report/FinalReport.pdf y vean qu¨¦ les parece. Dejando al margen que, inexplicablemente, no incluye el cambio clim¨¢tico en su visi¨®n general de "los grandes retos y amenazas", creo que es un esfuerzo muy loable. Eso s¨ª, sigue sin explicar el proceso por el que se llegar¨ªa a esa estrategia para lograr un "entorno internacional favorable" y un Concierto de Democracias. En cierto modo, en el documento de Princeton est¨¢ latente la sensaci¨®n de que Estados Unidos deber¨ªa elaborar una estrategia para lo que antes se llamaba el mundo libre, como hizo en los primeros a?os de la guerra fr¨ªa. Y de que si los estadounidenses abren la marcha, otros seguir¨¢n detr¨¢s.
Pero el propio an¨¢lisis del proyecto de Princeton demuestra hasta qu¨¦ punto el mundo de 2006 es mucho m¨¢s complejo y multipolar que el de 1950, y, por consiguiente, lo limitada que es la capacidad de EE UU para fijar las prioridades por su cuenta. La conclusi¨®n es que otras democracias (y los dem¨®cratas de pa¨ªses con menos libertad) deben intervenir en el proceso para elaborar la estrategia, y no limitarse a experimentar sus efectos. El informe termina insistiendo en que EE UU haga m¨¢s y mejor "labor de jardiner¨ªa" entre sus aliados -una met¨¢fora muy del gusto del copresidente honorario del proyecto, George Shultz-, pero quiz¨¢ convenga recordar que los dem¨¢s no somos plantas.
Da la casualidad de que los dos a?os de gobierno dividido en Washington, hasta las pr¨®ximas elecciones presidenciales, van a ser tambi¨¦n a?os de cambios en otras grandes democracias; dirigentes tan destacados como el indio Manmohan Singh y la alemana Angela Merkel est¨¢n a¨²n relativamente reci¨¦n llegados al poder; Gordon Brown se dispone a mudarse del n¨²mero 11 al 10 de Downing Street, y el pr¨®ximo mayo habr¨¢ un nuevo presidente en Francia. Para garantizar la libertad bajo la ley, EE UU tiene que cambiar no s¨®lo su propia estrategia, sino la forma de elaborar esa estrategia. La segunda democracia m¨¢s antigua del mundo -que es tambi¨¦n la segunda m¨¢s grande- ha hablado, pero el Concierto de Democracias s¨®lo puede crearse mediante un concierto de democracias.
Traducci¨®n de M. L. Rodr¨ªguez Tapia
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