Hait¨ª y la comunidad internacional de donantes
La Conferencia de Donantes para Hait¨ª que se re¨²ne hoy en Madrid ser¨¢ decisiva para el futuro de ese pa¨ªs y pondr¨¢ a prueba la capacidad de la cooperaci¨®n internacional para enfrentar los problemas de los Estados denominados "fr¨¢giles". A la vez, el nuevo Gobierno haitiano tiene la oportunidad de definir sus prioridades y Naciones Unidas de probar la efectividad de su misi¨®n. Ante un pa¨ªs desestructurado, pobre, desigual y en el que surgen nuevas formas de violencia pol¨ªtica y criminal, el tiempo corre m¨¢s r¨¢pido que las negociaciones entre esos tres actores.
El mayor desaf¨ªo es dar respuestas a la sociedad haitiana que espera desesperadamente una mejora visible y en el corto plazo en dos campos: seguridad y empleo. Hait¨ª es el pa¨ªs m¨¢s corrupto del mundo, y el nivel de inseguridad y violencia ha alcanzado inclusive a las fuerzas de la Misi¨®n de Naciones Unidas (Minustah), con la muerte de dos cascos azules hace pocos d¨ªas.
La elecci¨®n del presidente Ren¨¦ Pr¨¦val el 7 de febrero de 2006 ha supuesto cierta estabilidad. En diciembre habr¨¢ elecciones municipales y se completar¨¢ la Asamblea General. Pr¨¦val gobierna en coalici¨®n, y si bien tiene respaldo de la poblaci¨®n y la comunidad internacional se trata de una gobernabilidad sostenida sobre bases muy d¨¦biles. Este Gobierno precisa fortalecerse, y para ello tiene que mostrar logros. La comunidad internacional puede ayudar de forma directa, involucrando a la oposici¨®n, a grupos pro-Ar¨ªstide que ahora dividen al pa¨ªs, y no s¨®lo apoyando el partido o alianza en poder. Tambi¨¦n contribuyendo con ayuda en proyectos de corto y medio plazo que generen empleo intensivo de forma inmediata.
La inseguridad perdura y contin¨²an los secuestros, asesinatos y violencia. Esto le quitar¨¢ legitimidad muy pronto al Gobierno. El surgimiento de bandas armadas pol¨ªticas y criminales que incorporan crecientemente a gente joven sin trabajo ni opciones es una de las cuestiones m¨¢s graves. El pa¨ªs tiene 8,5 millones de habitantes, y cuatro de cada diez son menores de catorce a?os. Las estad¨ªsticas demuestran avances hacia un entorno m¨¢s seguro pero la situaci¨®n en muchas zonas de Hait¨ª indica lo contrario.
El n¨²mero y capacidad de las armas es alarmante: las bandas armadas usan entre 6.000 y 13.000 de diversos calibres. Eso s¨®lo representa una fracci¨®n de las 210.000 armas estimadas en el pa¨ªs. El fen¨®meno de la accesibilidad a las armas es mayor y se ha acelerado en los dos ¨²ltimos a?os. La ONU tiene un programa para dar algo de dinero a cambio de las armas que se le entreguen y participaci¨®n en el programa de reinserci¨®n, pero un pu?ado de d¨®lares no otorga la seguridad, y el medio de vida, que da una ametralladora frente al desempleo y la desconfianza social. De ah¨ª que el n¨²mero de armas entregadas sea muy bajo.
En los dos a?os de gobierno interino y de misi¨®n de la ONU no se ha respondido coherentemente a la violencia creciente. La criminalidad ha ido extendi¨¦ndose entre organizaciones con fondo y motivo pol¨ªticos, tales como grupos pro-Ar¨ªstide que desean su vuelta al igual que entre bandas armadas que han aprovechado el vac¨ªo de poder para prosperar. La violencia se ha arraigado, no s¨®lo por reivindicaciones pol¨ªticas ignoradas sino tambi¨¦n por actividades criminales que crecen ante la ausencia del Estado y la falta de desarrollo socioecon¨®mico. Sin educaci¨®n y empleo para una poblaci¨®n muy joven, las bandas armadas son casi la ¨²nica salida.
Estas bandas ocupan un espacio social y econ¨®mico en los barrios, y est¨¢n muy presentes en la vida diaria: proporcionan ciertos servicios para necesidades a las cuales el Estado ausente no responde, como, por ejemplo, protecci¨®n, y llegan hasta aplicar cierto tipo de justicia dentro del barrio. Esos casos demuestran que se han estructurado especies de microsociedades dentro de los barrios de chabolas. Este fen¨®meno de organizaciones no estatales armadas sustituyendo al Estado ha prosperado en otros espacios, como Palestina, L¨ªbano e Irak. Una vez establecida la tendencia es dif¨ªcil volver atr¨¢s.
La misi¨®n de Naciones Unidas tiene desde 2004 la responsabilidad de establecer un entorno seguro y estable, lo que incluye asistir al Gobierno con programas de desarme, desmovilizaci¨®n y reconciliaci¨®n y reestablecer el Estado de derecho. Por otro lado, Minustah tiene el mandato de asistir al Gobierno en el proceso pol¨ªtico y promover y proteger derechos humanos.
La situaci¨®n de conflicto armado peculiar de Hait¨ª se caracteriza por la ausencia de acuerdo de paz entre partidos armados y el Gobierno, ausencia de bandas identificadas con reivindicaciones claras (pol¨ªticas, territoriales, entre otras), variedades de actores violentos, y politizaci¨®n y divisi¨®n de los grupos. Minustah ha tenido que cambiar su enfoque y ahora orienta su esfuerzo en una estrategia de reducci¨®n de la violencia basada en el acercamiento a las comunidades, la prevenci¨®n de conflictos locales desde centros situados en lugares conflictivos para facilitar la mediaci¨®n y dar alternativas.
La seguridad es fundamental para todos los actores sociales y pol¨ªticos en Hait¨ª, y clave para su recuperaci¨®n. La Conferencia de Donantes deber¨ªa, entre otras cosas, financiar o aumentar la financiaci¨®n de programas que permitan: promover la coordinaci¨®n entre Minustah y la polic¨ªa haitiana para vigilar y controlar las fronteras y el tr¨¢fico de armas, y para contar con un registro de armamento; ampliar programas y actividades de prevenci¨®n, reconciliaci¨®n, reflexi¨®n comunitaria sobre las ra¨ªces de la violencia y la crisis del pa¨ªs, y capacitaci¨®n de l¨ªderes y comunidades en resoluci¨®n de conflicto; realizar actividades de prevenci¨®n y reconciliaci¨®n con contrapartes locales que sean aceptadas en los barrios conflictivos.
En definitiva, es preciso vincular programas de desarme, prevenci¨®n de la violencia, reinserci¨®n y reconciliaci¨®n con la creaci¨®n de oportunidades de empleo en proyectos que provea la cooperaci¨®n internacional y gestione el Gobierno, sectores privados y comunidades locales. La otra opci¨®n es el retorno a la crisis y caos social.
Mariano Aguirre es director de paz y seguridad en la Fundaci¨®n para las Relaciones Internacionales y el Di¨¢logo Exterior (FRIDE). Am¨¦lie Gauthier es investigadora sobre Hait¨ª en la misma instituci¨®n.
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