?C¨®mo vuelvo a casa?
La noche de Madrid se mueve, pero ?c¨®mo nos movemos luego a casa? Los habitantes de la ciudad nocturna, los insaciables consumidores de cubatas o simplemente a quienes les gusta salir al cine, a cenar o a un concierto los fines de semana, sufren un grave problema de movilidad.
Est¨¢ claro que el coche no es la forma m¨¢s ¨²til de desplazarse a las zonas de marcha. Los atascos son frecuentes, los parkings encienden sus demoledores cartelitos rojos de completo a partir de las diez y media y en la calle gran parte de las aceras y todo el carril bus est¨¢ ya ocupado. Todo ello a?adido a la incompatibilidad del alcohol con la conducci¨®n. La DGT nos recomienda que, entre el grupo de amigos, siempre haya uno que no beba para poder llevar a los dem¨¢s colegas a casa. Un sacrificado al que no s¨®lo le resbalar¨¢n las gracias de sus amigos exaltados por el vino de la cena, al que no s¨®lo le parecer¨¢n la mitad de guapas las chicas del garito, sino quien, de madrugada, tendr¨¢ que hacer alrededor de sesenta kil¨®metros dejando a los compa?eros en sus casas como si fuera el lechero.
Si no se puede conducir y beber, ?por qu¨¦ no abre el metro toda la noche?
Hoy no es extra?o que en un grupo de cuatro amigos uno viva en Villaviciosa, otro en Las Matas, el tercero en Sanchinarro y el cuarto en Atocha. El sistema de ch¨®fer de compa?eros con un par de copas no s¨®lo implica quedarse al margen de su mundo de risas y abrazos, sino acabar la noche una hora y media antes de lo previsto, porque los puntos de entrega normalmente estar¨¢n muy separados y porque un s¨¢bado a las tres de la ma?ana en la Castellana hay tr¨¢fico lento con paradas intermitentes.
Es obvio que no se debe conducir bebido (aunque la tasa de alcohol permitido es baj¨ªsima), pero entonces ?por qu¨¦ no est¨¢ abierto el metro toda la noche? En teor¨ªa, el Ayuntamiento se preocupa de la seguridad de los ciudadanos, de los j¨®venes al volante especialmente, sin embargo, les corta el grifo de los trenes subterr¨¢neos a las dos de la madrugada, a la hora a la que muchos chavales est¨¢n todav¨ªa amontonando los abrigos sobre la m¨¢quina de tabaco del primer bar.
Los autobuses nocturnos tampoco resultan una alternativa pr¨¢ctica. Los b¨²hos son escasos y adem¨¢s su trayecto zigzaguea m¨¢s de lo que lo har¨ªan muchos de sus pasajeros si regresasen a casa andando bajo los efectos del alcohol. Los recorridos son largos y tortuosos, minados de paradas. El pasajero, amortajado por el sue?o, el Brugal y por el resto de los viajeros que le estampan contra la ventanilla helada, sue?a de pie con so?ar.
El taxi era la cuarta v¨ªa. Algo cara para los estudiantes, un lujo incluso para muchos j¨®venes mileuristas, pero muchas veces merec¨ªa la pena buscar en el horizonte una lucecita verde. Sin embargo, a partir de ahora los taxis nocturnos de fin de semana no s¨®lo van a ser un dispendio, sino toda un excentricidad. Gallard¨®n, al tanto de que a ciertas horas de la madrugada hay cientos de personas buscando un taxi y s¨®lo un tercio de los coches con banda roja en circulaci¨®n, ha decidido motivar a los taxistas permiti¨¦ndoles subir un 65% sus tarifas. Antes incluso de fin del a?o, los s¨¢bados, domingos y festivos, de diez a seis de la ma?ana, la bajada de bandera pasar¨¢ a costar de 1,75 a 2,90 euros.
Pero ?es justo que los usuarios paguen el plus de nocturnidad de los taxistas y su falta de est¨ªmulo laboral? Si un servicio p¨²blico es escaso y deficitario en ciertos momentos del fin de semana, como est¨¢ ocurriendo, ?no tendr¨ªa que ser el Ayuntamiento quien corriera con los gastos para que su funcionamiento fuera ¨®ptimo? El Ayuntamiento se defiende diciendo que s¨®lo puede interferir en el horario de trabajo de los taxistas en "circunstancias excepcionales" y no considera como tal que "el pueblo de Madrid salga de copas los fines de semana", seg¨²n las palabras de Fernando Autr¨¢n, coordinador general de Servicios de la Comunidad. Sin embargo, el simple hecho de que no haya suficientes taxis los s¨¢bados y los domingos por la noche ya deber¨ªa ser considerado un hecho an¨®malo.
Los j¨®venes, al ser los inquilinos mayoritarios de la noche y uno de los colectivos m¨¢s vulnerables econ¨®micamente, van a ser los principales damnificados por esta medida. Ni tu propio coche, ni el metro, ni el infernal autob¨²s nocturno, ni el taxi de lujo... Si hasta el momento asombraba lo tarde que llegaban los j¨®venes a casa, ahora, en cambio, va a ser comprensible que no vuelvan m¨¢s.
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