El cine de autor como especie amenazada
Los radicales Bruno Dumont y Lisandro Alonso coinciden en el Festival de Gij¨®n
Estoy por la desaparici¨®n del cine de autor. Me aburre el cine de autor", afirma el cineasta franc¨¦s Bruno Dumont, a pesar de ser uno de los m¨¢s radicales ejemplos de autor¨ªa insobornable en el confuso paisaje del cine contempor¨¢neo. Autor de obras tan alejadas de los par¨¢metros narrativos del cine convencional como L'humanit¨¦ (1999) y la m¨¢s reciente Flandres (2005), Dumont ha sido objeto de una retrospectiva integral de su obra en la presente edici¨®n del Festival de Gij¨®n. El certamen ha publicado, asimismo, el libro Paisaje abstracto con hombre al fondo, de Nando Salv¨¤, concienzudo an¨¢lisis de la obra de Dumont, a¨²n in¨¦dita en las pantallas espa?olas a pesar de su relevancia en el ¨¢mbito europeo.
Dumont: "No estoy dentro de la industria, no quiero hacer algo blando o sin sustancia"
La coincidencia de Dumont en el festival asturiano con otro insular francotirador, el argentino Lisandro Alonso (tambi¨¦n objeto de retrospectiva), invita a reflexionar sobre la vigencia (y las oportunidades de supervivencia) del viejo concepto de cine de autor en un presente marcado por la acelerada emergencia de nuevos formatos y la crisis de un sector que afronta su futuro inmediato con cierta perplejidad. "No estoy dentro de la industria", explica Dumont, "no quiero hacer algo blando o sin sustancia. Los coches que se fabrican hoy en d¨ªa son todos id¨¦nticos. Si un fabricante lanzase algo diferente, recibir¨ªa cr¨ªticas y alabanzas a partes iguales. Y eso es lo que pasa con mi cine. Existe un miedo al riesgo y por eso nadie se atreve a hacer algo distinto".
El cine de Dumont podr¨ªa englobarse dentro de esa categor¨ªa que el director Jes¨²s Franco defin¨ªa con marcada sorna como "cine de paleto lento": historias de expiaci¨®n protagonizadas por actores no profesionales (y de expresi¨®n casi mineral) en ambientes rurales del norte de Francia que parecen reducir a tr¨¢gica insignificancia toda emoci¨®n humana. "Tengo una formaci¨®n filos¨®fica, pero siento la impotencia de los conceptos. Sigo haciendo filosof¨ªa con la ayuda del cine: no con la inteligencia, sino con la sensibilidad. La inteligencia debe reposar sobre la sensibilidad y decir s¨®lo lo que siente. Me gusta jugar con el poder metaf¨®rico de las cosas materiales, de una nube o un paisaje. Mis pel¨ªculas hablan de la vida, la muerte, el dolor y la alegr¨ªa, pero sin ser intelectuales", precisa el director.
En par¨¢metros similares se mueve el cine de Lisandro Alonso, que en pel¨ªculas como La libertad (2001) o Los muertos (2004) ahonda en la interacci¨®n entre el hombre y el paisaje. Sus personajes no hablan (o casi) y su cine parece un arduo viaje a las fuentes de la expresi¨®n pura, casi primitiva: "Si tengo el poder de conseguir una c¨¢mara y un presupuesto m¨ªnimo, me gusta tratar de observar a gente que no es observada. Mirarme a m¨ª mismo frente a ellos, usarlos como espejo para repensar c¨®mo es mi vida en la ciudad. Nunca he querido usar el cine para hacer un gui¨®n ingenioso que demuestre lo listo que soy", subraya Alonso.
Ambos creadores son conscientes de que, en el mercado actual, su modelo cinematogr¨¢fico s¨®lo puede sobrevivir con el apoyo de una pol¨ªtica cultural que lo convierta en especie protegida. Seg¨²n Alonso, "en 10 a?os mi sobrino no podr¨¢ ver otra cosa que pel¨ªculas de Hollywood. Para m¨ª, el hecho de que no pueda ver, por ejemplo, una pel¨ªcula de Bruno Dumont supone que se va a estar perdiendo algo que a m¨ª me parece muy importante. No creo que el cine radical sea el ¨²nico camino v¨¢lido, pero es importante la diversidad".
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