'Cafuringa' acaba con su angustia
Wilmer Gonzaga, de Ecuador, consigue legalizar su situaci¨®n tras vivir 'sin papeles' durante cuatro a?os y medio en Hernani
"Mi ¨²nico delito fue marcharme de Ecuador para no morirme de hambre. No quer¨ªa que mis hijos fuesen unos ladrones y mis hijas, unas prostitutas". Fue el 26 de marzo de 2002 cuando Wilmer Gonzaga abandon¨® Santo Domingo de los Colorados, en la provincia de Pichincha, para volver a abrazar a su esposa, Ghislaine Proa?o, que un a?o antes hizo el mismo trayecto para instalarse en San Sebasti¨¢n.
Hasta hace dos meses, durante cuatro a?os y medio, Wilmer ha vivido en la clandestinidad, oculto, invisible, en situaci¨®n irregular. "Me daba mucho miedo salir de casa. Me atacaron los nervios y entr¨¦ en una depresi¨®n. Llegu¨¦ a tener malos pensamientos", afirma ahora que ya le han concedido la tarjeta de residencia por arraigo social, una autorizaci¨®n recogida en la ley de Extranjer¨ªa y reservada para quienes pueden demostrar que llevan m¨¢s de tres a?os en Espa?a, tienen trabajo y v¨ªnculos familiares.
Wilmer vive feliz con Ghislaine y sus cinco hijos -M? Bel¨¦n, Wilmer Isa¨ª, Sahid, Shyrley y Maira- en Hernani. "Ha merecido la pena emigrar y pasar tantas contrariedades", asegura Wilmer, a quien en su pa¨ªs le apodaban Cafuringa, por su parecido con el menudo ex futbolista brasile?o. Su peripecia vital comenz¨® el d¨ªa que sali¨® de Ecuador acompa?ado de su hija mayor y con 3.000 d¨®lares en el bolsillo que recibi¨® de un prestamista. Dej¨® all¨ª a otros cuatro reto?os, con quienes no pudo reencontrarse hasta un a?o despu¨¦s, el 6 de febrero de 2003. Desde su llegada, Wilmer s¨®lo ha trabajado periodos muy cortos: "Me encerr¨¦ en casa, que acab¨® siendo una c¨¢rcel". La familia ha sobrevivido todo este tiempo con el salario de Ghislaine, quien conserva el empleo que logr¨® a los 15 d¨ªas de llegar aqu¨ª en 2001. Con su sueldo y los alimentos y la ropa que reciben de la Cruz Roja, C¨¢ritas, la ONG Adra, la Iglesia Evang¨¦lica de Hernani y el Ayuntamiento de esta localidad han conseguido que a sus hijos "nunca les faltara comida ni estudios". Adra les dio en 2003 un anticipo de 3.000 euros para costear el viaje de sus cuatro hijos menores, y a¨²n sigue devolviendo esa cantidad a plazos.
Wilmer y su familia s¨®lo tienen palabras de agradecimiento "para todo el mundo", porque "nadie nos cerr¨® la puerta. Nunca nos sentimos marginados". Est¨¢n especialmente agradecidos a la asistenta social de Hernani y los abogados del servicio jur¨ªdico-social Heldu del Gobierno, sin cuya colaboraci¨®n hubiera sido "imposible" que Wilmer tuviese hoy los papeles en regla.
Cuando Cafuringa decidi¨® irse de Ecuador, ten¨ªa previsto dedicarse aqu¨ª a "lustrar zapatos" o a la "venta ambulante de peri¨®dicos", dos profesiones extintas en Euskadi. La realidad abort¨® todos sus planes. Hoy, reconoce, su futuro laboral tiene que ir por otros derroteros. Y en ello est¨¢: "Dispuesto a trabajar en lo que sea".
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