Lo que nos quitaron
El siglo XX nos da su lecci¨®n sobre el progreso: como haber s¨ª que lo hay, si es un bien o no, eso depende. En cualquier caso, todos podemos reconocer que hay ¨¦pocas mejores y peores.
Memorial da liberdade es una tremenda lecci¨®n de historia que estos d¨ªas se nos da en el Auditorio de Galicia de Santiago y que ojal¨¢ viaje por ciudades y villas del pa¨ªs. La lecci¨®n comienza con el despertar que fue la llegada de la Rep¨²blica. Hay veces en que la sociedad madura acumula energ¨ªas y que un cambio pol¨ªtico permite expresar, como en aquella ocasi¨®n en que explotaron las ansias reprimidas de libertad y de mejorar la vida. Eran tantas las ansias reprimidas, era tanta la injusticia y desigualdad, tanta la agenda de reformas que hab¨ªa que afrontar para que pudiese existir la Espa?a real, la de la gente, que result¨® un proceso inmanejable. Los deseos revolucionarios de cambio radical no daban respiro a los gobiernos reformistas, pero, sobre todo, desde el primer momento amenaz¨® la conspiraci¨®n para el golpe de estado y no par¨® hasta conseguirlo.
Pero ah¨ª est¨¢, en esas fotos, en esos papeles, la alegr¨ªa de la gente m¨¢s libre. Ah¨ª est¨¢n posando, no para la historia sino para si mismos, para su presente, las obreras con las banderas de su sindicato, los varones sonrientes y responsables fundando el Partido Galeguista, las escuelas laicas, Clara Campoamor en el congreso defendiendo el voto para las mujeres, la otra mitad de la ciudadan¨ªa ... Ah¨ª est¨¢ en los papeles la campa?a republicana para nuestro Estatuto.
Y luego est¨¢ el gran robo con asesinato. El golpe, los militares en la calle, militares contra los civiles, y los primeros presos y los primeros paseos. Generales y arzobispos brazo en alto en la catedral compostelana, Franco bajo palio precediendo al Sant¨ªsimo... Y ah¨ª est¨¢n las v¨ªctimas, la madre de V¨ªctor Casas que pide ser retratada junto al pino contra el que fusilaron a su hijo, c¨¢scaras del pino fusilado con B¨®veda, el retrato que hizo Camilo D¨ªaz Bali?o de Casal, alcalde, editor de los Seis poemas galegos de Lorca, asesinados editor y poeta la misma noche, tantos kil¨®metros de distancia y la misma madrugada ... Los presos todos, sus cartas, los asesinados, todos los que nos asesinaron. Todo lo que nos robaron est¨¢ ah¨ª, la vida de personas, la libertad, el autogobierno nacional, la ciencia, la cultura...Y lo que nos dieron a cambio: la guerra, los alf¨¦reces provisionales; L¨ªster, vecino nuestro, con las tropas republicanas; los moros de Franco; los campos de concentraci¨®n; el R¨¦gimen de los curas y militares;...
Se cierra la lecci¨®n, el viaje por ese tiempo que es nuestro, con el intento, heroico, de combatir al r¨¦gimen de los militares nacionalistas desde dentro: la guerrilla. Los fusiles de los bandoleros. La bandera, la propaganda, el cu?o del Ej¨¦rcito Guerrillero de Galicia. Las fotos de los guerrilleros m¨¢s buscados. El fusil de Foucellas. Las granadas, la munici¨®n.
Y el exilio, la derrota. El Consello da Galiza en el exilio, nuestro gobierno, en Buenos Aires. Castelao, Ant¨®n Alonso R¨ªos muerto all¨¢, olvidado de nosotros aqu¨ª.
Y la l¨ªnea discontinua, rota, que enlaza a los vencidos con las generaciones de los hijos y aun de los nietos: la lucha por la democracia.
Est¨¢ todo ah¨ª. Y debiera ser conocida por el alumnado de los institutos, por cualquier ciudadano, y obligarnos a hacer preguntas: ?Qu¨¦ sabemos de la historia de nuestra guerrilla contra el fascismo, ya que es nuestra? ?Qu¨¦ sabemos de la existencia, legitimidad y continuidad del Consello da Galiza, la instituci¨®n republicana donde sobrevivi¨® nuestro autogobierno? Y, sobre todo, ?a cu¨¢nto asciende lo que nos robaron?. Las vidas, haciendas y empresas, el conocimiento cient¨ªfico, la libertad, el autogobierno con sus posibilidades para salir del atraso, la cultura c¨ªvica que habr¨ªa hecho de nosotros un pa¨ªs democr¨¢tico, culto y pr¨®spero. Que alguien pese la dignidad personal y colectiva. Que alguien mida la esperanza. Y que alguien sume todo y lo calcule en pesetas, en euros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.