Born 'dead'
Casi 100 a?os vivi¨® el mercado en el Born, y con su vida vivi¨® la Ribera. Con su marcha, los vecinos de Barcelona decidieron conservarlo con la esperanza de recuperarlo para la vida urbana. Durante 25 a?os, el Born esper¨® convertido en plaza cubierta, cobijando alguna feria, concierto popular o encuentro. Algunos se interesaron por devolverle vida estable: El FNAC ide¨® una librer¨ªa; la UPF, un espacio de estudio y actividades universitarias. La multinacional desisti¨® por dificultades de adaptaci¨®n a su estrategia comercial; y la facultad, despu¨¦s de sondeos arqueol¨®gicos, intuy¨® el conflicto con las ruinas y tambi¨¦n abandon¨®.
En 1998 se decidi¨® convertirlo en biblioteca p¨²blica, financiada por la Administraci¨®n central. Un equipamiento abierto a la ciudad y a los ciudadanos, proyectado para ofrecer conocimiento e informaci¨®n, para potenciar las relaciones y el aprendizaje de las personas y entre las personas que no tienen un acceso f¨¢cil a las bibliotecas universitarias o especializadas.
Si se trata de encontrar f¨®rmulas que recuerden la opresi¨®n; la sacralizaci¨®n de las ruinas no es la mejor opci¨®n
Cuesta creer que el resultado de un proceso de tantos a?os sea convertir el Born en el sarc¨®fago de las ruinas
Las ruinas ya se conoc¨ªan: su trazado, por la documentaci¨®n historiogr¨¢fica; su estado de conservaci¨®n, por las prospecciones de la UPF y por la proximidad de otras cercanas ya documentadas y posteriormente destruidas al construir el aparcamiento subterr¨¢neo de la calle del Comer?. Que la aparici¨®n de las ruinas no supuso sorpresa lo prueba el hecho de que el proyecto de la biblioteca inclu¨ªa un convenio seg¨²n el cual el Ministerio financiaba los trabajos de excavaci¨®n arqueol¨®gica y su posterior documentaci¨®n gr¨¢fica, y que las m¨¢s significativas deber¨ªan coexistir en el interior de la futura biblioteca.
En 2002 una campa?a medi¨¢tica llev¨® a desistir del proyecto inicial de biblioteca. El Ministerio acept¨® estudiar una alternativa de biblioteca m¨¢s reducida, compatible con el mantenimiento de las ruinas. Esta opci¨®n tampoco fue aceptada. La campa?a continu¨®, con historiadores convertidos en especialistas de bibliotecas; arquitectos aprendices de arque¨®logos; periodistas transformados en bibliotecarios y arque¨®logos al tiempo; y pol¨ªticos prestos a fotografiarse sobre las ruinas de la represi¨®n. Todos negaron la riqueza de la nueva situaci¨®n y la compatibilidad entre ruinas y biblioteca; entre historia y utilidad p¨²blica.
Despu¨¦s de un periodo de silencio, los mismos sectores que hab¨ªan negado la biblioteca avanzaron una propuesta en la que se utilizaba el recurso de la historia en un doble sentido: las ruinas justificaban un museo y el antiguo uso del mercado permit¨ªa plantear un aprovechamiento comercial. No parec¨ªa f¨¢cil justificar el inter¨¦s p¨²blico de este ¨²ltimo aspecto, ya que la actividad comercial resulta redundante en un barrio de la Ribera, convertido en aparador de tiendas de moda y restauraci¨®n. Insistir en el monocultivo comercial no se confirm¨®, pues, como la mejor de las propuestas.
En 2004 el Instituto de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona auspici¨® otra propuesta de Centro Cultural en la que parec¨ªa solucionarse por fin el dilema. En la memoria del documento presentado se avanzaba un equipamiento dirigido a conocer el pasado, entender el presente y construir el futuro. Esta superposici¨®n de objetivos permiti¨® albergar esperanzas de que por fin entrar¨ªan en valor la utilidad p¨²blica y el servicio cultural a los ciudadanos. Sobre esta base se redact¨® un nuevo proyecto arquitect¨®nico, se aprob¨® en el Ayuntamiento y se consign¨® el presupuesto. Y as¨ª se empez¨® su construcci¨®n.
Hoy, en el Born vuelve a sonar la canci¨®n monocorde que en su d¨ªa descalific¨® la biblioteca y ahora el Centro Cultural. Seg¨²n parece, el Born se convertir¨¢ en la cubierta de lujo de las ruinas y s¨®lo este destino justificar¨¢ su existencia. Llegados a este punto, cabe el derecho a se?alar:
1. El Born nunca escondi¨® un tesoro arqueol¨®gico. Las ruinas, cimientos similares a los de los actuales edificios de la Ribera, fueron en buena parte destruidas hace algunos a?os para la construcci¨®n del aparcamiento de la calle del Comer?; tambi¨¦n lo han sido para la construcci¨®n del inmueble residencial entre la calle Comercial y el paseo de Picasso. Parece dif¨ªcil justificar su valor como yacimiento, aunque s¨ª hay que otorgarles la cualidad de ilustrar cu¨¢l hab¨ªa sido la estructura de parte del barrio de la Ribera, convirti¨¦ndose en un legado de importancia para la memoria hist¨®rica del pa¨ªs. Y este car¨¢cter, que ultrapasa lo estrictamente arqueol¨®gico, facilita su compatibilidad con otras propuestas de utilidad p¨²blica en el mismo espacio del Born.
2. Si se trata de encontrar f¨®rmulas que recuerden la opresi¨®n padecida ayer, tampoco la sacralizaci¨®n de las ruinas es la mejor opci¨®n. Si se rememora la destrucci¨®n de 1714 perpetuando sus efectos, no se honra a los que la padecieron, sino a los que la ocasionaron. Por ejemplo, en la plaza del Fossar de les Moreres se vive, se discute sobre el recuerdo; en las casas vietnamitas, la poblaci¨®n convirti¨® las vainas de las bombas norteamericanas en floreros, y Guernica se convirti¨® en un cuadro. Los pueblos que han sufrido agresiones reaccionan con voluntad de revitalizar los espacios destrozados, y la mejor manera de contradecir la opresi¨®n es a?adir vida y utilidad colectiva a los restos de la destrucci¨®n.
3. El Born y la poblaci¨®n no se merecen este final. Cuesta creer que el resultado de un proceso de tantos a?os, con un gasto de miles de millones de las antiguas pesetas, sea convertir el Born en el sarc¨®fago de las ruinas. Se podr¨¢ discutir sobre el peso y caracter¨ªsticas de la actividad que deba convivir con ellas, pero el Born sin esa actividad estar¨¢ muerto, y con su muerte arrastrar¨¢ la de las ruinas. Ambos morir¨¢n de aburrimiento e inutilidad.
Quiz¨¢ dentro de unos a?os, cuando la Ribera deje de ser dominio de los chicos y chicas con look de Jordi Labanda; cuando la calle de la Princesa no sea ya una muralla virtual con otros barrios vivos y necesitados de di¨¢logo; cuando resulte ineludible la mezcla; cuando Isabel, nacida en Sabadell, ense?e danza; cuando el historiador Josep, nacido en Matar¨®, nos interprete la historia; cuando Badia, nacida en Larache, nos cuente sus fabulaciones; cuando Irma, nacida en Ecuador, quiera leer a Pla..., entonces alg¨²n representante de la cultura municipal descubra que las ruinas no son incompatibles con la vida. Pero, de momento el Born renacer¨¢ muerto.
Rafael C¨¢ceres es arquitecto coautor del Proyecto del Born.
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