Real S¨¦gol¨¨ne
Francia est¨¢ inquieta de s¨ª misma; pasan cosas que van m¨¢s all¨¢ del malaise para entrar en la b¨²squeda de soluciones; y en forma de recurso. ?Quiere Francia una se?ora presidenta? Ni siquiera est¨¢ claro que la palabra exista. Francia s¨®lo tiene presidentes; gramaticalmente y por sexo. Sami Na?r est¨¢ seguro de que s¨ª. Las novedades no acaban, sin embargo, en la elecci¨®n casi por aclamaci¨®n de S¨¦gol¨¨ne Royal, de 53 a?os, hija de militar, dos veces ministra, compa?era del secretario general del PS, Fran?ois Hollande, y madre de sus cuatro hijos, como candidata socialista a la presidencia de Francia. El que hoy parece m¨¢s que probable candidato de la derecha, Nicolas Sarkozy, de 51 a?os, ministro del Interior, jefe del partido posgaullista, encarna, tanto o m¨¢s que la se?ora Royal, una minirrevoluci¨®n francesa.
Ambos se presentan -?y qui¨¦n no en este mundo globalizado, en el que todo lo anterior despierta sospechas?- bajo el signo de la renovaci¨®n. Los otros dos candidatos al trofeo socialista lo hac¨ªan tambi¨¦n, aunque con menor convicci¨®n. Dominique Strauss-Kahn, de reputaci¨®n econ¨®mica, era el socialista liberal al que no le maniataban las viejas ataduras de los colectivismos; Laurent Fabius, hielo hecho apparatchik, era tan moderno que quer¨ªa recuperar las viejas esencias izquierdosas del partido. Mucho m¨¢s decisivamente, S¨¦gol¨¨ne Royal inventaba un tercer socialismo, que, como Proteo, parec¨ªa adaptable a todas las nociones de cambio: el socialismo anarcoide, el de la sociedad activamente interesada en todo lo que pasa a su alrededor, de lo que la propuesta m¨¢s llamativa es la formaci¨®n de jurados. Sarkozy, de manera parecida en su campo, compone una figura que contiene todo lo que es decente contener de Jean-Marie Le Pen, el l¨ªder xen¨®fobo, para presentarse a la presidencia de la V Rep¨²blica; y hay quien piensa que incluso lo que no es decente. Pero a¨²n mejor, Sarko se preconiza atlantista, como el presidente franc¨¦s que se entender¨ªa a las maravillas con EE UU, guerra de Irak incluida.
Ambas figuras van en contra del centro nuclear de la identidad pol¨ªtica francesa. Royal propone que el ciudadano se meta en aquello que le compete al Estado y de llevarse a efecto su programa, una cierta idea de Francia retroceder¨ªa quiz¨¢ hasta antes de la coronaci¨®n de un Estado, que, est¨¦ quien est¨¦ en el El¨ªseo, tiene bastante de cong¨¦nito-socialista, o por otro nombre jacobino. Sarkozy, parecidamente, querr¨ªa barrenar una de las fuentes bautismales de la V Rep¨²blica. El poder en Francia establece una de sus se?as de identidad en la oposici¨®n, europe¨ªsta, a Estados Unidos. Y el presidente Chirac, disciplinado, se ha opuesto a la aventura de Irak. Los hechos se encargan de darle cotidianamente la raz¨®n.
Grande ha de ser la preocupaci¨®n en Francia para que hoy est¨¦n en primer plano dos liquidadores de algunas de las m¨¢s sagradas tradiciones del pa¨ªs. Aunque nadie ignora que los candidatos tienen mucha m¨¢s fantas¨ªa que los presidentes, y al final siempre es Juana de Arco la que se impone. S¨®lo que no sabemos cu¨¢l de los dos es la pucelle d'Orl¨¦ans.
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