Ocho bolsas de plasma con EPO
El an¨¢lisis de las pruebas de la Operaci¨®n Puerto revela sustancias dopantes en la sangre requisada a Eufemiano Fuentes
Los deportistas que recurr¨ªan a los servicios del grupo de Eufemiano Fuentes no s¨®lo se dopaban antes de proceder a las extracciones de sangre sino que, adem¨¢s, no eran capaces de controlar las dosis y la duraci¨®n en su organismo de las sustancias prohibidas que tomaban.
As¨ª se desprende de los resultados de los an¨¢lisis a que han sido sometidas en el laboratorio antidopaje del IMIM de Barcelona, a petici¨®n judicial, las bolsas de plasma halladas en las neveras de los pisos registrados durante la Operaci¨®n Puerto en mayo pasado. Pese a que el juez envi¨® 99 bolsas para el an¨¢lisis, s¨®lo se han examinado las m¨¢s sospechosas, y en ocho de ellas, seg¨²n consta en el informe que obra en poder del juez, se encontraron elevadas cantidades de EPO recombinante. En el informe no figura la identificaci¨®n de los deportistas a quienes corresponde el plasma, detalle que no es fundamental en el caso, sino s¨®lo los n¨²meros y los c¨®digos con que los se?alaba Eufemiano Fuentes.
Los deportistas segu¨ªan un tratamiento de EPO antes de proceder a la extracci¨®n de sangre
Los an¨¢lisis se efectuaron en el laboratorio antidopaje de Barcelona, homologado por la AMA
Como el laboratorio s¨®lo analiz¨® aquellas bolsas que ofrec¨ªan par¨¢metros m¨¢s sospechosos, no se descarta que si el juez ordena analizar m¨¢s, se encuentren m¨¢s resultados positivos.
El juez Antonio Serrano, del 31 de la plaza de Castilla, instruye en la actualidad un sumario por presunto delito contra la salud p¨²blica por el que est¨¢n imputadas ocho personas: los m¨¦dicos Eufemiano y Yolanda Fuentes y Alfredo C¨®rdova, el hemat¨®logo Jos¨¦ Luis Merino Batres, los directores deportivos Manolo Saiz, Vicente Belda e Ignacio Labarta, y el ex ciclista Alberto Le¨®n. Todos ellos, seg¨²n las investigaciones de la Guardia Civil, formaban una trama de dopaje de la que se beneficiaban, al menos, 58 ciclistas. Su especialidad consist¨ªa en las transfusiones de sangre, indetectables.
Semanas antes de las competiciones, a los deportistas se les extra¨ªa sangre, que inmediatamente era centrifugada para proceder a la separaci¨®n entre los gl¨®bulos rojos, concentrado de hemat¨ªes, y plasma. Ambos productos se conservaban congelados y refrigerados. Llegada la competici¨®n, el deportista se reinyectaba el concentrado de gl¨®bulos rojos, con lo que autom¨¢ticamente aumentaban su hematocrito y hemoglobina, y con ellos su capacidad de transporte de ox¨ªgeno, par¨¢metro fundamental en los deportes de resistencia. El plasma se conservaba por si era necesario "aligerar" la sangre, es decir, por si tras una reinfusi¨®n el hematocrito se elevaba peligrosamente y era necesario aumentar el volumen sangu¨ªneo.
A diferencia de los concentrados de hemat¨ªes, con una vida media limitada incluso si se conservan congelados, el plasma no tiene fecha de caducidad, por lo que los acusados conservaban bolsas extra¨ªdas hace varios a?os.
La manera m¨¢s directa para probar un delito contra la salud -suponiendo que la extracci¨®n, conservaci¨®n y reinfusi¨®n de sangre en las condiciones en que se practicaba no lo fuera- era demostrar que hab¨ªa habido una manipulaci¨®n previa o posterior a la extracci¨®n y, sobre todo, que los m¨¦dicos no fueran capaces de prever las consecuencias para el organismo de las sustancias que ordenaban ingerir. Por eso el juez pidi¨® que se analizara el plasma y no los concentrados de gl¨®bulos rojos, ya que los restos de EPO ex¨®gena, por ejemplo, se quedan en el l¨ªquido y no se habr¨ªan encontrado en los gl¨®bulos. La t¨¦cnica de detecci¨®n de EPO en plasma es m¨¢s complicada que la habitual, que se practica en la orina de los deportistas, y no todos los laboratorios est¨¢n preparados para efectuarla.
La pr¨¢ctica de la transfusi¨®n con fines dopantes se inicia habitualmente con un tratamiento de EPO para que aumente el hematocrito del deportista. Unos d¨ªas despu¨¦s, cuando se cree que el organismo ha eliminado la EPO, se procede a la extracci¨®n. Y dado que el deportista llega con los valores altos tras la toma de EPO, no hay temor a que se produzca una anemia u otra enfermedad que impida que se siga entrenando.
Los especialistas sostienen que los m¨¦dicos que practicaban las transfusiones deb¨ªan extremar el cuidado para evitar que quedaran restos de EPO, sobre todo, pero tambi¨¦n de hormona del crecimiento o de otros productos dopantes, en el plasma, ya que la posterior reinfusi¨®n de ¨¦ste pod¨ªa provocar un inesperado control positivo.
As¨ª, el hecho de que, pese a extremar las precauciones, el laboratorio antidopaje de Barcelona, homologado por el Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI) y la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), hallara restos de EPO ex¨®gena en ocho muestras puede dar a entender que los que organizaban el dopaje no ten¨ªan un absoluto control sobre el efecto en el organismo de las sustancias que recetaban. La detecci¨®n, adem¨¢s, puede servir para desbaratar otro de los argumentos de la defensa, que es el de que se conservaba la sangre de los deportistas por motivos necesarios, por si era necesarios tenerla a mano en caso de necesidad.
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