La costumbre de escribir
Dice Ra¨²l Guerra Garrido (Madrid, 1935) que escribe "para vivir y para sobrevivir". Se dir¨ªa que escribir es para ¨¦l algo muy parecido a respirar, una necesidad vital y, al mismo tiempo, un refugio seguro (el ¨²nico tal vez) contra el mal de vivir. Guerra Garrido ha sido durante varias d¨¦cadas una de las escasas referencias literarias de un mundo (el del Pa¨ªs Vasco) escasamente reflejado al margen del costumbrismo m¨¢s castizo. Un mundo con esquinas, espinoso, dif¨ªcil, con una realidad muy poco complaciente y por eso sesgada, edulcorada, casi siempre embozada o convertida en un escenario buc¨®lico. Desde el mismo coraz¨®n de este mundo, desde su casa de San Sebasti¨¢n, el escritor (madrile?o y leon¨¦s al mismo tiempo, es decir, un perfecto mestizo) nos ha ofrecido una soberbia galer¨ªa de paisajes con figuras reales, dif¨ªciles de olvidar, como la de Lizarraga, el industrial que emprende la lectura de El capital durante su secuestro.
Nadie que no fuera ¨¦l hubiese osado en los a?os setenta escribir un libro como Lectura ins¨®lita de El capital (protagonizado por un industrial secuestrado por ETA), con el que en 1976 obtuvo el Premio Nadal de novela. Los sucesos ins¨®litos hab¨ªan comenzado, sin embargo, a?os antes, cuando Camilo Jos¨¦ Cela acept¨® publicar en Alfaguara, en 1969, una novela de contundente t¨ªtulo, Cacere?o, y tema poco menos que intratable: el de la emigraci¨®n en el Pa¨ªs Vasco. Vivir para contarlo, dir¨ªa Garc¨ªa M¨¢rquez. Venir, dir¨ªa Guerra Garrido, para contarlo todo en una espl¨¦ndida y valiente novela.
Vocaci¨®n
Escribir como ant¨ªdoto de todos los venenos. El escritor conoce, como buen farmac¨¦utico, la qu¨ªmica sutil de los compuestos y de las palabras. Ni siquiera el incendio provocado de su farmacia en julio de 2001 le apart¨® de la escritura y de su casa de San Sebasti¨¢n.
La escritura o la vida, ¨¦se es el lema, aunque uno tenga que escribir bajo la sombra de las amenazas. Guerra Garrido es un se?or que escribe, un escritor que escribe, nada menos. Una enorme vocaci¨®n literaria mantenida contra viento y marea.
Muchos libros. G¨¦neros entreverados y textos inclasificables, como el reciente Cuaderno secreto, mezcla de novela, diario y libro de viajes, en donde se tributa un homenaje al abuelo boticario de Cacabelos. Hay muchas m¨¢s novelas, alegatos contra la violencia como Tantos inocentes (1997) o Miento (2001). Espl¨¦ndidos libros de viajes como Castilla en Canal (1999) o retratos urbanos pintados de memoria como el imprescindible La Gran V¨ªa es Nueva York. Guerra Garrido, afortunadamente, ha sido siempre un hombre de costumbres. La de escribir no la ha perdido nunca, y es muy poco probable que la pierda.
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