Confesores y confidentes
La Iglesia cat¨®lica polaca afronta a rega?adientes el trauma de miles de religiosos colaboradores del comunismo
Decir Polonia es decir catolicismo. Los templos -como en Espa?a los bares, en ocasiones uno al lado de otro- est¨¢n concurridos como en ninguna parte de Europa. Llenos a la hora de la misa con fieles de todas las edades. Largu¨ªsimas filas a la hora de la comuni¨®n. La Iglesia ha sido hist¨®ricamente el ¨²ltimo refugio del car¨¢cter nacional polaco, ancla que ha mantenido al pa¨ªs (lengua, cultura, tradiciones) fijo en una tormentosa historia que vio a Polonia borrada de los mapas durante 123 a?os o a ser ocupada por el ateo comunismo durante medio siglo. Esa imagen heroica se ve amenazada ahora con la revelaci¨®n de que sacerdotes a quienes los polacos todo confesaban eran tambi¨¦n confidentes de la polic¨ªa pol¨ªtica comunista. Puede que hasta 9.000 de ellos.
El r¨¦gimen comunista ten¨ªa un departamento que vigilaba y trataba de captar religiosos
El padre Tadeusz Isakowicz-Zaleski ha abierto la caja de Pandora al dar noticia de las dimensiones del fen¨®meno, anunciar que en el pecado de la traici¨®n cayeron algunos de los actuales obispos y pretender contarlo en un libro. Ha sido amordazado por su superior, el cardenal de Cracovia, Stanislaw Dziwisz, mano derecha de Juan Pablo II. "No puedo hablar. El cardenal me lo ha prohibido", responde en conversaci¨®n telef¨®nica.
La Iglesia cat¨®lica fue el gran basti¨®n de la lucha nacional polaca contra el r¨¦gimen comunista, en cuyo Ministerio del Interior hab¨ªa un departamento exclusivamente dedicado a vigilar a los religiosos... y a captar colaboradores. Isakowicz-Zaleski fue v¨ªctima del r¨¦gimen y tras la apertura de los archivos policiales que custodia el Instituto Nacional de la Memoria (IPN) recibi¨® autorizaci¨®n del cardenal Dziwisz para investigar "exclusivamente la represi¨®n de que ¨¦l fue objeto".
Lo que el sacerdote vio le dej¨® de piedra. Otros religiosos figuraban como informadores de la polic¨ªa secreta. Y como han pasado 17 a?os desde la ca¨ªda del comunismo en Polonia, algunos tienen edad suficiente para haber llegado a obispos. Al menos tres obispos, seg¨²n ¨¦l, colaboraron con el comunismo. Las iniciales pesquisas sobre s¨ª mismo le parecieron apenas la punta del iceberg, y le incitaron a investigar el fen¨®meno a escala nacional.
"El 90% de los sacerdotes resisti¨® las presiones de la polic¨ªa pol¨ªtica comunista y no se convirtieron en esp¨ªas. S¨®lo el 10% lo hizo. Hay que subrayar que s¨®lo uno de cada 10 sacerdotes cedi¨®", declar¨® Isakowicz-Zaleski a la radio polaca. Es decir, 9.000 esp¨ªas, entre sacerdotes seculares y religiosos de diversas ¨®rdenes.
"No deber¨ªamos tener miedo de los archivos, sino estudiarlos porque el Evangelio dice que la verdad nos har¨¢ libres. Y eso se aplica tambi¨¦n a la Iglesia", insist¨ªa el sacerdote, cuya ambici¨®n investigadora y un cierto gusto por la publicidad -tiene dicho que "la verdad debe salir a la luz", por lo que ha preparado un libro cuya suerte es ahora muy incierta- le ha perdido.
Al salirse de los l¨ªmites de la archidi¨®cesis de Cracovia, Isakowicz-Zaleski se ha echado a toda la jerarqu¨ªa encima. "Distorsiona la imagen del sacerdote al convertirse en un inquisidor y en un despiadado e implacable acusador", le amonesta su archidi¨®cesis. El cardenal Dziwisz se ha alzado p¨²blicamente contra "salvajes y descontroladas investigaciones que pueden da?ar de forma irreparable la reputaci¨®n de inocentes", palabras secundadas por otros obispos. Jozef Glemp, el cardenal primado, lleg¨® a calificar al sacerdote de "superpolic¨ªa comunista". Luego le pidi¨® perd¨®n por el exabrupto.
