Real Academia Espa?ola
Todas las calles de Madrid, abiertas en canal por el Ayuntamiento en un empe?o de que Jesucristo vuelva ahora a ascender a los cielos desde un estrato prec¨¢mbrico, llevan a la Real Academia Espa?ola (RAE) de la calle de Felipe IV. Tuve dudas de ir a la presentaci¨®n del espl¨¦ndido Diccionario esencial de la lengua espa?ola en la RAE pero un grave error en el nombre del poeta latino Catulo, que oigo y leo en los subt¨ªtulos de la soberbia pel¨ªcula Cleopatra, comercializada por EL PA?S, me arrastra al instante a la Academia. ?No es realmente duro, en este abandono general del lat¨ªn, que al poeta Catulo -una palabra con pronunciaci¨®n llana- se lo llame todas las veces que es mencionado en la pel¨ªcula, C¨¢talo -con pronunciaci¨®n esdr¨²jula y alterando el timbre de la segunda vocal de u en a? O¨ªr y leer C¨¢talo en lugar del correcto Catulo, por pura ignorancia de los responsables del doblaje, es similar a llamar C¨¦rnado al poeta sevillano Cernuda.
La cubierta es eso que casi todo el mundo llama err¨®neamente portada
?Y por qu¨¦ puerta se entra en la Academia? Yo entr¨¦ por la puerta que me indicaron: por la de la calle de Ruiz de Alarc¨®n. ?Y por qu¨¦ puerta habr¨ªa entrado Carmen Conde, la primera mujer que entr¨® en la Academia como acad¨¦mica de n¨²mero? Lo ignoro. Pero lo que es seguro es que Carmen Conde, siendo mujer, habr¨ªa entrado dando una patada. A la magn¨ªfica periodista Rosa Villacast¨ªn, nieta de Rub¨¦n Dar¨ªo y de Francisca S¨¢nchez, descrita con la crudeza que gasta el llamado periodismo rosa en el libro La poes¨ªa de Rub¨¦n Dar¨ªo, de Pedro Salinas, a Rosa Villacast¨ªn, digo, que, seg¨²n sus propias palabras, quiso a Carmen Conde como a una verdadera madre, ella le dio este consejo: "Siendo mujer, si cuando llames a una puerta no te abren, da una patada y entra". Dado que en 1978, fecha de la entrada de la genial Carmen en la Academia, esta noble instituci¨®n arrastraba una inercia de 265 a?os desde su fundaci¨®n, en 1713, sin acoger mujeres, es muy probable que esta mujer, que luch¨® por las libertades antes de la guerra y despu¨¦s en la Espa?a de Franco, tuviera que haber dado una patada en cada puerta de la Academia. De hecho, la Academia, que pone en circulaci¨®n este Diccionario esencial con tant¨ªsimos aciertos, por su tradici¨®n mis¨®gina, todav¨ªa no acierta a definir bien la voz feminismo en su primera acepci¨®n aunque s¨ª en la segunda. Veamos su primera acepci¨®n: "Doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos antes reservados a los hombres". Pasemos por alto ese, nada afortunado, "favorable", que nos remite al sustantivo "favor" -"ayuda, socorro que se concede a uno" u "honra, beneficio, gracia" (DRAE)- y ese "concede", de arcaica ra¨ªz caballeresca, y vayamos a una discrepancia relativa al alcance de este llamado favor.
?El feminismo favorece s¨®lo a la mujer? ?No le favorece tambi¨¦n al var¨®n el reconocimiento de la igualdad de los mismos derechos y deberes para todas las personas? ?O estamos hablando de un var¨®n que s¨®lo se afirma al considerar inferior a la mujer que, es, claro, una forma r¨¢pida de sacudirse a la mitad de la poblaci¨®n en el terreno de la guerra laboral? En un acto, presidido por Sus Altezas Reales los Pr¨ªncipes de Asturias, lidian con gran ¨¦xito sus discursos el director de la Academia, V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha, que tiene nivel para ser cardenal -tiembla, cardenal Rouco-, Gregorio Salvador, Manuel Seco y la ministra de Educaci¨®n y Ciencia, Mercedes Cabrera. La primera alegr¨ªa de la tarde la da el Pr¨ªncipe Don Felipe que, contraviniendo un error general de la humanidad, hablando del Diccionario esencial llama correctamente cubierta a lo que es la cubierta del libro: la cubierta es, pues, eso que casi todo el mundo llama err¨®neamente portada. Y es probable que ?el 90 por ciento! de los editores y de los escritores -cuyo oficio consiste, por cierto, en llamar a las cosas por su nombre exacto-, llamen err¨®neamente portada a la cubierta de un libro. Este porcentaje es extensible al mundo del periodismo. Un pen¨²ltimo ejemplo: en el pie de foto que ilustra el excelente art¨ªculo "Hijos del Pijoaparte" (El Pa¨ªs, 09-11-06), de Patxo Unzueta, que glosa la novela ?ltimas tardes con Teresa, de Juan Mars¨¦, leemos la denominaci¨®n err¨®nea: "Portada del libro de Juan Mars¨¦". Rosa Villacast¨ªn es autora, entre otros, de dos libros recientes de gran ¨¦xito: Hay vida despu¨¦s de los cincuenta y Querido imb¨¦cil, un t¨ªtulo muy adecuado para cualquier ciudadano de esta despierta sierra de Guadarrama que es el mundo.
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