"Fue la desesperaci¨®n la que nos llev¨® a marcharnos"
Micaela Barnos tiene dos hijos, ambos gestados en su Rumania natal, pero s¨®lo el mayor naci¨® all¨ª. Cuando en 2003 decidi¨® subirse con su marido al coche de un matrimonio amigo y emigrar a Espa?a, dejando a su hijo mayor, de 15 a?os, en Rumania, desconoc¨ªa que estaba de nuevo embarazada. Viajaron directamente a Gernika, lugar del que no sab¨ªan nada, pero donde la otra pareja ten¨ªa unos conocidos.
As¨ª de simple. Gernika o cualquier otro sitio. Todo les val¨ªa, pero lejos de Rumania. "Fue la desesperaci¨®n la que nos llev¨® a marcharnos y dejar a nuestro hijo con los abuelos. En mi pa¨ªs el coste de la vida es muy alto y los sueldos, no. Lo hicimos por el ni?o, porque pudiera tener mejores cosas. Un adulto se apa?a una semana con un kilo de patatas, pero decirle siempre a tu hijo que no tienes dinero para nada, no puede ser", explica Micaela. "Por eso al peque?o ahora le compro de todo, algo casi cada d¨ªa. Puede que no est¨¦ bien, pero quiero darle todo lo que no pude darle al otro", se excusa.
"A mi hijo peque?o le compro ahora de todo. Puede que no est¨¦ bien, pero quiero darle lo que no pude darle al otro"
Ni Micaela Barnos ni su esposo hablaban castellano cuando llegaron, pero no les fue dif¨ªcil aprenderlo. "El rumano es parecido al castellano, y como yo sab¨ªa tambi¨¦n un poco de franc¨¦s, para m¨ª fue f¨¢cil llegar a entenderme pronto", dice. Lo tiene m¨¢s dif¨ªcil con el euskera.
Su hijo mayor, que ha venido a Euskadi de vacaciones, espera ahora el momento oportuno para trasladarse a vivir con su madre y su hermano peque?o. Ibai Aurel se llama el menor de los dos j¨®venes, dos nombres que le definen muy bien. "Aurel es el nombre de mi padre e Ibai le pusimos porque naci¨® aqu¨ª. ?l dice que es vasco", dice su madre.
"El mayor vendr¨¢ el a?o que viene a terminar sus estudios. Para los rumanos que estamos fuera, el uno de enero pr¨®ximo es una fecha importante, la entrada de Rumania en la Uni¨®n Europea. Va a simplificar mucho las cosas", opina. Dice, sin embargo, que sus compatriotas "de dentro" ven la fecha con temor, ya que no saben c¨®mo podr¨¢n adecuarse al nivel econ¨®mico exigido por la UE y "creen que subir¨¢n mucho los precios de los productos".
A Barnos y a su marido no les fue dif¨ªcil encontrar casa cuando llegaron a Gernika. "Hemos tenido suerte de encontrar gente buena. Los rumanos que viv¨ªan ya aqu¨ª nos acogieron y cuando ellos se fueron a una vivienda mejor, nos dejaron la casa. Lo peor, el trabajo", dice. Y eso que no se puede quejar de la suerte laboral que ha tenido en Euskadi.
Micaela Barnos trabaj¨® en su pa¨ªs 15 a?os como enfermera. En Gernika le esperaban labores de limpieza y asistencia a ancianos, principalmente. Sin embargo, en su camino se cruz¨® "un ¨¢ngel de la guarda", una persona que es hoy la madrina de su hijo peque?o y su mejor amiga. Esta mujer dirige una residencia de ancianos y le ofreci¨® trabajo nada m¨¢s llegar, a¨²n a sabiendas de que se hallaba embarazada. "En la residencia he trabajado de auxiliar de enfermer¨ªa, cuidando ancianos. Empec¨¦ enseguida. No hablaba nada de castellano y los ancianos me preguntaban y me preguntaban, y a m¨ª me daba una rabia... Pero as¨ª aprend¨ª deprisa", recuerda.
Gracias a ese contrato, consigui¨® sus papeles de residencia. Su marido ha tenido menos suerte. "Un taller de coches le ha cogido para trabajar, pero como no tiene papeles...", se lamenta. Sin embargo, ni siquiera eso es capaz de borrarle a esta mujer rumana la sonrisa de la cara.
Ella se encuentra feliz en la localidad vizca¨ªna y no lo oculta. "Estoy content¨ªsima. Hay personas que me miran extra?adas cuando digo que de Rumania s¨®lo echo de menos a mi familia y que el d¨ªa que mis padres y mi hijo est¨¦n aqu¨ª, ya no tendr¨¦ ning¨²n motivo para regresar all¨ª". Lo que m¨¢s destaca de los vascos es "la bondad de la gente". "No s¨¦ si los rumanos ser¨ªan capaces de acoger a alguien en mi pa¨ªs como me han acogido a m¨ª aqu¨ª", apostilla.
Tampoco dice haberse sentido discriminada en ning¨²n momento por su origen extranjero y es incapaz de nombrar un solo hecho negativo de su estancia de tres a?os en Gernika: "Ha sido muy bueno todo", afirma.
En dicha localidad vizca¨ªna, asegura, reside un buen n¨²mero de compatriotas suyos. Se llaman unos a otros, cont¨¢ndose lo "bien que se vive aqu¨ª". "Yo s¨®lo he tra¨ªdo a mi hermano. No quiero traer a m¨¢s gente, porque luego tienes que responsabilizarte de buscarles una casa, un empleo, y yo ya tengo mucha responsabilidad con mi propia familia", explica.
Se queja, eso s¨ª, de la mala fama que algunos de sus compatriotas hacen recaer sobre el conjunto de los rumanos. "S¨ª hay rumanos que emigran para delinquir, pero en todo el mundo hay gente buena y gente mala y no se puede generalizar. La mayor¨ªa de los rumanos han venido a este pa¨ªs para trabajar y salir adelante", afirma. Como ella y su marido, que ya ven en las calles de Gernika su futuro y en el peque?o Ibai, al m¨¢s vasco de todos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.