La Iglesia se ha apresurado a intentar contener el fen¨®meno y ha creado una Comisi¨®n Hist¨®rica, integrada por cuatro personalidades, para "analizar objetivamente el problema de modo que se respete el derecho al honor y la dignidad de las personas", seg¨²n el arzobispo Jozef Michalik, presidente de la Conferencia Episcopal polaca. A su juicio, los colaboracionistas son "casos aislados". En la propia archidi¨®cesis de Cracovia un portavoz reconoce que diversos sacerdotes "han presentado declaraciones de culpabilidad" a sus obispos.
Comisiones semejantes se han creado en diversas partes del pa¨ªs, como Varsovia o Gdansk, donde otro sacerdote, Henryk Jankowski, hizo p¨²blica recientemente en conferencia de prensa televisada una lista de 39 confidentes policiales. Conocido en su d¨ªa como el cura de Solidaridad, Jankowski fue confesor del presidente, Lech Walesa, y hace una d¨¦cada alcanz¨® notoriedad por manifestaciones antisemitas. "Me sorprendi¨® mucho lo que vi en los archivos. Me sorprendi¨® el n¨²mero de agentes en la Iglesia", declar¨®. "Ver esos nombres ha sido una tragedia para m¨ª".
Su arzobispo, Tadeusz Goclowski, tambi¨¦n le amonest¨® y reproch¨® en duros t¨¦rminos que revelara nombres sin especificar circunstancias: "No dijo por qu¨¦ decidi¨® disparar sobre estas personas". El prelado de Gdansk convoc¨® a los 39 de la lista de Jankowski y manifest¨® que todos firmaron un documento en que aseguraban que nunca hab¨ªan trabajado para la polic¨ªa, ni informado ni denunciado a nadie.
Lo que tambi¨¦n puede ser verdad. Otro caso que ha trascendido es el de un sacerdote de Lublin, en el este del pa¨ªs, que figuraba en los archivos como colaborador, ya desde los a?os setenta, y con dos seud¨®nimos. "Yo sab¨ªa que esa gente no era amiga, pero hablaba con ellos porque el Evangelio nos dice que tenemos que hablar con todo el mundo, tambi¨¦n con los enemigos", explica el sacerdote, que se confiesa desconocedor de su otra presunta vida de sopl¨®n policial. De hecho, uno de los agentes que intent¨® reclutarle dej¨® escrito: "Se neg¨® abiertamente a colaborar con nosotros".
Un 'certificado de limpieza' para buscar empleo
Las investigaciones que hace la Iglesia sobre su propio pasado son la vertiente religiosa de la purga a la que quieren someter los Kaczynski a la sociedad civil polaca. El presidente, Lech, acaba de suscribir esta semana la ley llamada de Lustraci¨®n, nacida para purificar Polonia de su colaboraci¨®n con los servicios secretos comunistas. Es una versi¨®n de la ya vigente (que obliga a algunos empleados p¨²blicos a confesar su pasado, con sanciones si se miente), pero tan amplia que de los actuales 27.000 casos potenciales se puede llegar a 400.000.
La actual confesi¨®n a iniciativa propia ser¨¢ sustituida, a la hora de buscar determinados empleos, por la presentaci¨®n de un certificado emitido por el Instituto Nacional de la Memoria (IPN), con el contenido de los archivos de la polic¨ªa secreta sobre la persona en cuesti¨®n. Discrepancias sobre posibles revelaciones falsas de colaboracionismo deber¨¢n ser sustanciadas ante los tribunales. La ley prev¨¦ que los jueces decidan si los informes en cuesti¨®n son "mentira", "no aplicables" o "falsos".
En el acto de la firma, el presidente anunci¨® que en breves semanas elevar¨¢ al Parlamento enmiendas sobre aspectos no revelados de la ley para que los diputados las consideren antes de la entrada en vigor de la Lustraci¨®n, dentro de tres meses.
Seg¨²n la ley, toda persona nacida antes del 1 de agosto de 1972 (los mayores de edad con el comunismo) que aspire a una funci¨®n p¨²blica o equiparable deber¨¢ solicitar al IPN el certificado a presentar a la entidad para la que vaya a trabajar. Todo el mundo, desde modestos funcionarios locales al presidente de la Rep¨²blica debe pasar por el aro: diplom¨¢ticos, cargos electos, directivos de empresas p¨²blicas o participadas, rectores, cient¨ªficos, directores de colegios, fiscales, abogados, editores de grupos de prensa, periodistas... A uno de ellos le sorprende la fe de los furibundos anticomunistas Kaczynski en los archivos policiales del viejo r¨¦gimen, mientras en medios jur¨ªdicos se duda de la constitucionalidad de una ley que obliga el acusado a probar su inocencia ante el juez.
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