Estilo y talento
Para muchos, todav¨ªa, Silvina Ocampo (1903-1993) no es sino el personaje con nombre de seud¨®nimo al que Borges le dedica su cuento genial 'Pierre Menard, autor del Quijote'. Los lectores m¨¢s ense?ados saben, en cambio, que Silvina form¨® parte, junto a su hermana Victoria, su esposo Bioy Casares y Borges de un cen¨¢culo literario, del que fue musa y agitadora, que se reun¨ªa en San Isidro y que encendi¨® la mecha de la literatura argentina contempor¨¢nea e inaugur¨® la modernidad en el Buenos Aires cosmopolita de Sur en los cuarenta y los cincuenta, tras estancias en Par¨ªs, vida social y clases de pintura con De Chirico. Silvina fue a su modo como Virginia Woolf en Bloomsbury, oficiando las ceremonias del intelecto, espoleando sin descanso la imaginaci¨®n junto a Bioy y a Borges en el papel, si se quiere, de Edward Forster y Lytton Strachey. De sus l¨²dicas y perversas reuniones literarias surgieron felices monstruos narrativos como 'Pierre Menard, autor del Quijote' o 'Tl?n, Uqbar, Orbis Tertius', de Borges, o fant¨¢sticos relatos como los urdidos por Bioy y por la propia Silvina, que junto al autor de Ficciones escribieron la impagable Antolog¨ªa de la literatura fant¨¢stica (1940). Escribi¨® teatro y poes¨ªa, pero su talento eligi¨® apoderarse de la narrativa fant¨¢stica, entre el irracionalismo m¨¢gico y el desasosiego nacido de miedos ancestrales y cotidianos enigmas elevados por la imaginaci¨®n a la categor¨ªa de fantas¨ªa. Los cuentos y las dos nouvelles reunidas en el volumen que nos ocupa, 'El vidente' y 'Lo mejor de la familia', se escoran, efectivamente, hacia la literatura fant¨¢stica, nacida de la realidad precisamente para cuestionarla. La anglofilia del grupo trajo consigo la aclimataci¨®n en nuestra lengua de la tradici¨®n g¨®tica, acompa?ada de su s¨¦quito de maldiciones, fantasmas, s¨ªmbolos y leyendas que atentan a un tiempo contra la l¨®gica y contra la moralidad.
LAS REPETICIONES Y OTROS CUENTOS IN?DITOS
Silvina Ocampo
Lumen. Barcelona, 2006
286 p¨¢ginas. 21 euros
A algunos lectores de estos
textos de Ocampo les vendr¨¢ a la memoria la atm¨®sfera inquietante que recorre los relatos de M. R. James o de Arthur Machen, y los ambientes del goticismo m¨¢s cl¨¢sico. Sin embargo, sus relatos, aplaudidos con entusiasmo por Calvino, se nutren al mismo tiempo del romanticismo epigonal que parec¨ªa no acabar nunca, y que presta marcos legendarios (lecturas de B¨¦cquer y Espronceda se asoman a estos textos con sus maleficios, videntes y muertos vueltos a la vida), perspectivas ins¨®litas ('Las metamorfosis' o 'Las nuevas leyes de la perspectiva'), historias libertinas ('Lo mejor de la familia'), la fecunda tradici¨®n de la literatura fe¨¦rica (que le abre las puertas a la perversa inocencia de la infancia, ilustrada en el espl¨¦ndido relato 'Las repeticiones', o descubre, en ocasiones de la mano de un humor sutil, la fantas¨ªa simb¨®lica de lo cotidiano, como en 'La mujer inm¨®vil', 'Las predicciones' o 'Cedro'), y un tratamiento de la pasi¨®n amorosa que no disimula su complacencia por lo demoniaco, por lo turbio o lo soterrado ('Albo Zo?nak'). Todorov escribi¨® que "la vacilaci¨®n del lector es la primera condici¨®n de lo fant¨¢stico" (Introducci¨®n a la literatura fant¨¢stica, 1980), y los narradores de Ocampo fuerzan la vacilaci¨®n del lector porque lo empujan al abismo de la incertidumbre, de las oscuras invenciones del recuerdo, de la inverosimilitud veros¨ªmil, de las rarezas encumbradas por el surrealismo que respir¨® en Par¨ªs: "no creo que existan palabras para describir lo que vieron", "hab¨ªa como una brujer¨ªa en todo esto". Una imaginaci¨®n desbordada, su sutileza de encajera y las obsesiones por la infancia, la naturaleza, la muerte y el amor dominadas por un conocimiento envidiable de la tradici¨®n literaria, con la que disfruta jugando, son virtudes m¨¢s que suficientes para complacer al lector de Las repeticiones y otros cuentos in¨¦ditos. Pero tal vez el principal valor de esta cuidada edici¨®n resida en su propia publicaci¨®n, esto es, en la recuperaci¨®n para el lector de Silvina Ocampo, la autora de los relatos de Autobiograf¨ªa de Irene (1948) que, en el prefacio a sus Cuentos completos, confiesa haber escrito durante a?os a escondidas de la luz p¨²blica, como si el misterio de sus relatos se hubiese extendido a su vida.
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