"Cena de pacificaci¨®n" entre Carod y Puigcerc¨®s
Esquerra, y especialmente Carod, se deleita en la dulce hora de dejarse querer y aprovechar las ofertas de ambos negociadores: convergentes y socialistas. Pero los de Puigcerc¨®s quieren cerrar cuanto antes el pacto con la izquierda. "Desde la campa?a y, especialmente, desde el DVD publicitario de CiU, nuestras relaciones hab¨ªan vuelto a deteriorarse", medita en voz alta un dirigente de ERC.
Los republicanos tienen el alma dividida: Carod es partidario de negociar con el PSC y lograr un Gobierno de izquierdas, aunque manteniendo la l¨ªnea de contacto con CiU para sacar el m¨¢ximo r¨¦dito posible, mientras que el secretario general republicano, Joan Puigcerc¨®s, apuesta por un nuevo tripartito ya. Mas, aseguran en CiU, no ofrece poco en la reuni¨®n que mantiene con Carod: un tercio de carteras del Gobierno, adem¨¢s del cargo de consejero primero para el presidente de ERC. Pero los republicanos recelan; temen la ruptura del eventual pacto al cabo de unos meses y un Gobierno de CiU en minor¨ªa con apoyos externos, con todas las bendiciones del PSOE y la resignaci¨®n de un PSC moneda de cambio, ya en la oposici¨®n.
"Durante la campa?a nos han dicho de todo, incluso que somos como una plaga de langosta para Catalu?a; ?c¨®mo podemos pactar con ellos!", espeta un alto dirigente republicano del sector de Puigcerc¨®s -que controla la ejecutiva de ERC- en uno de los m¨²ltiples contactos que celebra la c¨²pula de Esquerra a lo largo del d¨ªa.
Mientras los independentistas fijan posici¨®n, el consejero de Econom¨ªa, Antoni Castells, un peso pesado del partido, acude junto a otros dos compa?eros de formaci¨®n, el viceprimer secretario Miquel Iceta y el secretario de Organizaci¨®n Jos¨¦ Zaragoza, a reunirse con el triunvirato negociador de ERC, integrado por el jefe de campa?a, Xavier Vendrell, y dos dirigentes de la formaci¨®n, Jaume Oliveres y Ernest Benach, presidente del Parlament y hombre de total confianza de Carod. Los socialistas t¨ªmidamente insin¨²an que Carod no puede ser primer consejero -lo que incluye tareas de coordinaci¨®n del Gobierno, a modo de primer ministro-, pero que est¨¢n dispuestos y resignados a que el l¨ªder republicano ocupe un puesto en el nuevo Gabinete. Hay voluntad de acuerdo, pero todo est¨¢ muy abierto.
Algunas voces piden que Carod tenga la portavoc¨ªa y sea primer consejero. Pero el sector de Esquerra cercano a Puigcerc¨®s no ve con malos ojos la propuesta de que Carod obtenga "una consejer¨ªa pelada", como afirma uno de los dirigentes de este sector. Y es que el airado litigio entre Carod y Puigcerc¨®s ha vivido en las ¨²ltimas semanas varios densos episodios. Uno de ellos era la profec¨ªa no cumplida de que en ERC se registrar¨ªa el relevo de Carod por Puigcerc¨®s. Es decir, que estallar¨ªa una suerte de noche de San Bartolom¨¦ entre hugonotes y cat¨®licos si Esquerra quedaba por debajo de los 20 diputados en los comicios. Como obtuvo 21, la crisis qued¨® aplazada, si bien latente.
As¨ª que, durante todo el d¨ªa, Esquerra, polifac¨¦tica, pugna por ponerse de acuerdo y dilucidar qu¨¦ camino tomar entre las tentaciones de Mas o la sobriedad espartana de Montilla. Los republicanos acumulan sobre sus espaldas la experiencia hist¨®rica de haber sido fagocitados por CiU en los ochenta y luego tener que renacer de las cenizas.
As¨ª que, ese s¨¢bado por la noche, Carod y Puigcerc¨®s celebran lo que fuentes del partido denominan "cena de pacificaci¨®n" en un restaurante barcelon¨¦s: ERC, dejando de lado rencillas y personalismos, se decanta por un Gobierno de izquierdas.
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